Natalia Lafourcade: «He llegado a cuestionarme si ahora tengo que ser 'influencer' para ser artista»

La cantante publica 'Un canto por México Vol. 2', el segundo disco de su proyecto para reconstruir el Centro de Documentación del Son Jarocho en el estado de Veracruz

Natalia Lafourcade ABC

Nacho Serrano

En la ciudad de Jáltipan de Morelos, en el estado mexicano de Veracruz, hay un lugar donde se trabaja con cariño y tesón por la preservación del son jarocho, un género nacido en las comunidades de esclavos de la época colonial en el siglo XVIII. Fundado por el grupo musical Los Cojolites, el Centro de Documentación del Son Jarocho llevaba casi veinte años funcionando a pleno rendimiento hasta que el terremoto de 2017 destruyó gran parte de sus instalaciones. Desde entonces se ha hecho un enorme esfuerzo por su reconstrucción, al que se ha sumado una poderosa aliada: la artista multipremiada y superventas Natalia Lafourcade . La cantante, que se enamoró del proyecto cuando lo visitó poco antes del gran temblor, organizó un concierto en 2019 en el Auditorio Nacional que reunió a Café Tacvba, Panteón Rococó, Carlos Rivera, Mon Laferte y Jorge Drexler, y en 2020 publicó el álbum 'Un canto por México', todo a beneficio de este preciosa iniciativa histórico-cultural.

Un año después, Lafourcade remata su homenaje con 'Un canto por México Vol. 2' , otra colección de pura mexicanidad musical en la que participan Pepe Aguilar, Aida Cuevas, Silvana Estrada & Ely Guerra, Caetano Veloso, Rubén Blades & Mare Advertencia, Carlos Rivera, Mon Laferte, Jorge Drexler y Los Cojolites. La propia Natalia nos cuenta los detalles en videollamada, desde una cabaña perfumada de incienso en un pueblito de Veracruz.

Enhorabuena, vaya maravilla de disco. Y eso que le pilló la pandemia de por medio.

La pandemia empezó después de sacar el primer volumen, así que el segundo volumen se quedó en pausa. Ya lo tenía terminado al 70 por ciento, y lo que faltaba lo terminamos haciendo las colaboraciones cada uno desde su casa. Le pedí a una amiga que me prestara su rancho para improvisar un estudio, poniendo un colchón allí, otro acá... Fue como volver al origen, cuando tenías que ingeniártela para grabar.

Por cómo suena, la colaboración con Drexler no pudo ser a distancia, ¡imposible!

Esa fue la única. Fue una grabación del tipo 'la última y nos vamos'. Fue a la una de la mañana, cuando ya no había gente en el estudio. El espíritu de Jorge es tan bohemio, tan especial, que la fiesta seguía en el estudio. El productor nos dijo que teníamos que grabar lo que sucedió ahí, como regalo, como la cerecita del pastel. El disco ha logrado encapsular el canto de lo que somos, con nuestro amor, desamor, alegría, pena... y esta canción al final es como '¡para qué sufrir!' (risas). Es como una mantita de amor.

¿Cómo se le ha quedado el cuerpo al terminar un proyecto tan importante en lo personal y lo musical, que ha requerido varios años?

Siempre siento el vacío cuando lanzo un disco. Y sobre todo si después no voy a estar de gira, porque no hay planes al respecto para una buena temporada. Es como 'ay madre, y ahora ¿qué sigue?' Pero este proyecto es muy particular por la reconstrucción del Centro de Documentación del Son Jarocho, y para que eso termine todavía falta mucho. El disco salió, pero hay mucho trabajo que hacer. Todo iba a ser más rápido, pero llevamos años con ello. Tengo deseos profundos de hacer nueva música, y no sé si se va a cruzar con la inauguración del centro. Eso sí, ahora me voy a tomar unas vacaciones.

¿En el disco ha entrado todo lo que quería que entrara? Abarcar toda la música mexicana es imposible...

