J (Los Planetas): «Morente me quitó los prejuicios contra el Niño Marchena»
La banda granadina actúa esta semana en Casa Patas, el histórico tablao madrileño, acompañada del Niño de Elche a la guitarra dentro de una velada ofrecida por Cervezas Alhambra
El día antes de esta entrevista, J estuvo tranquilamente en casa escuchando al Agujetas , el patriarca de los cantes gitanos, de la escuela de Los Planetas .
Al entrar en la adolescencia se fue interesando un poco más, picando solo de las figuras más famosas del cante jondo. Un poco de Camarón y algo de su paisano Morente, mientras otros grupos como The Birds, The Jesus & Mary Chain y Sonic Youth le volaban la cabeza a base de distorsión y melodías contagiosas. Una fórmula que él mismo explotó con éxito a principios de los 90 en discos ya míticos del indie español como « Super 8 », « Pop » y « Una semana en el motor de un autobús ». «Antes no reconocía las raíces flamencas del grupo, pero ahora las veo, incluso, en esos primeros discos aunque estén de manera inconsciente. Y seguirán estando ahí en el futuro, no se pueden ignorar. Si haces música tienes que tener presente la importancia del flamenco en la historia de la música popular», asegura el cantante y guitarrista granadino.
Para dejar constancia de ello, una versión reducida de Los Planetas, con el acompañamiento al toque de Niño de Elche , actúa este miércoles y jueves en el histórico tablao de Casa Patas , en una velada patrocinada por Cervezas Alhambra. «Nunca habíamos tocado allí ni dado un concierto solo con las canciones de nuestra discografía inspiradas más claramente en el flamenco... aunque sí que habíamos estado de copas seis o siete veces con amigos como Tomás de Perrate, Lin Cortés, Soleá Morente y el mismo Enrique», cuenta J sobre el cantaor que le quitó «los prejuicios que tenía con el Niña de los Peines y todo el flamenco clásico cuando ya se acercaba a la treintena.
¿Podía interesarle a un joven como usted, dedicado al rock y al pop, unas letras del flamenco que, en algunos casos, llevaban escritas más de un siglo?
¡Sí, claro! Las letras de «Despegando», un disco de Enrique Morente que escuchaba mucho entonces, me encantaban. No te puedo decir exactamente qué me llamaba la atención de ellas, pero me llegaban. Era su mejor álbum para mí, así que me lo grabé en una cinta y me lo ponía con frecuencia. La canción de «Estrella», por ejemplo, me parecía muy interesante. O la de «Defender Andalucía», que también es buenísima. Pero es que en aquella época también me gustaba Carlos Cano, que tenía letras parecidas a las de Morente.
¿No rechazaba el flamenco por el hecho de ser una música que no se asociaba, en principio, con la juventud?
Cuando veía a mi abuelo escucharlo por la radio de pequeño, lo vivía como una cosa muy antigua. Pensaba que había otras cosas más modernas y mejores, y ni siquiera me interesaba por los cantaores que a él le podían gustar. No te los sabría decir ahora. Con 13 o 14 años ya me empezó a entrar un poco más con Camarón y Morente, pero porque eran los más famosos. Hasta mucho más tarde no escuché a otros artistas.
Una década después, ¿sigue pensando que «La leyenda del espacio» (2007) fue el gran giro flamenco de Los Planetas, tal y como se vendía? Hablo de la música, más allá de la referencia a los palos en los título de las canciones. A mí me suena principalmente a rock y a pop.
Por supuesto que es nuestro disco flamenco. Es un disco en el que interpretábamos, según nuestro conocimiento y manera de entender la música, todos esos palos (tientos, verdiales, mirabrás, fandangos, soleares, cantiñas, caracoles, granaínas, alegrías y cañas). Intentamos introducir elementos propios de estos cantes en lo referente a las armonías, los ritmos, las melodías y las letras clásicas. Nunca habíamos hecho un disco en el que todas las canciones hicieran referencia a eso.
¿Les ayudó alguien?
Nosotros somos autodidactas. Nunca hemos tenido profesores de canto, armonía ni de nada. Íbamos sacándolo todo nosotros solos en los ensayos. Durante el camino, tuvimos un poco el apoyo de Enrique Morente, al que le enseñábamos las canciones que íbamos componiendo y grabando. La primera fue «Alegrías del incendio», y le recuerdo diciéndome: «¡Uy, eso está muy bien! Hay que sacar al flamenco para que se vuelva a convertir otra vez en música popular y lo escuche la gente». Pero no me decía cosas muy concretas. Durante aquella época, además, me recomendó un montón de cantaores y discos…
¿Recuerda alguno?
