Las nuevas luchas de la vieja canción protesta
Del reguetón a Taylor Swift, música y política renuevan votos y amplifican su poder de transformación social
![La cantante estadounidense Taylor Swift](https://s3.abcstatics.com/media/cultura/2020/05/04/cancion-protesta-ksMH--1248x698@abc.jpg)
«Si alguien no lo puede remediar», cantaban Los Planetas allá en los alegres y desinhibidos noventas, «la canción protesta volverá». Ese alguien, está claro, no ha hecho demasiado bien su trabajo, pues aquí estamos, recién estrenado el cambio de década y bien entrados en el nuevo milenio, viendo cómo la vieja canción protesta de toda la vida, ese «This Machine Kills Fascists» que Woody Guthrie garabateó en su guitarra hace un buen puñado de años, ha mutado en un sinfín de propuestas que no han hecho más que estrechar lazos y reforzar vínculos entre música y política . «Estos son los nuevos profetas de la nueva revolución / Vamos a cambiar el mundo con esta canción», que dirían J y los suyos.
Siempre habrá quien crea que cualquier tiempo pasado fue mejor y que nada como un cantautor con coderas o un puñado de punks malcarados para remover conciencias . Incluso el periodista y escritor Dorian Lynskey , autor del referencial «33 revoluciones por minuto. Historia de la canción protesta» (2015), abonaba la teoría asegurando que a partir de los noventa la canción política había perdido fuerza y empuje. «Se siguen escribiendo canciones protesta, pero no son tan excitantes y poderosas. No se puede comparar con codearse con Luther King o hacer campaña por Mandela . Todavía hay gente enfrentándose a la política, todavía son importantes, aunque no habrá otros Dylan o The Clash . Nadie se va a convertir en una gran estrella haciendo esto», explicaba el británico al poco de publicar el libro.
En todo este tiempo, sin embargo, las cosas han cambiado de tal modo que la música no solo ha amplificado su condición de transformador social , sino que lo ha hecho por las vías más insospechadas. Están las canciones, sí, pero sobre todo están los artistas. Ahí queda, por ejemplo, el papel que jugaron las estrellas del reguetón y el pop latino en la caída de Ricardo Rosselló como gobernador de Puerto Rico el pasado verano. En pocos días, cantantes boricuas como Bad Bunny, Residente, Ricky Martin y Daddy Yankee cambiaron escenarios por manifestaciones, y las protestas contra Rosselló, tras la filtración de conversaciones con comentarios machistas y homófobos , adquirieron un alcance global.
Tanto es así que, a su paso por el Sónar, Bad Bunny consiguió que todo el público se uniera al grito de «¡Ricky Renuncia!», algo para lo que apenas hubo que esperar diez días: al final Rosselló dimitió el 25 de julio y de ahí surgieron «Afilando los cuchillos» y «Bellacoso», dos canciones repletas de dardos contra a Roselló, con las que Bad Bunny y Residente demostraron que el reguetón puede servir para bastante más que para menear el pandero o perrear hasta que el cuerpo aguante. Nada que no supiéramos ya («Querido FBI», de Calle 13 , no es precisamente una canción de amor) pero que no está de más recordar. Porque, ¿cuántos cantantes de folk pueden presumir de haber logrado la dimisión de un cargo público?
«Trump con Peluca»
Otro buen ejemplo de cómo están cambiando las cosas lo encontramos en «Miss Americana» , documental que se acaba de estrenar en Netflix y que, además de desandar el camino al estrellato de Taylor Swift , inmortaliza su «salida del armario» política. La historia, para quien no la conozca, podría resumirse así: después de pasar media vida rehuyendo cualquier conflicto político (máxime después de ver lo que les pasó a las Dixies Chicks , crecidas como ella en el circuito del country ), la cantante mejor pagada del mundo decidió romper su silencio justo antes de las elecciones al senado de Estados Unidos de 2018.
«Siempre he emitido y emitiré mi voto en función de qué candidato protegerá y luchará por los derechos humanos que creo que todos merecemos en este país. Creo en la lucha por los derechos LGTBI , y cualquier forma de discriminación basada en la orientación sexual o el género es incorrecta», escribió Swift en sus redes sociales en alusión a la senadora republicana Marsha Blackburn , a la que se refiere como «una Trump con peluca». «Ella votó en contra de la igualdad salarial para las mujeres . Ella votó en contra de la reautorización de la Ley de Violencia contra la Mujer, que intenta proteger a las mujeres de la violencia doméstica, el acoso y la violación en citas», recordó Swift.
El documental recoge el momento exacto en el que la autora de «ME!» «escribe» su manifiesto político ante la cara de pánico de su publicista y de su padre. «Necesito estar en el lado correcto de la historia», suelta Taylor. Sonará frívolo, sí, pero unas pocas palabras de Swift, la artista que más discos vendió en 2019, bastaron para disparar el registro de votantes en el estado de Tennessee (más de 5.000 nuevos votantes en pocas horas). Al final, Blackburn ganó de todos modos, pero la politización de Swift no terminó ahí y acaba de publicar «Only The Young», canción dedicada a los jóvenes que votarán por primera vez , y que tienen en sus manos refrendar la victoria de Donald Trump o desalojarlo de la casa Blanca. Su opción, por si quedaba alguna duda, es la segunda.
La elecciones presidenciales son precisamente el marco ideal para airear preferencias políticas ( Bon Iver o The Strokes ya se han posicionado claramente a favor de los demócratas) y llevar las cosas al extremo: en las últimas semanas, por ejemplo, hemos visto cómo Public Enemy , iconos del rap de combate autoproclamados como «la CNN de la comunidad negra», protagonizaban una rocambolesca historia a cuenta de un mitin de Bernie Sanders .
Según avanzó «Rolling Stone», la banda habría expulsado a F lavor Flav , histórico miembro de la formación, por haber recelado del apoyo de la banda al candidato demócrata, aunque al final la cosa parecía tener más que ver con derechos de imagen y, en fin, con relucientes fajos de dólares que Flav quería cobrar. «Algunas personas trataron de decir que hice esto porque soy un partidario de Trump y eso no es cierto. ¡A la mierda con Trump! », declaró Flav a «The Guardian» para zanjar el incidente y marcar distancias con, pongamos, Kanye West , archienemigo de Taylor Swift y uno de los pocos raperos, por no decir el único, que han mostrado su apoyo al actual presidente de los Estados Unidos.
Porque, en estos tiempos de redes sociales y polémicas virales , el pop y la política no necesitan de un escenario para hacer buenas migas. «En una era tan fragmentada, donde cada tuit o letra tiene el potencial de un escrutinio minucioso, mantenerse despierto y participar políticamente se ha convertido en un imperativo, más que una opción, para un número creciente de músicos pop», escribía el periodista Jason King en su resumen de la década para «Pitchfork».
Se abre así un marco en el que cabe el activismo feminista de Beyoncé , el escueto tuit de Rosalía contra Vox , la entrevista de Cardi B a Bernie Sanders o la campaña de Bad Gyal en pos de la remunicipalización del agua en Barcelona. «Las estrellas pop se han vuelto más libres de decir lo que piensan, no solo porque tienen acceso a las plataformas de redes sociales , sino también porque a veces están hablando con bases de fans mucho más descentralizadas y también mucho más leales de las que podrían tener en épocas anteriores, cuando un número menor de grandes plataformas como MTV y radio pretendían funcionar como una especie de monocultivo», concluye King.