EL DEBUT DE LA MADUREZ
Puchu, pureza e independencia
A solas con su guitarra, la cantautora comienza a grabar un repertorio acumulado durante décadas de silencio, renuncias e introspección
Tiene en su repertorio la única canción que escribió Francisco Umbral , una pieza, «Soy una chica pobre» , que el autor de «Mortal y rosa» le regaló en una de sus numerosas visitas a los estudios de Telecinco. Allí sigue trabajando Mercedes Milans del Bosch , testigo de los cambios registrados a lo largo del último cuarto de siglo en un pop de consumo que la cadena de Fuencarral no ha dejado de programar en su rejilla. Al otro lado de la cámara y agarrada a su guitarra, Puchu, apodo familiar y nombre de guerra, ha visto pasar el tiempo y los modas mientras conservaba, intacta, frágil, u na obra musical que ha mantenido al margen de contaminaciones y oportunismos . Ahora se atreve a mostrarla con una pureza que estremece.
Fue en los tiempos de furgoneta y manta del «Karaoke» , aquel programa que a mediados de los años noventa recorría España como una barraca de feria y micrófono, cuando Puchu, enrolada en aquella aventura de Lazarov , cogió el camino de en medio, tiró la toalla y canceló sus sueños. «Decidí dejar de cantar al escuchar las voces tan espectaculares que había por ahí... Me caí con todo el equipo», reconoce la compositora, que también recuerda el rechazo que generaba entre los grupos que en aquella época buscaban cantante. Nadie la quería.
«No quiero dinero, sino tener la oportunidad de tocar el alma de la gente»
«Tenía poquita voz y nunca me cogían. Yo no estaba dispuesta a cambiar, a sacrificar mi estilo, ni siquiera en unas clases de canto en las que, al abandonar mi registro, no me reconocía... Entonces tenía la autoestima por los suelos, pero a estas alturas creo que es más importante tener un estilo propio que un chorro de voz », señala la cantante, que, consecuente con una independencia creativa que ha llevado al extremo, ha comenzado ahora, siempre en voz baja, a colgar sus canciones en plataformas como YouTube, Spootify o iTunes. «Cuando voy a un bar, pido que las busquen en internet y las metan en sus listas de reproducción... Es mi forma -añade- de hacer publicidad». El verdadero indie era esto.
Entre amigos, con la ayuda de técnicos de sonido y músicos, profesionales que le son próximos por su trabajo en los estudios de Mediaset, Puchu ha empezado a grabar unas canciones que, en lista de espera, llevaban escritas varias décadas. «Voy despacio porque no tengo tiempo, pero tampoco tengo prisa . No quiero dinero, sino tener la oportunidad de tocar el alma de la gente con mis canciones», asegura una intérprete que se identifica con el estilo vocal de Jeanette y que ya tiene la entrada para ver a Wilco en Madrid. «A mis hijos les pongo música de los Beatles y cosas buenas, pero soy consciente de que a su edad son más importantes las influencias exteriores que las recomendaciones de su madre». ¿Mis canciones? «A todos los adolescentes -confiesa- les suele dar vergüenza lo que hacen sus padres».
Fuera de competición
Desde la trastienda de los platós televisivos, Puchu ve desde hace varias temporadas cómo van y vienen, en manada, los presuntos talentos musicales que acuden a los concursos de su emisora, que tiene vedados por motivos deontológicos. Fuera de competición, sin embargo, le han dejado cantar en «Sálvame» y en el programa de la Campos. «Solo quiero que la gente me escuche», dice con timidez y humildad esta habitante de Spootify e iTunes, superviviente de un pasado melódico que ha sabido dejar fermentar en su memoria para contarlo, a quien quiera oírlo, en voz muy baja. Merece la pena escuchar, despacio, todo lo que tiene que contar.