CRÍTICA DE MÚSICA
El viaje umbroso de Ute Lemper
La cantante alemana ofreció en el Teatro Real su espectáculo «Último tango en Berlín»
![Üte Lemper, en el Teatro Real](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2017/10/31/Ute%20Lemper%200164-kWp--1240x698@abc.jpg)
Hay algo irresistiblemente magnético en Ute Lemper (Münster, Alemania, 1963);algo en su mirada erizada que es al mismo tiempo, intimidante e imponente. Es complicado definirla como artista. Salvando épocas, géneros y, también, personalidades y calidades, su voz tiene, como la tenía la de Maria Callas , algo inaprensible, algo resbaladizo. Su voz es por momentos una cascada de sonidos salvajes;en otros una envolvente seda. Se sumerge con evidente heterodoxia en los territorios de la música francesa y alemana de la primera mitad del siglo XX para lograr resultados que no dejan indiferente a nadie. A algunos –lo confieso: a mí– los hechiza. A otros –se podían escuchar sus comentarios tras su concierto del domingo en el Teatro Real – los irrita. Pero es difícil que pueda dejar indiferente a nadie.
Hacía once años –lo dijo ella misma– que Ute Lemper no pisaba el escenario del Teatro Real. Sí ha estado en este tiempo en otros escenarios de la capital: en 2010 ofreció junto a Mario Gas , en los teatros del Canal, un espectáculo basado en los poemas de Charles Bukowski . En esta ocasión, ha presentado un viaje musical titulado «Último tango en Berlín» en el que ha recorrido a los autores que han marcado su carrera: Frederick Hollaender, Georges Moustaki, Kurt Weill, Bertolt Brecht, Astor Piazzolla, Jacques Brel, Norbert Schultze, Leo Ferré y Serge Gainsbourg .
El de Ute Lemper es un viaje por universos vaporosos y umbríos, canallas, y es en ellos –especialmente en el alemán– donde se desenvuelve con mayor naturalidad. Es en estas canciones teñidas de clandestinidad y misterio donde adquiere carta de naturaleza su voz escurridiza y su garganta caleidoscópica. Con una formación corta pero absolutamente acomodada a la cantante –piano, bandoneón, contrabajo y violín–, Ute Lemper pisa con firmeza tanto los temas más desbaratados como « Lola », de Hollaender, o el vibrante « Die Moritat von Mackie Messer » con el que cerró la velada (y en el que incluyó compases de otros temas, como « All that Jazz », del musical «Chigago»);hasta el repertorio más conmovedor, como el singularmente emocionante « Ne me quitte pas », de Jacques Brel.