Flamenco
Pepe Habichuela: «En un año en Japón no me dio tiempo a probar el sushi»
El guitarrista granadino, que desde hace décadas reside en Madrid, se encuentra grabando un disco junto a Kiki Morente cuando ha recibido el Premio Moments y ha sido nombrado miembro de honor de la Universidad de Alcalá

Su hermano, Juan Habichuela, tocaba a oscuras en aquella cueva del Albaicín donde vivían nueve personas. Él trataba de dormir, pero rápido abría los oídos y en silencio y a oscuras se empapa de la sonoridad de las piedras. Ese fue el primer himno de ... su vida. Una zambra, quizá unos tangos o un arpegio nocturno por soleá que le mecieron la cuna que no tuvo. Al despertar, el romanticismo siempre se quebraba: «Había cierto conflicto por despertarse el último. Pantalones para todos no había, y te podías quedar el resto del día sin ellos si no estabas espabilado» . Su rutina no fue tan sencilla como la de ahora, donde todos le alaban y el trabajo, por suerte, parece no terminar nunca, pues jóvenes como Israel Fernández o Kiki Morente, con quien anda grabando un disco, no dejan de llamarlo. Tampoco lo tuvo fácil en un tablao en Almería, donde empezó, ni en Madrid, ciudad a la que llegó en los años 60, ni en Japón, donde se marchó a los 20 con su mujer, la bailaora Amparo Bengal a.
«Mi boda fue en Triana, con todos los gitanos grandes de Sevilla, y allí dijimos que nos íbamos seis meses a Tokio a trabajar. Era mentira, claro, pero decir que nos íbamos un año, tan jovencitos, era demasiado. Yo conocía parte de España y Europa, pero Tokio era muy diferente. Una cultura muy distinta, y más en aquella época, los 70». ¿En qué notó tal impacto? «La gente, la comida, todo…». ¿Y le gustó el sushi?, le pregunto. «Hay dos cosas en eso que te pueden hacer gracia. Lo primero es que en todo un año viviendo en Japón no probé el sushi. Será que no me dio tiempo... Nosotros íbamos todos los días a un italiano donde servían cositas más parecidas a las nuestras. Había pan, aceitito… Nuestras cosas. Lo segundo es que hoy me emborracho con el sushi. Me encanta . Lo llego a saber antes… Entonces es que era algo muy raro».
De fiesta con Caracol
El gitano de talle enjuto que cuenta sus periplos por el mundo, que ha recibido la Medalla de Oro al Mérito en las Bellas Artes y, más recientemente, el Premio Moments, fue el acompañante habitual de Enrique Morente . «A él lo conocí en Madrid. Me lo presentó uno de mis hermanos pequeños, Luis; aunque decir 'mis hermanos pequeños' suena medio a broma cuando el menor tiene 65. Anyway…». No habla inglés, pero domina los conectores. «Morente, que era un genio, y yo congeniamos muy bien e hicimos discos tan emblemáticos como el 'Homenaje a D. Antonio Chacón' y 'Despegando', que fue muy disruptivo. Lo que más me gustaba de él era que nunca dejaba de sorprenderme. Tarareaba algo y eso resultaba ser una genialidad. Y más cuando pasaba un tiempo».
Pepe Habichuela le tocó a Caracol en una fiesta y a Pepe Marchena. Juanito Valderrama le susurraba todo el repertorio del Levante antes de salir a escena. La Niña de la Puebla le imponía. Juan Varea, Sabicas, Paco de Lucía y la amplia nómina de artistas que encontró a su paso, directamente, le fascinaron. Y de algo así presume: «Pocos podrán decir que han acompañado a Manolo Caracol y a Miguel Poveda . A Marchena y a Israel Fernández. Estoy con todo mi pasado rodeado de juventud, y ese el mayor regalo que me llevo. El principio es la verdad de la vida, por eso en mi cueva aprendí todo lo importante. Después me he encontrado con un universo maravilloso. No conozco otro mundo, pero este me encanta, aunque ya esté mayor y no viaje tanto ni tan lejos. Anyway...».
De Ketama a la Isla Reunión
La otra satisfacción que se lleva es la de ser el autor del espaldarazo definitivo a los Ketama . «Después ellos han hecho una carrera enorme, pero me alegra que mi hijo y mis sobrinos se sigan acordando de mí como el que los puso ahí enfrente y el que les enseñó mucha de la buena música con la que armaron sus mimbres. Con mi hijo, Josemi Carmona , que entró en Ketama a los 14, tengo una relación preciosa. Tocamos juntos y ahora soy yo el que aprende de él, hasta ese punto le hemos dado la vuelta. Somos amigos, compañeros. A ver si lo entrevistas un día, que hablando es mejor que yo. A la guitarra lo machaco» .
Pepe Habichuela fue el primer guitarrista flamenco en grabar para Nuevos Medios , el sello del productor Mario Pacheco con el que registraron algunos de sus álbumes más icónicos La Mode, Martirio, Rafael Riqueni, Pata Negra y Ketama, entre otros. El sello se impuso así como un oasis de creatividad. Hoy es el embajador del festival Flamenco On Fire de Pamplona. De jovencito terminaba de trabajar en Torres Bermejas con El Güito, Mario Maya y Carmen Mora y se marchaba a disfrutar de Farruco, Rafael El Negro y Matilde Coral en el Café de Chinitas, la competencia, «que eso sí era afición: cobrar 30 duros y gastarse 15 en el de enfrente». Cuenta con discos en solitario de enorme envergadura, que estriban entre la tradición y la vanguardia , como 'A Mandeli', 'Habichuela en rama', 'Yerbagüena' y 'Hans', junto a Dave Holland. En París descubrió a Ravel en una reunión entre amigos, y desde entonces lo cuela en sus falsetas por granaínas. Él, a su forma, también es clásico. Encontró el paraíso entre Granada y Madrid, donde reside desde hace décadas. Hasta sus hijos, nacidos algunos de ellos en la capital, se consideran también del Sur. Se fue hasta la Isla Reunión, por África, al fondo a la derecha, a dar un único concierto que se suspendió mientras subía empapado de lluvia la montaña. Ha sido panadero y artesano. Buen catador de whisky. Sigiloso aprendiz de todo. Su historia son un montón de hazañas que se unen por la untura del azar y el talento. Su música esa vida que aprendió a tender en las cuerdas que tensó en aquella cueva. Donde tocaba su padre y su hermano. De donde aún le llegan, a veces, ciertos ecos.
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