Es imposible, sí. Pero estoy contenta con lo que hicimos, y muy satisfecha. Hay un momento en el que proyectos toman vida propia, espíritu y fuerza propia, un momento en el que ya no los puedes controlar. Ellos dicen si tienes que ponerle más, o quitarle un poco de allá o acá. Están todos los invitados que tenían que estar, e interpretamos todas las músicas que teníamos que interpretar. Se ha convertido en una fórmula acertada, porque me gusta el resultado, y además me enriquece en mi forma de acercarme a los folclores. Seguirá habiendo cosas como ésta en mi carrera. Quise hacer algo por la música de México, siguiendo el propósito del Centro de Documentación del Son Jarocho, que es el de la reivindicación, la preservación y el apoyo al folclore mexicano. Creo firmemente en la importancia de todo esto.

¿Qué tipo de actividades desarrolla el centro?

Es un lugar increíble. Se ha dedicado a reunir documentos y registros de la vida del son jarocho, de dónde viene, quiénes son sus leyendas, qué traen las nuevas generaciones... Es un género vivo, en evolución, y es además un estilo de vida. Hay muchas cosas vinculadas al son, a este canto a la celebración. Hay seminarios una vez al año, talleres de son, de jarana, de leona, de marimbol, de percusión, se enseña a zapatear, a escribir el verso... y también hay clases de cocina tradicional, de pintura, de arte textil y hasta de cine. Siempre hay algo sucediendo, y eso es muy positivo porque esa zona de México se ha visto muy afectada por la pobreza, la desigualdad, la injusticia y la violencia. El trabajo que hace este centro ha sido importante para salvar vidas, para salvar familias.

Aquel gran terremoto, y ahora la pandemia, ha sacado a la superficie algunas problemáticas que estaban soterradas. De eso habla un poco en la canción 'Nada es verdad'.

Esa canción la hicieron Los Cojolites, y para mí era importante tenerla en el disco porque pone sobre la mesa una situación que es incómoda de ver, pero que está ahí. En este sistema, en el poder, no importa que haya equilibrio en el mundo ni que la Humanidad esté bien. Sólo ganar más dinero o tener más poder. La propuesta debería ser vivir en un mundo más equilibrado, donde se respeto lo más básico, que es la vida. Vivimos en un desmadre... ¿cómo arreglamos tantos problemas en el mundo? Las gente de sitios muy diferentes estamos entrelazados por esos problemas. Y hay cosas que no nos imaginamos, que son peores de lo que creemos. Lo que pasa en las comunidades rurales de México es que se les ha dejado de dar valor. Hemos perdido el respeto por ellas, y por su sabiduría ancestral. Tenemos la conciencia dormida, y demasiadas distracciones que nos alejan de las cosas importantes. Hay que fomentar el amor, la empatía, el trabajo en comunidad. Siento que el proyecto de 'Un canto por México' tiene esa característica.

¿Tuvo la sensación de que el jurado de la academia de los Grammy valoró el componente social del disco cuando emitió su fallo? ¿O cree que se ciñó a lo estrictamente musical?

Posiblemente sí. La verdad, la academia siempre ha tenido su historia de apoyo a proyectos altruistas. Creo que este proyecto removió. A mí me dio mucho gusto tener estos reconocimientos, por haber colaborado con tanta gente talentosa. En este disco me ha tocado trabajar con músicos que llevan décadas haciendo cosas increíbles, y que no habían tenido mucho reconocimiento.

Ha entrado recientemente en el Consejo Directivo de la Sociedad de Autores y Compositores de México. ¿Qué está aprendiendo allí?

Voy percibiendo que la industria musical está en una transición, por el cómo se consume la música. Los números afectan más que nunca a cómo se hace la música. Ahora los artistas liberan canciones muy rápido, todo el tiempo está pasando algo. A mí ahora me toca ver esto de cómo me piden tantas cosas para las plataformas. Antes era la radio, y aunque ésta exista, en las plataformas todo es tan rápido, tan brutalmente efímero, que las tecnologías se te van atravesando y tienes que encontrar la forma de relacionarte con ellas. Esto te hace cuestionarte: ahora, para ser artista, ¿también tengo que ser influencer?

Me despido preguntándole por alguien que parece llevar bastante bien todo esto que comenta: C. Tangana. Él me dijo que la buscó a usted desesperadamente para que colaborara en su disco 'El Madrileño'., pero que no pudo ser. ¿Qué pasó?

No fue que yo no quisiera, para nada. Al contrario. Sé que me buscaron, su productor me buscó en plena cuarentena. El mensaje se me quedó atrás, y como que nunca lo vi... Cuando el disco salió, me lo mandaron y dije: 'Qué pena'. Quedó esa deuda pendiente.

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