Ticketmaster recibe dos demandas colectivas en EE.UU. y Canadá por su complicidad con la reventa
Las denuncias llegan tras los escandalosos resultados de una investigación de periodistas infiltrados en una convención de la compañía en Las Vegas
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Cuando el periodista Matteo Viviani demostró en 2016 que Live Nation Italia redirigía sus propias entradas a la reventa, eso probablemente debería haber bastado para que se abriese una investigación judicial internacional que aclarase qué practicas ilícitas comete la plataforma en todo el mundo. La compañía, propietaria de Ticketmaster , desviaba tickets al mercado secundario a cambio de quedarse con el 90 por ciento del recargo que se pedía por ellos, un ingreso extra del que los artistas jamás se benefician.
Desde entonces, en Italia se ha puesto en marcha la aprobación de la ley Legge Bilancio de 2017, que prevé sanciones de hasta 180.000 euros a quienes adquieran o revendan online entradas a un precio superior al original, y en el resto de países los portales de reventa secundaria son cada vez más impopulares. Por paradójico que suene Ticketmaster tenía uno propio, Seatwave, pero anunció su cierre el pasado mes de agosto para evitar las críticas. Sin embargo, parece que fue una simple operación de lavado de cara.
Así lo ha demostrado la investigación de los medios canadienses CBC y Toronto Star , que infiltraron varios periodistas en una convención en Las Vegas en la que se hicieron pasar por revendedores. Según el relato de los periodistas, representantes de Ticketmaster les contaron que la compañía no solo ignora a los especuladores que usan «bots» e identidades falsas para comprar grandes cantidades de entradas, sino que incluso les facilitan poner estas entradas de nuevo a la venta a través de un programa de software llamado TradeDesk, que ayudaría a los especuladores a volver a poner a la venta esos tickets a mayor precio en el mercado secundario. La investigación desveló además que existe un manual llamado «Ticketmaster's Professional Reseller Handbook», que establece incluso un programa de recompensas para los revendedores profesionales asociados, que reciben más dinero si aumentan sus ventas.
Por todo ello, Ticketmaster ha sido objeto de una demanda colectiva en la corte federal de California , gestionada por la firma de abogados Hagens Berman y según la cual la compañía ha alentado activamente a los especuladores a revender entradas para conciertos para conseguir comisiones tanto de la venta original como de la reventa. «¿Alguna vez os habéis preguntado por qué Ticketmaster ha sido incapaz de desprenderse de los revendedores que compran cantidades masivas de entradas de su sitio web y las ponen a la venta minutos después?», se pregunta el demandante principal, Allen Lee, que a su vez responde: «Ticketmaster no ha querido deshacerse de los revendedores porque resulta que han estado trabajando con ellos». Según Lee, un ciudadano corriente que como tantos otros se ha sentido estafado al intentar comprar entradas de ccnciertos, «Ticketmaster y su empresa matriz Live Nation Entertainment han cometido prácticas comerciales desleales y se han enriquecido de forma injusta», señalando también que estas prácticas están siendo investigadas por al menos dos senadores estadounidenses, Jerry Moran y Richard Blumenthal, quienes enviaron recientemente una carta a Live Nation pidiendo aclaraciones al respecto.
Además, la firma de abogados Sotos Class Actions de Toronto ha presentado otra demanda colectiva que reclama 250 millones de dólares en daños y perjuicios en contra de la empresa, acusándola de realizar «tergiversaciones falsas o engañosas» que violan la Ley de Competencia canadiense. Por otra parte, el Buró de Competencia de Canadá (CCB) ha decidido ampliar su investigación sobre Ticketmaster para incluir una revisión a las acusaciones presentadas por el Toronto Star.
Por el momento, ni Live Nation ni Ticketmaster se han pronunciado respecto a las demandas.