Un socio de la SGAE denuncia insultos, amenazas y robo de documentos confidenciales

El músico Patacho anuncia la retirada parcial de la administración de sus derechos, un movimiento al que se habrían sumado otros 30 socios

Nacho Serrano

Prisionero de la SGAE. Así es como se siente el compositor, productor y músico Patacho , fundador de Glutamato Ye-Yé y colaborador de bandas como Los Enemigos o Def Con Dos. Y así es como ha titulado el demoledor comunicado en el que acusa a la entidad, al borde de la intervención, de insultar, amenazar y cosas aún peores. Con este documento, Patacho anuncia la retirada parcial de la administración de sus derechos, un movimiento al que se habrían sumado otros 30 artistas.

«De todos es bien conocido los graves acontecimientos que en los últimos años se vienen sucediendo en la Sociedad General de Autores y Editores , SGAE. Hay una clara sensación de que los sucesivos órganos de gobierno de la entidad han desatendido sus obligaciones, han aplicado unas normas de reparto injustas y contrarias a la ley, y han llevado a la deriva a una sociedad centenaria cuyos objetivos deberían ser la gestión y la defensa de los derechos de sus socios. Algunos de sus responsables han actuado en busca de su bien personal, en perjuicio de los intereses del colectivo , y aunque las actuaciones llevadas a cabo por la justicia, se dirigen únicamente contra los causantes de los delitos de estafa, fraude o administración desleal; la conducta de un grupo de socios ha salpicado la imagen de la totalidad de los autores –que no solo no estamos involucrados en estas prácticas fraudulentas, sino que somos las víctimas de los delitos mencionados–, y la imagen pública de la entidad ha sufrido un deterioro de tal calibre que parece difícil que tenga solución.

Soy músico y pertenezco a ese grupo de autores que hemos decidido luchar contra la corrupción en nuestra casa e intentar la regeneración de la SGAE para convertirla en una sociedad moderna, limpia, transparente, gestionada por profesionales y que procure una gestión justa y adecuada de los derechos de sus socios. Lamentablemente las trabas y dificultades puestas por aquellos que se están beneficiando de situaciones injustas, irregulares o delictivas son muchas, y hemos podido comprobar que en la SGAE, como ocurre en otros ámbitos, luchar contra la corrupción tiene un alto precio. Desde que decidimos denunciar el caso de “la Rueda”, hemos recibido múltiples insultos, hemos sido víctima de difamaciones, injurias y calumnias, y hemos recibido amenazas veladas y “no tan veladas”, sin que por ello hayamos cejado en nuestro empeño en defensa de los derechos de autor.

Algunos de los ataques que hemos sufrido son conocidos públicamente, como la grave e infundada acusación formulada por el Director de los Servicios Jurídicos de la SGAE que envío cartas a un importante número de autores acusándome de propiciar informaciones que no se corresponden con la verdad y de utilizar el nombre de compañeros sin su consentimiento, compañeros a los que además se permitió el lujo de amenazar, con la complicidad del Presidente de la entidad, con tomar medidas contra ellos.

Claro que la cosa no para ahí. Los insultos y descalificaciones en redes sociales, como os podéis imaginar, son de todo tipo, pero que los realice personal contratado por la SGAE , como el responsable de asociaciones, o cargos electos -miembros de la Junta Directiva y de los Consejos Territoriales– que deben representar y respetar a todos los socios, es inaceptable. Incluso –y esto si que no lo esperaba– la asociación de autores que presido, JAM, Junta de Autores de Música, ha sufrido el hurto o sustracción de documentos confidenciales, habiendo sido grabado el responsable de los hechos por las cámaras de seguridad . Suponemos que buscaba pruebas para desprestigiarnos públicamente. El caso es que el actual Director General de la SGAE nos pidió paciencia y discreción, y nos informó que el Consejo tomaría los acuerdos oportunos para sancionar al infractor. ¿Sanción? Ninguna. Todo lo contrario, hoy el responsable es miembro de la Junta Directiva de la SGAE .

Pero el colmo de los colmos, cuando el creciente descontento se transforma en la más profunda indignación, y las sensaciones son de ira, asco y decepción; tuvo lugar al conocer el desarrollo de la reunión de la Junta Directiva celebrada el pasado jueves 7, donde, y según reflejan diferentes medios de comunicación, el Presidente de la entidad amenazó a la Junta con informes confidenciales de sus miembros “con cosas que él consideraba delictivas”, sin que nadie propusiera su destitución; lo cual nos da motivos para sospechar que dichos informes están debidamente sustentados y los miembros de la Junta –que callan ante semejante fechoría- puedan estar implicados en algún que otro asunto “turbio”.

Lógicamente no es posible sentirse cómodo ante esta situación y si unimos a la mala gestión de los derechos, la grave situación financiera a la que han llevado a la entidad con una nefasta toma de decisiones -que incluso pueden constituir un delito de administración desleal-, una sospechosa situación de corrupción interna y la persecución que sufrimos aquellos socios críticos , es fácil comprender que cada día seamos más los que pensemos buscar alternativas a la SGAE. No es plato de buen gusto y a nadie le agrada cruzarse por el pasillo de su casa con quienes le acosan.

