Los Secretos: «Admiramos a Rosalía, pero solo hace colaboraciones con gente que tiene muchos “followers”»
El grupo liderado por Álvaro Urquijo charla con ABC sobre su primer disco con canciones nuevas en ocho años, «Mi Paraíso», y reflexiona sobre los cambios en la industria musical
La veterana banda madrileña sigue el camino que empezó hace ya cuarenta años, «el de las guitarras que suenan bien, con brillantez, y las armonías vocales con clase», como resume Álvaro Urquijo, en su nuevo álbum «Mi Paraíso» , el primero con material inédito que Los Secretos lanzan desde «En Este Mundo Raro», publicado hace ya ocho años. La gira de presentación de este trabajo pasará el próximo viernes por Bilbao (Teatro Campos Elíseos), pero el jueves hará un paréntesis para que Álvaro y los suyos rindan homenaje a su hermano Enrique en el Wizink Center, en el 25 aniversario de su muerte.
Les ha quedado un disco precioso, con guitarras deliciosas.
Muchas gracias, es un halago viniendo de ti. Nos lo hemos currado mucho precisamente en lo que acabas de señalar, las guitarras, para que suenen muy bien y sean muy, muy importantes. Es nuestra marca de la casa y la echaba de menos.
En canciones como «Lejos» hay matices vocales que no ha había escuchado antes en los Secretos.
Es muy intencionado. La parte vocal a veces se queda para el final, y se hacen a toda prisa. Esta vez, al ser el mercado el que es, y no haber presupuestos para grabar, grabé en mi casa todas las voces, y las hemos mezclado a nivel doméstico, en el estudio de nuestro productor Nigel Walker. Grabar en casa tiene doble filo, eso sí. Puedes alargar la cosa demasiado (risas). Las armonías vocales son algo que la gente no trabaja ya en la música actual, y cuando lo haces con elegancia, le da un toque de clase al disco muy importante.
La portada alude a la sencillez.
Cuando hablé con Nigel sobre lo que quería hacer, recordamos un disco en solitario que saqué en 1998, que no pasó nada con él pero que a mí me encanta escucharlo, porque las guitarras sonaban espectaculares. Sony abrió un sello, que era Columbia, luego lo cerraron, descatalogaron el disco, etc... Pero tenía un sonido increíble. Queríamos ir por ahí, y la verdad es que ha salido muy bien.
La exquisitez en la composición y grabación, son algo que empieza a ser raro de ver.
El otro día hablaba con mi hija, que tiene 17 años. Tiene muy buen gusto musical, pero claro, también tiene su entorno de amigas y tiene que escuchar lo que escuchan las chicas de su generación. El otro día, eso sí, me sorprendió. Me dijo: «Papá, ¿me puedo comprar en iTunes el single "The Chain" de Fleetwood Mac?». Y yo, «pero hija mía, qué iTunes ni qué.... vete al cajón de los vinilos y cógelo, que lo tengo ahí» (risas). Pero sí, la mayoría de lo que oye no tiene guitarras. Es una batería programada, unos tecladitos... y poco más. Es lo que hay, cierran fábrics de Gibson, Fender... Y luego ves a Taylor Swift aparecer con una guitarra y dices, «qué absurdo». Nosotros a estas alturas no vamos a cambiar. «Mi Paraíso» habla de ese paraíso, esa suerte que tenemos de poder seguir tocando lo que nos gusta. Puedes escuchar las guitarras fronterizas de Ramón, las doce cuerdas Rickenbacker, Hofner y Gretsch mías, que son un coñazo porque se desafinan todo el rato por muy buenas que sean (risas)... Son un instrumento muy imperfecto, por eso su sonido es tan peculiar.
Hay dos o tres temas del disco que suenan a clásico. «Me olvidé de tu nombre», «Si pudiera parar el tiempo»... ¿Tenían esa sensación al grabarlas?
Un poco sí. De hecho, esas están entre las canciones que más me motivaron para hacer un nuevo disco. Tienes que sentir un hormigueo especial con unos cuantos temas si quieres lanzar un álbum, y lo he notado. Si llevamos ocho años sin sacar nada nuevo, es porque ese hormigueo no me venía. Por eso antes de este disco sacamos uno de versiones. Tuve unas cuantas canciones, pero las tiré a la basura. Las tenía en un disco duro y se me rompió el cable USB. Lo llevé a arreglar, con la mala suerte de que cuando me lo devolvieron el sistema no me lo reconocía. En vez de volver al sitio de reparaciones, dije «mira, para qué luchar por estas canciones, si en realidad no me gustan». Y ahí se quedó. Además, las letras eran muy negativas, por la crisis que estábamos pasando los músicos mientras Amazon, Google, YouTube, Spotify y demás se forraban sin darnos un puto duro por derechos de autor. Hace poco nos llegó la hojita con nuestros resultados en las plataformas de "streaming": por casi medio millón de reproducciones hemos ganado 485 euros.
Ahora hay que diversificarse mucho para vivir de esto.
Sí, ahora hay que rentabilizar los followers, tener patrocinios de ropa... A Rosalía, por ejemplo, la admiro muchísimo pero solo hace colaboraciones con gente que tenga muchos followers. Si trabajas en una compañía y vas a fichar un grupo novel, lo primero que tienes que preguntarle es cuántos seguidores tiene en la redes. Es una falsa vaoración de la fama. Un famoso en los 80, los 90 o los dos miles tenía que haber escrito un libro, o ser un buen periodista, o ser un buen abogado, o un buen crítico. No eras famoso porque sí. Ahora tienes la fama primero, te conocen por lo que haces en las redes, te siguen, saben lo que haces, si te duchas, cómo tienes el culo, porque todos enseñan el culo... Después de eso, sacas un vídeo con nosequién y ya está, y el vídeo es incluso más importante que la propia canción, que además será con base electrónica, y ahora puede hacer electrónica hasta un bebé, con programas que te montan todos los sonidos sin que unos se molesten a otros... Con todo el respeto, eso puede estar ahí, pero que haya supuesto músicos que tengan millones de followers sin saber qué es una quinta, armónicamente hablando, que usa autotune para eliminar todos los errores...
Eso luego en directo, se nota.
Tengo una sobrina que es fan de Aitana, y yo no tengo nada en contra de ella, pero me decía: «Oye tío Álvaro, cuando los cantantes queréis decir algo al público, ¿es normal que no se os oiga y se siga escuchando la canción?». La pobre chica intentaba dirigirse al público, pero lo que decía no se oía a través del micrófono. Que los chavales se acostumbren a eso...
Ustedes son la antítesis de lo que está de moda en la música, lo sintético, lo visual...
Siempre lo hemos sido. Cuando vivía mi hermano nunca íbamos a los photocall, por mucho que nos lo pidieran. Éramos unos extraños en el mundo del mainstream, y extraños en el mundo independiente. De ahí viene la atemporalidad de nuestra música. De no habernos plegado a lo que ha ido estando de moda durante todo este tiempo. Por eso nos echaron de una discográfica hace mucho tiempo. Lo que no era Olé Olé no se vendía. Y si no eras un punky que lanzaba exbruptos, no tenías otra alternativa.