Flamenco

El último ole a Serranito

El maestro abrió ayer el festival Suma Flamenca en los Teatros del Canal con el espectáculo 'Como un sueño', con el que se despide de los escenarios

Víctor Monge Serranito durante el concierto Pablo Lorente

Luis Ybarra Ramírez

Se sienta y echa por los trastes esa miel ajada que solo poseen los maestros que van de vuelta. Es la taranta 'Cazorla' la que oronda se va asomando por las órdenes aún frías del instrumento. Los jóvenes Paco Vidal y Javier Conde le acompañan. Y él, Serranito, está muerto de miedo antes del picado. Fíjense qué preciosidad. Una leyenda de esta índole nerviosa. Con un universo compositivo propio, pero con el sentimiento de un niño que se detiene por primera vez ante el auditorio y lo rehuye con la mirada. Los ojitos gachos, los dedos encallecidos a causa de la responsabilidad que lo habrá dejado maniatado a los cuartos de ensayo estos días y la sonanta al aire, sin cejilla. Este es su último ole, que llega con la técnica adaptada a su edad. Aún obsesionado con el matiz, pero con menos velocidad. Su arte está desnudo, hermosamente vestido de huesos . Y este ole, el postrero, al parecer, que le da Madrid, se me escapa tan sincero como su propuesta.

Su sonoridad, como punto de partida, es diferente. Lleva 60 años tocando flamenco con una guitarra clásica. Suena a sí mismo, como todo creador, y tiene a varias generaciones de endeudados tras de sí. Él es, junto a unos pocos, el toque de concierto. Una primera figura que dice adiós a los escenarios rasgueando por soleá unas notas dedicadas a Victoria, su mujer. Ahí sus fallos son el peligro del buen toreo. La verdad suprema de que el tiempo sigue su curso y nadie, como escribió Cadalso, cede al rigor de sus guadañas. Sus quejas duelen especialmente porque no entienden de callejones. Son pura armonía en continuo regreso . Belleza lacerada que lejos de esconderse se alza con todas sus heridas.

La cantaora Eva Durán, la chelista Cary Rosa Varona, el percusionista Víctor Monge, su hijo, el bailaor Ángel Muñoz y Noé Barroso a las palmas le secundaron en una especie de in crescendo que a base de confianza fue colmándose de alivio. Ese señor que toca por farrucas haciendo del tiempo un ente difuso con el que jugar llenó el Carnie Hall de Nueva York con esas mismas muñecas, que nunca buscaron lo complejo, sino que lo necesitaron para transmitir toda esa música que bullía en su interior. A Andrés Segovia, de todos, este era el que menos le disgustaba de su generación; que está bien afilado el piropo. Serranito también interpretó los tangos 'Por la vera del Genil', la fantasía 'Dani' y 'Agua, fuego, tierra, aire' , la popular pieza por bulerías que compuso para la Expo. del 92 inspirándose en el Guadalquivir.

Lo hizo en una cita manchada de dificultad y magia a partes iguales . Y así salieron los jaleos desde el patio de butacas: a ráfagas. El espectáculo estaba medido en cada uno de los cortes. La reacción del público, entre el alborozo y la tensión, que así son las despedidas. Como un trémolo al que le cuesta llorar y finalmente se derrama. Como un sueño que cuesta explicar, tan plagado de momentos, y que de pronto ya ha sucedido. Serranito, que debutó como bailaor en la película 'El Emigrante', de Juanito Valderrama, se marcha a los 79 años. Esta es la fiesta más inevitable y, de alguna forma, triste de su vida. No dice, como Los Rodríguez, hasta luego, sino adiós. Quede en el enclave de los teatros del Canal esa batalla final por bulería. Desembocadura de la obra de un gigante.

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