Rayden, el rapero que se cuela en las principales citas del indie español

Ojeando Festival acoge al rapero como cabeza de cartel. ABC te lo cuenta en exclusiva

Rayden se cuela en algunas de las principales citas del indie español Guillermo Navarro

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«Cada día que pasa, los festivales se están acercando peligrosamente más a los zoológicos». Así de contundente se mostraba el rapero David Martínez , aka Rayden , al ver la oleada de publicaciones en redes sociales en una de las mayores citas musicales: el Coachella. «No todo el público es así, pero me preocupa que la música se convierta en un complemento y los festivales se transformen en un evento social. Vale que es una vivencia que haces con tus amigos y tus amigas y que recuerdas durante mucho tiempo, pero que vayas a un concierto a hacerte la foto y no verlo… Prefiero la vena experiencer a la influencier », reflexiona el letrista ante la nueva temporada de festivales, que ya ha arrancado. Rayden vuelve a colarse en lugares que, a priori, no le corresponden. Como el Ojeando Festival , un certamen donde ver a las grandes promesas y realidades de la música indie en español y que este año se celebra los días 28 y 29 de junio en Ojén, Málaga.

«Hay momentos en mi vida en que lo he dicho: “prefiero las salas pequeñas a estos certámenes”, pero es que es diferente. En las primeras (cada vez más grandes) sabes que el público que viene a verte ha hecho un esfuerzo a todos los niveles por ir y viene a tope de energía. Mientras que en los festivales yo voy a robar público a otros artistas al igual que, seguro, otros artistas hacen conmigo. Que vaya un grupo de amigos o amigas a ver a una banda y que, por el camino, me encuentre a mí o que venga a verme y se tope con Viva Suecia o La M.O.D.A. , me parece muy mágico».

Pero, ¿cuál es el secreto del rapero para posicionarse como uno de los mejores conciertos pese a estar en citas de otros géneros musicales? «Desodorante antes y después de la actuación», bromea. «Hago lo que sea para romper esa línea invisible que separa el escenario del público —prosigue el músico—. Eso es lo que me ha pasado en festivales como Sonorama o Granada Sound el año pasado. Decían, a priori, que un discurso así no tenía cabida, pero sí que tiene. Han probado conmigo, he sido buen conejillo de indias y ha salido bien la jugada porque ves que, a partir de ahí, van metiendo el género urbano».

Rayden, como cualquier artista que se atreve «a ser sincero con su obra», ha tenido que convivir con las críticas. «Entiendo que, en el momento que estás en el foco, es lo que hay. Hay gente que es troll profesional. Si me afectara, estaría encerrado viendo alguna frikada . El éxito en nuestro país es sospechoso . España es una antimeritocracia. Tienes que hacer cosas para demostrar que tu éxito no es sospechoso. Haga lo que haga, diez van a estar encantados, a uno le va a minar la vida y otro va a desear que me muera para no sacarlo. A mí me encanta eso porque tengo la suerte de poder dedicarme a lo que me gusta».

El rapero mide sus palabras y sus pasos. Tramó un plan desde el inicio de su carrera en solitario. Uno que no entenderemos por completo hasta 2021, cuando lance la entrega que completa la trilogía iniciada por «Antónimo» y a la que da continuación «Sinónimo», álbum con el que está actualmente de gira: «No voy a dejar la música. Serán otra serie de proyectos y de canciones, pero no me embaucaré en otros como estos porque no puedo».

Acabas de publicar un nuevo libro («El mundo es un gato jugando con Australia»), no llevas ni la mitad de la gira de «Sinónimo»… Siempre hay una excusa para hablar contigo.

Según me estaba duchando, estaba pensando que ya del siguiente disco tengo cuatro temas y que sé que van a estar. No soy de esos que hacen un repertorio de 40 canciones y de ahí elige. Tengo un estudio de cada trabajo, de cada canción, rollo como el que va a atracar un banco con hilos uniendo todo. De hecho, creo que va a ser doble porque voy bien, voy «sobrao» (ríe).

