Siniestro Total se despide en Madrid con una fiesta de final apoteósico
Los míticos gallegos se reunieron ayer en el Wizink Center ante una legión de fans entregados. Hoy repetirán la jugada
Para mí Siniestro Total es mi padre, vigués de los 50. Conozco más la leyenda, la de la transgresión en los primeros años post-Franco, que la música. Sé que hacen rock, un rock punky, y que fueron un fenómeno social.
Llegando al Wizink veo una escena inusual: los alrededores abarrotados de fans (muchos con la bandera gallega en ristre), bebiendo juntos en comunión.
Al apagarse las luces, en esos momentos siempre incómodos de oscuridad expectante, corean: « Siniestro, Siniestro ». Estatus de leyendas; eso no le pasa a casi nadie. Empiezan a botar desde el primer acorde de 'Tan hermoso', un potente rock que cumple su función de appetizer. Encadenan sin pausa con 'Rock en Samil', estándar del género con otra letra, y ya me voy haciendo una idea de su música: rock de actitud irreverente, sátira y sutil poética.
Todas hits para los fans, destacan como canciones 'Ay Dolores', con buen detalle de armónica y dos secciones muy bien conectadas; 'España se droga', con guiño al blues de Chicago y un título muy veraz; 'Chusma', sorprendentemente creativa con ecos Zeppeliano y la eterna ' Miña Terra Galega ', que habré cantando en mi vida más de 100 veces.
El toque satírico está en casi todas. La suya es una forma de entender la música -quien sabe si la vida- que valora el entretenimiento y la diversión por encima de todas las cosas, no se toman a sí mismos muy en serio y eso les favorece. Viendo los tiempos que corren quizá sean unos sabios, no lo tengo claro.
Nunca se alejan mucho del estilo. Aparece un saxofón en algunas ('Camino de la cama') y hacen un buen trabajo orquestal repartiendo melodías entre guitarras durante todo el concierto.
Dejan grandes momentos al final de 'Todo por la napia', se pueden imaginar el 'todo', con un solo entre guitarra y saxo muy bien arreglado.
A medida que avanza el concierto, más me voy sorprendiendo. Siniestro tiene un público realmente fiel, comprometido y estudioso. Las cantan todas y en la pista sólo saltan. La música, calificada siempre como punk-rock, no es otra cosa que la evolución de Chuck Berry si las letras las escribiría un cachondo en vez de uno que se lo toma todo con dignidad y peso. Los ritmos son los del rock and roll, un poco acelerados y con tres guitarras distorsionadas. Un buen batería y un bajista correcto completan la sección rítmica, vital, además del hombre del saxofón.
Listos, su espectáculo es uno de marcha y sonido, no de detalles y equilibrio. Banda de directo, han cimentado su leyenda a base de conciertos apabullantes donde el público se hermana. Desde el punto de vista musical, es la mejor opción para disimular errores y hacer que queden enterrados entre decibelios. Hay varias cosas que chirrían en las voces y los coros, el sonido no es especialmente bueno y algún guitarrista se despista más de una vez. Pero, como turista en el purgatorio, me veo de nuevo en el mismo sitio: «¿De qué importan estos 'errores' si la gente está saltando? ¿Vale más en la música la trama o el desenlace?»
Soy joven aún (creo), pero no creo que encuentre jamás la respuesta absoluta porque probablemente no la hay.
Si lo valioso fuera la trama, Siniestro Total no celebraría 40 años en la música y estas 13.000 almas se sentirían un poco más huérfanas. Para reflexionar durante años.
Volviendo a la tierra. Escuchando 'Tumbado a la bartola', caí: Argentina.
Vivo convencido de que el rock argentino nos lleva décadas de ventaja. Por momentos, Siniestro suena a un Serú Girán de la gasolinera donde paran los buses a las 3 o 4 de la mañana camino de Vigo. Tiene un toque más de punk que los maestros argentinos y les falta la maestría armónica, el duende creativo, el bajista y las voces; pero les une una misma línea, la de rockeros venidos a más tras la liberalización de su país. En sus guitarras y sus rimas se escucha el canto de un pájaro que vuela libre; la proclama del niño que se hace rebelde porque, sencillamente, ya le toca.
Hacia el ecuador de la velada tocan la divertida 'Joder Cristina', 'Jipis' y 'Bésame, soy gallego'. Más sátira, más canciones con forma de hit y mucha fiesta, que es la idea de esta reunión-despedida.
'Kwai', después, hace un sutil guiño en la introducción al 'Get Back' de Lennon y Maca pero pronto vuelven al trabajo con el ritmo machacón que ya lleva sonando hora y cuarto.
Recuerdo después para Coppini, uno de los fundadores, cantando 'Ponte en mi lugar', con letra de su pluma.
Tras años de separación, Miguel Costas y Julián Hernández se divierten mucho sobre las tablas y dejan claro que, cuando hay canciones y pasta de por medio, el ego está de más. Su marca es Siniestro: no son grandes cantantes, ni guitarristas, ni compositores… ¡pero cómo calientan el palacio!
El final, traca de hits, es apoteósico para aquellos que saben que hoy es el último baile. 'Ye-ye', 'Bailaré sobre tu tumba', 'Ayatolah' y, por último, 'Somos siniestro total' (un highway to hell de AC/DC retocado) dejan la energía por las nubes
Hoy será su segunda, y última, noche en Madrid. Quizá para siempre, aunque ya se sabe que estas cosas nunca son tan sencillas. La música es, de entre todas las drogas, la más difícil de dejar.