Así que el pasado 25 de enero dirigí un escrito a la SGAE, en el que comunicaba –y me consta que no soy el único que lo ha hecho- la retirada parcial de la administración de mis derechos, ante el incumplimiento de varias de sus obligaciones legales, entre las que debo destacar el de no procurar un reparto equitativo y proporcional a la utilización de las obras. Además, la SGAE está incumpliendo sus propios Estatutos y el contrato de gestión que suscribimos todos los socios , al permitir la participación en los derechos derivados de la gestión a empresas usuarias del repertorio –tales como las compañías de televisión y sus editoriales– permitiendo además una injustificada utilización preferencial de ciertas obras, en perjuicio del resto del colectivo de autores que no participan en ese mal llamado “modelo de negocio” conocido por todos como “la rueda”.

Esta práctica se lleva a cabo con clara aceptación de la propia SGAE, que ha omitido voluntariamente la medidas necesarias para evitarlas, conculcando mis derechos como socio, y vulnerando la Ley de Propiedad Intelectual.

Por todos estos motivos, le comuniqué a la SGAE la revocación del mandato para la administración de mis derechos en una serie de ámbitos de recaudación –en concreto, los relativos a Conciertos, Radiodifusión y cable, Cine, Soportes y Mercados digitales– a partir del 1 de julio de 2019, dando así tiempo a la entidad para que pueda avisar oportunamente a los usuarios. Sin embargo, en una sorprendente respuesta, el Secretario General me comunica que no es posible aceptar mi solicitud. Intentan retenerme contra mi voluntad, como un preso, impidiéndome hacer lo que la ley no me impide hacer .

Quiero especificar que yo no he solicitado nada a la SGAE. Me he limitado a comunicarle, ante su incumplimiento contractual, la revocación parcial del contrato de gestión, tal y como me permite tanto la Directiva europea relativa a la gestión colectiva de los derechos de autor como la Ley de Propiedad Intelectual. Me sorprende también que, en su respuesta, la SGAE calle ante la denuncia de incumplimiento de contrato. ¿Significa esto que reconoce el mismo?

La SGAE alega que los derechos que quiero retirar no son ni categorías ni tipos de derechos, ignorando que la Directiva europea establece que un titular de derechos puede elegir libremente la entidad de gestión colectiva encargada de la gestión de sus derechos o de categorías de derechos relacionados con formas de explotación como la radiodifusión, la exhibición en salas o los derechos en línea (internet). Establece también que los titulares de derechos debemos poder retirar fácilmente los mismos o sus diferentes categorías de una entidad de gestión colectiva y confiar la gestión de estos o de una parte de estos a otra entidad. Así pues, la ley me ampara en mi decisión .

Debo aclarar que dado que los Estatutos de la SGAE no están adaptados a la legislación y no recogen adecuadamente las categorías y tipos de derechos que los socios podemos retirar, he indicado las formas de explotación utilizando las denominaciones que se reseñan como tales en las Cuentas Anuales de la SGAE. De hecho, esta grave deficiencia en los Estatutos es uno de los motivos por los que en octubre de 2017, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, CNMC, abrió un expediente sancionador contra la entidad, cuya resolución debería conocerse en breve y que podría derivar en una importante multa –se habla de más de dos millones de euros– que pagaremos, una vez más, todos los socios de la entidad.

Por todo esto, animo a la Justicia a que siga adelante con la investigación abierta en el caso de “La Rueda” y que no pare hasta que se aclaren los hechos investigados. Animo también al Ministerio de Cultura y Deporte a intervenir la SGAE sin más dilación. Cada día que pasa aumenta el perjuicio hacia los socios y hacia nuestros derechos, con el agravante de que muchos de los daños son irreparables.

Animo a todos los partidos políticos y grupos parlamentarios a apoyar la intervención y a defender y proteger la cultura y a los creadores españoles. Animo, por último, a todos los autores y socios de la SGAE que sientan suyas mis palabras, a decirlo públicamente, que no sean cómplices del fraude que estamos sufriendo, que no se callen ante los abusos que sufrimos, que rompamos las cadenas que nos impiden vivir dignamente de nuestro trabajo y que busquemos juntos alternativas a la situación actual.

Quiero dejar claro que mientras sea socio de la SGAE seguiré luchando por su transformación y su regeneración, pero si esto no fuera posible, me consta que afortunadamente la vida nos ofrece otras opciones.

Me despido con una última reflexión.

¿Debo acaso permanecer en la SGAE hasta que la muerte nos separe?

Si ese es el caso, me alegra saber que el enfermo terminal ni soy yo, ni lo somos los autores afectados por este despropósito, sino justo la otra parte. Sabemos que nuestra manera de actuar es la correcta y que, por eso mismo, el futuro es nuestro.

Saludos».

Patacho, músico, autor y socio de la SGAE… ¿hasta que la muerte nos separe?

Madrid, 17 de febrero de 2019.

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