CRÍTICA DE ÓPERA
Verdades y mentirijillas en el Rigoletto del Real
Nucci logró el bis de la «Vendetta» en el Coliseo madrileño en una versión de éxito con interesantes aportaciones musicales
Anunciar «Rigoletto» y tener a Leo Nucci como protagonista garantiza, hoy por hoy, el éxito al que tantas veces se aspira y casi siempre se escapa. El Teatro Real lo confirmó ayer , tras concluir la primera de las dieciséis interpretaciones previstas del título con una aclamación digna de los mejores días. Nucci, el Real, triunfaron con una representación que incluyó el bis de la «Vendetta», tal y como ya sucediera por primera vez en la moderna historia del Teatro, en 2009. Seis años después, el protocolo se repite fiel a dos principios fundamentales: una cierta idolatría que le viene estupendamente a un espectáculo en el que los divos casi desaparecieron y la constatación de una personalidad de difícil parangón.
El caso de Nucci es excepcional, pues a los 73 años exhibe una fortaleza fuera de lo común . Apenas son una anécdota ciertos momentos calantes, el canto cuasi «parlato» en el que se mantiene la voz hasta que se templa. Hay que ir poco a poco. En el momento culminante bastan dos pasos para colocarse en el centro del escenario, en la misma corbata, y atacar la «cabaletta» con tal arrojo que la nota final acaba dejando en muy segundo plano a la soprano Olga Peretyatko : una voz considerable, pero que en la comparación pierde por goleada, en algunos momentos algo chillona y siempre cantando con tendencia a retrasar. Hay un abismo entre aquel, capaz de dibujar un personaje plegado a una sucesión de matices y gestos perfectamente asimilados (y que como tal se repiten en sucesivas actuaciones) y ella, que hace de Gilda una interlocutora correcta en el canto pero de espíritu más alicort o.
Podría entenderse que el duelo se establece entre la veteranía y la juventud, pero para desmentirlo está el joven tenor Stephen Costello cuya saludable voz, estupendo agudo y formidable «legato» le abren las puertas a una interesante configuración del Duque de Mantua, hoy por hoy mejor cantado que actuado . Por ahora cabe imaginar un punto de mayor refinamiento: «Parmi veder le lagrime» es un ejemplo. Acompañando el primer reparto están el robusto y redondo Sparafucile de Andrea Mastroni, y la muy interesante participación de Justina Gringyte, encarnando a Maddalena.
De manera muy especial hay que citar al maestro Nicola Luisotti quien tras un comienzo dubitativo, con la Orquesta Titular del Teatro Real poco afortunada, acabó demostrando su buen arte como concertador. Suceden cosas estupendas en los entresijos del foso y las consecuencias se reflejan en la calidad del sonido, la excelente proporción del volumen con respecto al escenario y la constancia de un pulso que acaba por poner en volandas el triunfo de Nucci (incluyendo el bis, en el que la orquesta estuvo aún más incisiva que en la representación) y un formidable tercero incluyendo la igualdad del «quartetto» y la tensión dramática del «duetto» final.
Una vez más se demuestra que la buena ópera necesita interesantes propuestas musicales . Aquí hay una y, por eso, tras ella se difumina la tenebrosa propuesta escénica que David McVicar proveniente de Londres, bien distribuida gracias a su grabación audiovisual y castigada por muchos comentarios desde su estreno en 2001. A su favor tiene el poner de manifiesto el lado más oscuro de la trama , aquel que surge impactante en la orgía inicial en el palacio mantovano. A partir de ahí todo es obvio, sórdido, cruel y depresivo. Es decir, cochambroso, frío y monótono en cualquiera de los lados del plano inclinado que gira sobre el escenario configurando distintos espacios. En su momento supuso una interesante ruptura con la visión más naturalista de la obra. Pero el tiempo ha pasado convirtiendo lo radical en una anécdota .
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RIGOLETTO: Autores: G. Verdi y Francesco M. Piave. Intérpretes: Stephen Costello (Duque de Mantua), Leo Nucci (Rigoletto), Olga Peretyatko (Gilda), Andrea Mastroni (Sparafucile), Justina Gringyte (Maddalena), Coro y Orquesta Titulares del Teatro Real. Director musical: Nicola Luisotti. Director de escena: David McVicar. Lugar: Teatro Real. Fecha: 30-XI