Triángulo de Amor Bizarro: «Preferimos pasarnos de frenada que hacer algo previsible»

El cuarteto gallego publica su quinto disco, de título homónimo

Nacho Serrano

Los gallegos Triángulo de Amor Bizarro son gente estupenda encima y debajo del escenario, pero se les puede poner una pega: son como esos empollones que dicen que no saben si han hecho bien el examen, y luego sacan un diez. Las dudas les carcomen siempre que van a sacar un nuevo disco, pero no ha habido ninguno que baje del sobresaliente. Convertidos ya en uno de los grupos más respetados y reivindicados de la última década en la escena independiente iberoamericana, han esperado hasta su quinto disco para poner su nombre como título. «Triángulo de Amor Bizarro», producido por Carlos Hernández, su colaborador de confianza en el estudio, arroja una nueva zancada evolutiva no tanto en términos estilísticos ni sonoros, sino procedimentales, dejando que sea la emoción la que dicte el camino para traspasar una vez más los márgenes del convencionalismo pop. Su cantante y guitarrista Rodrigo Caamaño y su teclista Zippo comparten sus impresiones sobre este trabajo que volverá a posicionarlos en el altar de las grandes bandas españolas del siglo XXI.

Con este disco han tenido las dudas de siempre, imagino.

(Rodrigo) Pues sí, siempre nos sentimos en el alambre. Si das un paso en falso, la gente puede tomar distancia contigo. Pero aun así, seguimos prefiriendo pasarnos de frenada, pasarnos de extremos, que hacer algo previsible.

(Zippo) Nosotros estamos muy contentos con el resultado, lo que pasa es que lo pase a partir de que sacas el disco, nunca lo puedes controlar.

(Rodrigo) Claro. A nosotros nos gusta mucho el disco, pero cómo lo va a aceptar la gente, es otra historia. Especialmente en tiempos como los de ahora. Por ejemplo, cuando hicimos «Salve Discordia» no se había puesto de moda el trap, ni había vuelto el reguetón. Pero ahora, en el momento en que sale este disco, han pasado tantas cosas que a saber cuál es el recibimiento.

La primera canción, «Ruptura», es realmente agresiva, casi opresiva, como un estallido violento de ansiedad. Cuando hacen canciones como esta, ¿cuánto hay de juego creativo y cuánto de exorcismo real?

(Rodrigo) En este disco, el planteamiento fue alejarse de lo que se puede considerar el centro, la normalidad, que es donde está el conformismo y en consecuencia el dinero. La idea fue llevar cada canción al extremo. Es un disco que se puede enmarcar en indie-pop-rock, pero cada canción está llevada al límite, alejándola de las demás. Otra característica es el marco temporal del disco, que antes nunca habíamos tenido en cuenta. Es un álbum contemporáneo, del ahora. Con «Ruptura» quisimos hacer algo muy agresivo pero sin caer en los cánones habituales de lo que es musicalmente agresivo, como el heavy por ejemplo, y por eso la llevamos por un camino de hiper-techno sin guitarras, frío, seco y minimalista, con nada más que cuatro palabras en la letra. La idea básica es alejarse del centro, que es lo que representa un poco la portada. Una especie de conjunto vacío, que es lo que es ahora el mundo.

(Zippo) ¡Jajaja!

(Rodrigo) ¡Es verdad! Vivimos en un mundo en el que siempre parece que pasa algo, pero en realidad no pasa nada. Te venden noticias como nuevas, y en realidad no lo son. Respondiendo a la pregunta (risas), lo que intentamos hacer es tratar todas las canciones, no sólo «Ruptura», de una forma nada musical. ¿Qué quiero decir con eso? Que lo importante fue la traslación de la emoción primitiva de cada canción a los instrumentos, saber qué idea y emoción quieres transmitir, más que el tipo de música que quieres hacer sonar. Queríamos hacer canciones que nos llevaran a un sitio determinado, y eso nos obligó a visualizar más que nunca la evolución de las canciones, y a hablar mucho de ellas entre nosotros mientras las construíamos. Cosa que no solíamos hacer.

La segunda canción, «No eres tú», también tiene una estructura muy libre. Hay que ir hasta el tercer corte, «Vigilantes del espejo», para encontrar una pieza de pop redondo y puro. ¿Hay algo de The Smiths ahí? ¿O es una comparación perezosa?

(Rodrigo) En este disco hay cosas que no habíamos hecho nunca a nivel musical, y nos hemos permitido el lujo de hacerlo. Un ejemplo es esta canción, de un pop de siempre, lozano y eterno, como a medio camino entre The Smiths y The Cure.

(Zippo) Fue como: «¿y por qué no?». Pop de guitarras entre temas más vanguardistas, como si de pronto sonara otro grupo.

