MÚSICA

El paraíso encontrado de Fahmi Alqhai y Patricia Guerrero

Las danzas españolas y flamencas se unen en este montaje del violagambista sevillano y la bailaora granadina, Premio Nacional de Danza 2021, quienes han compartido una charla con ABC antes de su espectáculo

Fahmi Alqhai y Patricia Guerrero en el Auditorio Nacional de Madrid Isabel Permuy

Luis Ybarra Ramírez

Que los creadores no buscan, sino que encuentran, lo demuestra Fahmi Alqhai, violagambista sevillano de origen sirio, cuando hace rugir el instrumento para derramar una especie de miel ajada por los años. Patricia Guerrero, Premio Nacional de Danza en 2021, baila por soleá una pieza de Bach . Y en eso consiste el espectáculo que han originado. «'Paraíso perdido' tiene un fondo de olla muy claro: la evolución de las danzas españolas durante la historia. Pierden su carácter de danza en un momento dado y, sobre esa música ya estilizada, le volvemos a incorporar los elementos propios del baile. Un puente entre el flamenco y lo que se hacía en el siglo XVII , entre lo popular, la calle, y los salones de la aristocracia», cuenta Alqhai a ABC unas horas antes de actuar en el Auditorio Nacional de Madrid, donde cosecharon un éxito enorme el pasado 11 de febrero dentro del ciclo 'Fronteras', que organiza el Centro Nacional de Difusión Musical.

«Estaremos con este montaje, aunque bajo el título de 'Fragmentos de paraíso', en el Festival Ellas Crean . El domingo 6 de marzo haremos dos pases en el Museo del Prado , a las 12.00 y 13.30 horas», comenta ella. Su paraíso parece refractarse en un montón de espejos para encontrarse a sí mismo. Sembraron una semilla en la iglesia barroca de San Luis de los Franceses en la última Bienal de Flamenco de Sevilla. Ahora el fruto muta sin cambiar de estado y vadea los tiempos con la confianza con la que sube y baja la marea.

El proceso creativo no ha sido sencillo, sino natural. Arcángel , que andaba girando con 'Las ideas y las vueltas', un proyecto que unió la voz del onubense con la Accademia del Piacere, formación que dirige Fahmi Alqhai, recomendó a una chica que entonces ya bailaba con suma gracia. Allí apareció Patricia Guerrero, iniciando una relación que dura hasta hoy, pues despertó el interés de aquellos músicos entusiasmados con la extrañeza. Ese mezclar lo que parece antagónico y obtener como resultado algo propio se convirtió en una máxima espontánea. Entre todos han dado lugar a un lenguaje que surge de varios dialectos: el de lo jondo con lo antiguo, por donde también se cruzan nombres como los de Rocío Márquez, María José Pérez, Miguel Ángel Cortés, Dani de Morón y Enrike Solinís.

Patricia Guerrero y Fahmi Alqhai Elvira Megías (CNDM)

«Me gusta crear sobre esta música, porque me ofrece un punto muy diferente al de la guitarra flamenca . Son otros códigos que te llevan hacia otros sitios, y que desde que hago mis propios montajes trato de incluir», apunta ella, que sobre el fandango de Santiago de Murcia práctica poses en continua persecución de lo bello. Hay en 'Paraíso perdido' aires de comedia y alta popularidad, intimismo, cambios de vestuario trabajados con el apoyo de una actriz, máscaras y una visión insólita de un momento que yace en el imaginario colectivo. Barroquismo y hondura, marionas con sabor a callejas transitadas por buscones y lámparas de araña en el techo. Mundos, en definitiva, que se conectan y enriquecen mutuamente. Ritmos que cruzan océanos y suben escaleras.

Las maletas, los discos y la 'play'

Lo peor de la profesión son las maletas , sin duda. O eso cree quien ha cargado la viola da gamba en un sinfín de compartimentos en los últimos meses, por no mencionar lo que se le viene encima, periplo que le estimula en la misma medida que le causa congoja. «Soy de los que le cogió gusto al sofá durante el confinamiento. Hubo días muy largos, pero entre el estudio, la cocina, mis niñas, la 'play' … no estuve mal. Ahora estamos en el escenario opuesto, y no me puedo quejar: la Filarmónica de Berlín , la Exposición de Dubai, Madrid, Málaga, Sevilla, compromisos en Francia, Malta, Polonia, Austria, Inglaterra, Suiza… Estoy de pruebas, visados y complicaciones de todo tipo hasta arriba».

Lo mejor, quizá, es que los objetivos más elevados andan revueltos con la rutina. ¿Qué se hace después de obtener un Premio Nacional de Danza? «Pues ensayar» , asegura la granadina. «Tengo tan integrado el baile en mi vida desde que soy una niña que salir al escenario es para mí como caminar o respirar. Hay un flamenco hecho por jóvenes que está lleno de raíces, pero que está vivo y, por tanto, atrae a la gente de este tiempo. Se rige por los códigos de hoy. Entiendo esta distinción como un premio por ser parte de ello. Me siento muy agradecida, pero mañana bailaré con la misma idea que hace cinco años. Ya te digo: caminar, respirar, bailar. Es lo mismo».

La complicidad se desata cuando hablan de las músicas con las que les toca convivir. «Cocinando», dice Fahmi, «escucho la sexta de Mahler y a Daviles de Novelda, un tipo que yo no sabía quién era hasta que me lo enseñó mi hija» . Patricia Guerrero, por su parte, viaja en coche con Pepe Marchena como banda sonora o Ed Sheeran. Da igual. Su Spotify ha de mostrar una tarta con mil colores a finales de año. «Además, nuestro arte sigue su curso de forma paralela a las modas. Va por otros derroteros que no tienen nada que ver con lo comercial. Este proyecto no hubiese tenido sentido hace una década. Lo tiene ahora, después de muchos encuentros y hallazgos, de probar, conocer y relacionarse. Estamos en un momento de madurez, sin miedo a la crítica y con plena confianza en lo que hacemos».

Patricia Guerrero y Fahmi Alqhai Elvira Megías (CNDM)

Ambos son poco románticos en lo que se refiere a la industria discográfica y la escucha. No compran discos, ni siquiera los reproducen ya ni tienen ninguna intención de hacerlo cuando cae algún ejemplar en sus manos. «El equipo de música lo tengo conectado a la 'play' . La música la disfruto de otra forma y por otros sitios», sentencia Fahmi, a quien una recomendación amistosa le puede dar la tarde al verse obligado a analizarla con ojo de cirujano. Una coleccionista de vinilos que pulula por aquí, durante la entrevista, lo mira con los hombros imantados al suelo. La respuesta ha caído sobre ella como una losa. Pero eso ha dicho quien va a llenar con su sonido la sala de cámara de la Filarmónica de Berlín a finales de este mes: que Tomás Luis de Victoria vive en un ordenador y por su altavoz lo que salen son voces de comentaristas.

En este 'Paraíso perdido' se antojan entonces pocos tópicos. Un universo afinado e ideal se descubre por el movimiento del cuerpo y el arco que frota las cuerdas. Ese gesto hace resurgir el pasado desde otro prisma. Afloran ecos lejanos y leyendas nuevas. Un relato inacabado que sigue su curso se aparece con atributos propios. Lo que se creía muerto, o parado, se mueve . Y en ese vaivén de las cosas se halla un paraíso diferente al que buscaban. No estaba en el horizonte, sino en su forma de mirarlo.

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