Música
El sonido de la lluvia
Canciones inspiradas en días de tormenta: pop, rock, flamenco, indie y folk
Mira por el cristal traslúcido las consecuencias de la lluvia y del viento. De la naturaleza, que golpea la superficie. Desde la habitación, tan lejos de casa, la tormenta es un lametazo al otro lado de la ventana. La vida se escurre en el alféizar, donde ya no le alcanza la vista. Sigue mirando los reflejos, el paso ligero de las gotas que se adhieren y que resbalan, todo un mundo, cuando se le vienen unos versos a la cabeza: «Yo solo quiero caminar/como corre la lluvia en el cristal/como camina el río hacia la mar» . Es el hermano de un genio quien tiene los ojos clavados en ese cuadrado de luz donde puede leer sus anhelos. Pepe de Lucía , así se llama. Y la letra que se le acaba de ocurrir da título a un álbum que cambiará la historia de la música. 'Solo quiero caminar', en esta década recién estrenada de los 80, es el primer disco del Sexteto de Paco de Lucía . Una nueva armonía recorre trastes y flautas. El sonido de la lluvia ha desembocado en otra cosa. En música, quizá, o en el bautizo de una música que entonces se estaba cociendo. De ahí nacieron los tangos en los que Jorge Pardo, Carles Benavent, Ruben Damtas y Ramón de Algeciras se colaron para zarandear los cimientos de todo esto. Nacieron del agua. De una telaraña húmeda que se abrió como un disparo en direcciones cambiantes. De lo que la lluvia, toda manchada de poesía, nos evoca.
Si a Pepe de Lucía le traía camino, a Borges , el poeta, melancolía. Su padre que no ha muerto se revela al final de un soneto. Esa lluvia que ciega los cristales trae de vueltas un patio que ya no existe. Su pasado. Escribe sin saber que en el futuro unos pocos flamencos tomarán ese texto para hacerlo bulería, como es el caso del Cabrero , o canción, como Miguel Poveda . Cae fina la lluvia y deja en su riego un sinfín de ideas y prismas. Jesús de la Rosa, vocalista de Triana , se moja bajo unos acordes que anuncian su partida. Se tiene que marchar en plena cellisca, sin sentir, sin pensar, en el corazón de un chubasco de algo. La lluvia, siempre la lluvia, que se viene encima para desnudarlo todo y mostrar la realidad del color que es.
El petricor, eso que desprende la tierra al encharcarse, no es un efluvio reiterativo, sino un tópico de belleza. Y músicos y poetas y artistas de disciplinas varias recurren a él para asegurar la sinestesia. Igual que la lluvia suena, la música, o las palabras, huelen. Las estampas para expresarlo se cuentan por millares. Resulta especialmente bella, por ejemplo, la que propone Blind Melon en 'No rain': los charcos juntando la lluvia. El confín, que se desdobla. Una realidad que está empapada y otra que es directamente acuosa, que está arrugada por el aire que toca el destello más volátil. Tal vez el arcoiris.
A Sabina la lluvia le echa un cable cuando una mujer de medias negras se acerca a él, sin paraguas. «A dónde vamos, rubia», le dice. Pero eso ya lo cantó hace años Manolo Caracol en un fandango: 'Cuando yo te conocí'. En Nacho Vegas , por el contrario, todo es temor ante los truenos. Y junto a Bunbury se lamenta porque cree que algo malo va a suceder. Cree, oh, Dios mío, que va a empezar a llover. La vista de Calamaro resulta estrecha entre el poco espacio que le dejan las gotas. Más ancha parece en 'Mil horas' mientras espera a una chavala con un cohete en el pantalón, pero mojado, sin saber qué hacer, como un perro.
Nunca llueve como truena
Las nubes de Depedro son de papel. Las de Novedades Carminha , al versionar a Los Tamara, de verdad; están en dirección a Santiago, hacia donde van ligeritos. La fadista portuguesa Mariza le canta al cielo con el peso del adoquín en el arco de la frente. Todo el amor y la urbe se posan allí. A reír y a llorar a un tiempo, tal y como vive ese pueblo luso que solo mira al mar para narrar sus pesares. Ya lo dijo Dylan : 'A hard rain's gonna fall'. Creedence Clearwater Revival , por su parte, profundizó aún más en el asunto y se preguntó por aquello que está antes y lo que viene después: «I wanna know, have you ever seen the rain/comin' down on a sunny day?». En ese nexo, entre noche y día, sol y luna, claro y oscuro, siempre reside la esperanza. Esto susurraba por alegrías la Niña de los Peines : «En esta calle se suena/que me han de matar de un tiro/nunca llueve como truena/y con esa esperanza vivo». La calma de lo que hay después y el miedo del principio se funden ahí. En la creencia de que tan malo no será lo que se acerca.
La lluvia, para los románticos, es todo eso y algo más. Chocolate filosofando frente a un reloj con Diego Amaya al toque o Turronero anunciando barro. Gene Kellly bailando por las farolas. Enrique Morente por el agua clara. Prince en una sonrisa que de pronto se pinta de morado; pura 'purple rain'. Todo eso es. Tal vez una película de Woody Allen. Un violín dormido, con el arco cayendo como las hojas de un árbol. El otoño asomando su guadaña, ante la que irremediablemente hemos de ceder. Led Zeppelin en acústico. Un trémolo de Riqueni . La vida llamando al cristal por el Pepe de Lucía vio a la naturaleza contar sus cosas. La lluvia es la chispa del secreto que llevamos dentro. Lo que paradójicamente enciende la llama. Estos pentagramas y, sobre todo, los que estén por venir con las siguientes lluvias.