(Rodrigo) Un poco como lo que hacían a veces New Order, que entre varios temas de baile desenfrenado te metían una pildorita muy lozana. Y sabían hacerlo de forma que quedaba muy bien y que daba un empaque especial al disco.

(Zippo) Es una tradición que se está perdiendo.

(Rodrigo) Sí, es a lo que lleva el rollo de las plataformas de streaming, que a mí me dan una pereza... Single, single, de una canción a otra... Es un rollo. Si tienes un disco como los de Ramones, Beach Boys... puedes sacar singles buenísimos pero sigues teniendo un álbum increíble. Eso no pasa ya. Ahora todo tiene que ser viral, qué coñazo... Yo disfruto más yendo a los márgenes.

«Canción de la fama» es un auténtico misil, de sonido y de letra. ¿Vivimos un nuevo paradigma del famoso, en el que todo lo que hagan las celebrities pop está bien por definición?

(Rodrigo) Totalmente. Lou Reed, por ejemplo, era famoso pero era un ser incontrolable que giraba a una velocidad distinta a la del resto del mundo, y no quiero sonar a «pollavieja»... Pero usaba la fama como medio. Ahora se usa como fin. A ver, que en el fondo el trasfondo de la industria de la música tampoco es tan diferente, pero ahora es como todo, absolutamente todo se reduce a eso. La canción es una burla a la fama vacía, todos sabemos lo que la fama jode las cabezas...

Ustedes fueron de los pocos que criticaron el vídeo de Rosalía con Dua Lipa, tirando billetes a strippers.

(Zippo) Sí, sí.

(Rodrigo) Es que es una cosa que es fea, joder.

(Zippo) Muy feo.

(Rodrigo) Yo no me veo haciendo eso. He visto a narcotraficantes de la Ría en discotecas mostrando más respeto.

En la canción también mencionáis a los músicos de la Rueda. También parece que podría haber algo parecido en Spotify.

(Rodrigo) Sí... No estoy en contra de Spotify, pero sí estoy en contra de las situaciones en las que una empresa tiene todo el poder. Porque en este mercado del streaming no existe el menor poder negociador para los músicos. Tanto hablar del libre mercado, y luego no hay más que monopolios aquí y allá. ¿Cómo saber cuántas reproducciones hay realmente? Sólo ellos lo saben, lo que digan, hay que creérselo. No hay trasparencia.

Cuando van a grabar un nuevo disco, ¿repasan los anteriores para identificar cuál debe ser el siguiente paso, sin repetirse?

(Rodrigo) El recuerdo de lo que hemos hecho anteriormente permanece fijo gracias al directo. Al hacer un nuevo disco es más una cosa de sensaciones, de sentir que efectivamente te has embarcado en una búsqueda de lo desconocido. No sabes si es mejor o peor, pero es desconocido. Disfrutamos cuando de pronto nos damos cuenta de que estamos haciendo algo que no habíamos hecho antes. En mi caso, que toco la guitarra eléctrica, es muy curioso. Porque es un instrumento raro, me explico: no puedes fijar bien su sonido en el oído. Hay tantos giros posibles de distorsión, de efectos... Es como la imagen. Puedes tener una imagen bien enfocada, pero con la guitarra siempre estará desenfocada. No tiene notas completamente puras, como las de un violín o un piano.

(Zippo) Por eso la guitarra eléctrica siempre es el instrumento más psicodélico, el que permite más matices.

Tienen ya una larga relación con el productor Carlos Hernández. Pero, ¿quizá cada disco con él tiene un punto de primera vez? Como siempre buscan algo distinto al entrar al estudio...

(Rodrigo) Sí, sí. Tenemos las ideas muy formadas, pero en cada disco sabe entender muy bien qué queremos buscar.

(Zippo) Lo importante es que nos entendemos. Luego podemos partirnos la cara con él sin ningún problema (risas).

(Rodrigo) Hay unas bases inamovibles. Ya sabe cómo queremos que suene la batería. Y luego está el tratamiento del bajo, que es fundamental para nosotros, y que nos ha llevado un trabajo de años hasta tenerlo bien medido. Lo que más diferencia nuestro sonido es el sonido del bajo. La inyección de energía, de ganancia que viene del bajo es muy diferente a lo que hacen otras bandas. A partir de ahí, el crecimiento de las guitarras puede ser muy diferente en cada disco.

El disco sale en plena crisis del coronavirus, ¿les ha trastocado mucho los planes de presentación?

(Zippo) Teníamos el 3 de abril Compostela, el 4 en Santander. Habrá que ver...

(Rodrigo) La fecha de presentación oficial en Madrid es en octubre, en el Ochoymedio. Esa será la puesta de largo a tope. Pero esperemos que en abril ya se está calmando todo esto...

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