Flamenco y Literatura

El nacimiento de dos poetas muertos

Miguel Hernández y Rafael Montesinos, dos autores con muchos puntos en común

Montaje de Miguel Hernández y Rafael Montesinos ABC

Luis Ybarra Ramírez

Los universos literarios encierran curiosidades que, si atendemos a la estadística, parecen no serlo tanto. Aún así, resulta interesante recordar que Charles Dickens y Sinclair Lewis comparten su fecha de nacimiento en diferentes años, como Robert Graves y Dumas o Borges y Paulo Coelo . En la cultura popular, Shakespeare y Cervantes también coincidieron, aunque, esta vez, en la muerte y tan solo en el imaginario colectivo, pues no es cierto que ambos fallecieran un 23 de abril, Día Mundial del Libro, como habitualmente se cree. Así funcionan las cosas: si no surge, se fuerza, y ya. La historia de la Humanidad, o la de la Literatura, empieza a ser ancha; nada que objetar al respecto. El tiempo corre y estas sincronías en los almanaques, en el fondo absurdas y azarosas , son frecuentes desde, al menos, la mitad de los tiempos, si no el principio. Hubo escritores que nacieron el mismo día que se publicó aquella obra trascendental. Otros que lo hicieron a la misma hora que murió un gran rey y, quizá, mientras un autor echaba sus últimos estertores en una cama, en otro lugar del globo veía la luz alguien llamado a cambiar el rumbo de los textos. Unos concebían genios a la par que otros se retiraban del mundo. Ha habido, seguro, de todo. Los días 30 de los dos últimos meses, septiembre y octubre , volvió a suceder: el nacimiento de dos poetas ya muertos.

De uno, Miguel Hernández, se celebró el 111 aniversario en octubre. De otro, Rafael Montesinos, 101 en septiembre. Más trivialidades: capicua. El hecho es que las décadas, que a su curso van llenándolo todo de ambigüedades, hacen que uno, por su temprana muerte, parezca mucho más remoto que el otro, aunque tan solo se llevaran diez años de diferencia. ¿Qué tuvieron en común ambos autores, uno relacionado con la Generación del 27, a pesar de las desavenencias, y otro a la estela de Bécquer, aunque muy posterior? Pues su carácter sentencioso y, a menudo, popular. Esa aridez elocuente que los une en el octosílabo y, por su esencia, en el flamenco. Miguel Hernández, después de Federico García Lorca, es el poeta que más se ha adaptado al cante . Rafael Montesinos, tal vez, de los que más ha escrito . Y ahí se separan de nuevo. El de Sevilla buscó el flamenco en sus muñecas: «Haz caso de lo que digo/que nunca le he puesto letra/a copla que no he vivido». Al de Orihuela, sin embargo, vinieron los artistas a buscarle: «A las aladas almas de las rosas/del almendro de nata te requiero/que tenemos que hablar de muchas cosas/compañero del alma, compañero», canta Serrat o Morente, Carmen Linares o Arcángel, Manuel Gerena y tantos otros.

La apacible rutina de Montesinos ( «Mis mañanas eran claras/porque mi vida lo era/no porque fueran mañanas» ) contrasta con la convulsión de la de Miguel Hernández, tras el tormento de las cebollas y los barrotes, los niños yunteros, las cabras y esos espacios siderales de viejos peces de río que fueron a buscar su muerte al mar. Cuando uno jugaba en su mitificada tierra natal, el otro se alimentaba de la escarcha. Ya lo dijo Manuel Alcántara , coetáneo de Montesinos: «No sabía que Miguel/muriera de España y cárcel/no se podía saber/era yo un niño en el parque» . Pues eso. Qué iba a saber aquel Rafael que entonces escuchaba las placas de Manuel Vallejo que hacía rayar su madre en la gramola, como explica, por soleá, en 'Con la pena cabal de la alegría', libro en el que sentencia, de otra forma, eso de que no hay extensión más grande que la herida: «Lo peor de todo ha sido/que aquellas penas que tuve/ni me duelen ni se han ido». Fragmentos de otros poemarios como 'La vanidad de la ceniza' y 'De la niebla y sus nombres' también se colaron en el repertorio de muchos cantaores. Además, partió de versos populares, es decir, sin autor, para componer poemas más extensos . 'La escalera', uno de los más relevantes de su obra, tiene su origen aquí: «Sentaito en la escalera/esperando al porvenir/y el porvenir nunca llega». Esa letra la grabó, entre otros muchos, El Chaqueta. Esta vez, por tangos.

Lo de Miguel Hernández , dada su universalidad, resulta muy distinto. Enrique Morente le hizo un homenaje en forma de álbum en 1971 y esto le abrió una rendija a quienes vinieron detrás: Carmen Linares, Calixto Sánchez, Camarón de la Isla, Duquende… El Torta murió con 'Rayo de luz que no cesa' en su mesilla de noche. El Pica, también de Jerez, naufragó mil madrugadas por esos versos de absoluto delirio. Juntos lo compartieron todo. Como Miguel y Rafael la fecha en la que venir al mundo, un 30 otoñal. La casualidad es que sus ideas se encontraran por siempre en la música. Donde siguen.

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