La última batalla del rock contra Donald Trump
Neil Young ha demandado al presidente de EE.UU. por usar sus canciones sin permiso
Cuando Donald Trump hizo sonar «Rockin’ in the free world» en su acto de campaña de hace un mes en el monte Rushmore, le tocó las narices a Neil Young por partida triple. Usó una canción sin su permiso (en realidad dos, ya que también pinchó «Like a hurricane»), y además lo hizo en un acto que sirvió para criticar el «nuevo fascismo de extrema izquierda» que reivindica la destrucción de monumentos de personajes relacionados con el esclavismo, un movimiento reivindicado por el músico canadiense. Pero lo peor fue probablemente que lo hizo en el Monte Rushmore, el que tiene esculpidos los rostros de cuatro presidentes estadounidenses y está ubicado en tierras sagradas de varias tribus indias, a las que Young lleva defendiendo desde hace décadas.
Ese día el autor de «Harvest» debió hartarse de la apropiación de su música por parte de Trump, ya que ahora ha decidido poner el tema en manos de sus abogados para demandar al presidente. La denuncia, interpuesta en un tribunal de las cortes del distrito sur de Nueva York, situadas en Manhattan, alude a otro mitin celebrado en Tulsa (Oklahoma) el 20 de junio, en el que pasó lo mismo, con la diferencia de que las canciones que acompañaron a Trump en sus paseos por el escenario fueron «Rockin’ in the Free World» y «Devil’s Sidewalk».
«La denuncia no pretende faltarle al respeto a los derechos ni a las opiniones de los ciudadanos estadounidenses, que son libres de apoyar al candidato que elijan. Sin embargo, el denunciante no puede quedarse con la conciencia tranquila si permite que su música se use como tema principal para una campaña divisiva y anti-estadounidense de ignorancia y odio», subraya el texto de la querella, que se puede leer en la página web oficial de Young.
La denuncia, que solicita pagos por daños de entre 750 dólares y 150.000 dólares por cada infracción de derechos de autor en la campaña de Trump, señala que éste ha utilizado la música de Young durante años, incluyendo su campaña electoral de 2016. En ese momento, el entonces candidato republicano también se las vio con Bruce Springsteen, que se quejó de que usara «Born in the USA» sin permiso y, aunque no lo denunció formalmente, reaccionó mostrando públicamente su apoyo a la rival demócrata, Hillary Clinton. El magnate, que ya había criticado al «boss» por su apoyo a Obama en 2012, no se lo tomó nada bien y respondió con un claro desprecio al músico en otro mítin. «No necesito a Beyoncé ni a Jay-Z, y no necesito a Bruce Springsteen», dijo a sus enfervorizadas masas.
Desde entonces, el historial de enfrentamientos de Trump con el mundo del pop, el rock e incluso la ópera no ha parado de crecer, con reclamaciones similares de artistas como Rihanna, Elton John, Adele, los Rolling Stones, Pharrell Williams, Queen o las familias de los fallecidos Prince, Tom Petty y Luciano Pavarotti. Y en los últimos meses se han sumado más aún: Guns ‘N’ Roses, Panic at the Disco o Nickelback son algunos de los que han expresado públicamente su indignación por verse relacionados con Trump en fechas recientes..
Ante la insistencia de Trump en usar canciones sin permiso, las estrellas de la música han decidido organizarse para esta nueva campaña electoral presidencial, firmando un manifiesto en el que se exige una regulación del uso de sus canciones en mítines políticos. El comunicado, respaldado por celebridades como Mick Jagger, Sheryl Crow, Lorde, Michael Stipe de REM, Lionel Ritchie, Elvis Costello, Blondie, Green Day, Cyndi Lauper, Alanis Morrisette, T Bone Burnett o Steven Tyler de Aerosmith, además de por la familia de Kurt Cobain, pide «tanto a demócratas como republicanos» que soliciten su consentimiento antes de pinchar sus éxitos en actos de campaña. Pero ya sabemos a quién va dirigida en realidad.