Pero, ¿has conseguido reponerte del desgaste de «Sinónimo»?

Sí, pero cuando yo veo actores y actrices de método, de estos que someten a su cuerpo y a su mente a unas situaciones muy bestias como Christian Bale en «El maquinista»… Creo que los músicos hoy en día, la mayoría de los que tienen el foco, no hurgan mucho a la hora de sacar propuestas. Pueden ser más o menos buenos, pero no arriesgan y no me refiero a estilos musicales. Digo arañar la herida y ver qué sacan. Y después de hurgar, pues todo tiene que volver a su sitio. Siempre lo digo, salí del estudio a la psicóloga. Tuve ataques de ansiedad y nunca había tenido. Es un trabajo que no sé si volvería a hacer aunque estoy super agradecido con todo lo que está pasando en la gira. Hemos llenado 12 de las 14 salas que llevamos y cada vez son más grandes.

Hablabas de que te da miedo que los festivales se conviertan en un lugar de encuentro social, y en «Gargantúa» reflexionas esa fractura generacional que hay en la música. ¿Crees que lo que ha precipitado esa ruptura?

Creo que hay un problema de ego, de «somos una generación que ha venido nueva y necesitamos hacernos notar, tenemos que ser la generación que ha hecho algo». Un intento vago de trascender. Pero están empezando por el tejado. Quieren trascender diciendo que van a trascender sin algo que transcienda. Ahora se está hablando más de cosas como márketing que del mensaje que transmiten.

C. Tangana dice que él es un claro ejemplo de buen márketing.

Pero Antón es una persona inteligente porque tú escuchas canciones que quieren desarrollar un discurso y ves que sabe escribir. Hablo de los que ponen un petardo en la mierda, que lo hacen para atraer miradas y para decir «eh, que estoy aquí». Si tu discurso se basa en eso, es que algo falla. Entiendo que cada vanguardia que nace necesita matar al padre. Por otro lado, la vieja guardia parece que se niega a que le coman la tostada. Así que yo me siento como en una tumbona mientras todos se están dado codazos. A mí todo esto me da igual. Odiar es para flojos y, cuidado, porque a lo mejor somos una generación musical que pasa sin pena ni gloria. ¿Qué proponen? ¿Qué emociones provocan? Quitando contadas excepciones, nada. Eso es lo que a mí me da miedo.

Pero tú has sido de la vieja guardia.

(Resopla) Hubo un año el que pasé de ser la eterna promesa a ser una realidad a ser como… No sé. Cuando veo a la vieja guardia son gente que me saca diez o quince años como… (niega con la cabeza). Yo me siento parte de todo el mundo, pero porque siempre soy de comer a parte.

Y de buscar tu propio «sonido».

Puede que no tuviera el valor de decir qué quería hacer realmente porque desde mi primer disco en solitario, «Nada estaba escrito», quería colaborar ya con artistas como Fito Cabrales o Vetusta Morla, pero no tenía aún poder de convicción suficiente. Al final somos músicos haciendo música. En el momento en el que comprendí eso me di cuenta de que a dónde no se llegar por mí mismo, tengo que pedir ayuda. Cuando colaboro con alguien es porque soy un paquete incapaz de ciertas llevarlas al punto que quiero. Probablemente Nach y Pablo (López) o Sharif y Rozalén tienen más en común de lo que parece, por forma de respirar las canciones.

Entonces hay que hablar del futuro de la música más que de estilos.

Sí, pero como en los festivales también. Los ves hoy en día y no son monoestilo porque si te fijas en lo que escucha la gente ves las listas y quien me tiene puesto a mí, a la M.O.D.A., a Poncho Marqués, a Vetusta Morla, Fenet, Izal… Hay que ser feliz con lo que cada uno hace.

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