¡Hombre, claro! Yo he conocido el flamenco clásico gracias a Morente, que me lo recomendó todo. Por él conocí a Manuel Torres, Manuel Vallejo y hasta me quitó los prejuicios que tenía contra el Niño Marchena, que en aquel momento no me gustaba nada y ahora es de mis favoritos. También descubrí por él a Mochuelo, La Niña de los Peines y muchos más. Siempre a través de las recomendaciones de Enrique.
El Niño Marchena, por cierto, fue un revolucionario del flamenco en la primera mitad del siglo XX que, como le ocurre hoy en día a algunos cantaores, recibió críticas en su momento. ¿Cómo ve usted el debate del apropiacionismo en el flamenco, muy en boga actualmente, con figuras como el Niño de Elche o Rosalía?
Me sorprende mucho y no creo que tenga sentido en estos tiempos. El flamenco es una música que nace de la mezcla de muchas culturas. El debate sobre lo que es flamenco y lo que no es eterno. Existía ya en la época del Planeta (Cádiz, 1789 - Málaga, 1856) y Francisco Ortega «El Fillo» (principios del siglo XIX - 1881), con todas aquellas disputas por ver quién era el que cantaba flamenco de verdad. Y estaban enfrentados. Uno decía que el otro no era auténtico y el otro que había que hacer algo más moderno. Es un debate interminable este entre los puristas y los que defienden un flamenco que evoluciona. Pero, cuidado, en el rock and roll también hay puristas que quieren que se respete el canon tal y como lo inventó Chuck Berry.
A veces da la sensación de que el flamenco está rodeado de cierto elitismo, como si solo unos pocos expertos pudieran juzgarlo o entenderlo profundamente...
El flamenco es una expresión artística como otra cualquiera y está libre para que cualquier pueda hacer las interpretaciones que le dé la gana. Que cada cual lo entienda y lo aborde le venga en gana, por supuesto.
El productor Raül Refree, de hecho, dijo en una entrevista para ABC que «los guitarristas de Pepe Marchena eran unos punkis».
Es cierto. La técnica de los guitarristas flamencos ha cambiado mucho desde principios del siglo XX. Antes eran mucho más primitivos, más básicos, pero su técnica ha evolucionado mucho y se ha vuelto más virtuosa. Entre estos últimos han aparecido algunos muy buenos y con mucha técnica, como Paco de Lucía , pero a mí me gustan más los guitarristas menos virtuosos y más emocionales. Me parecen mejores… esa forma básica y primitiva para mí es más interesante. ¡Vamos, que los guitarristas de principios del siglo XX me parecen mejores! ¡Sí, sí!
¿Por ejemplo?
Ramón de Montoya, Félix de Utrera y Sabicas, aunque este último sea más moderno y también un poco virtuoso
¿Hay algún cante que pueda escuchar en bucle y no le canse nunca?
« La cabal de Silverio » (Franconetti), cantada por Pepe de la Matrona, por ejemplo. La puedo escuchar millones de veces.
¿Y con qué palo del flamenco se identifica más?
Como oyente me gustan todos, los disfruto por igual, pero al interpretarlos o cuando tomo cosas de ellos para mis canciones me siento más cómodo en los cantes menos jondos. Es decir, las alegrías, los fandangos...
¿Hay algo que no se haya dicho de Morente?
Hay muchas cosas que no se han contado de Morente, daría para hacer una enciclopedia, pero yo siempre destaco su capacidad para abrir esa puerta por la que entraron nuevos cantaores, los cuales aprendieron que podían saltarse los límites y evolucionar. Gracias a su trabajo tenemos ahora a todos esos artistas que están haciendo un trabajo impresionante y con una repercusión enorme, como Rosalía , el Niño de Elche, Soleá Morente o Rocío Márquez . Todos ellos deben mucho a Morente y a esa puerta que él abrió para que el flamenco pudiera evolucionar y adaptarse al momento.
¿Les costó mucho que Morente colaborara con ustedes en el tema «Tendrá que haber un camino»?
¡No, qué va! Lo hizo encantado. Él había ido siguiendo poco a poco el proceso de composición y grabación a través de casetes que yo le iba pasando con todas esas alegrías, tientos y otros palos que íbamos adaptando. Y le gustaban bastante, así que vino encantado cuando se lo propusimos. ¡Nos quedamos flipados cuando cantó esa canción en el estudio! Y no nos cobró nada (risas) ni jamás nos pidió un duro después. Solo se interesó por la historia que contaba ese tema y la cantó durante un día entero.
¿Qué cuenta esa canción?
La música está metida dentro de una caña (palo flamenco), pero la letra es mía. Cambié la letra de una caña tradicional, que era «La caña de Chacón» cantaba por Morente, por otra mía, que era un homenaje a mi amigo Aleix Vergé, DJ Sideral, muerto poco antes.
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