Muere Pedro Iturralde, gran maestro del jazz español
El legendario músico, saxofonista, clarinetista y compositor español, que seguía en activo, tenía 91 años
![El músico Pedro Iturralde, fotografiado en su casa de Madrid](https://s1.abcstatics.com/media/cultura/2020/11/01/pedro-iturralde-muere-kxlG--1248x698@abc.jpg)
El músico de jazz Pedro Iturralde ha fallecido en Madrid a los 91 años. Era uno de los verdaderos pioneros de este estilo musical en España y un intérprete de saxo cuya solvencia fue muy bien valorada por diversas estrellas del jazz del otro lado del Atlántico y del ámbito europeo. Pedro, cuya paternidad sobre el jazz-flamenco es notoria, tenía previsto ofrecer un concierto el próximo 23 de noviembre en la sala Galileo Galilei de Madrid, en el marco del festival de jazz de la capital.
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Iturralde, que llevaba siete décadas en la escena, conformó sus cualidades como músico de jazz durante los años 50, adoptando las formas sonoras del hard-bop. Con ellas, ofreció a través de sus grabaciones y conciertos, durante muchos años, múltiples argumentos a los enciclopedistas del jazz, pero es que, además, el músico jamás abandonó las escenas. Recibió por ello numerosos premios; el último, en 2019, otorgado por el prestigioso programa «El Ojo Crítico», de RNE, si bien fue el «Premio a toda una vida», concedido en 2007, por la Academia de las Artes y las Ciencias de la Música, uno de los que mejor definieron su carrera.
La vida en directo
Para un jazzista, no obstante, por importante que sea el reconocimiento de la industria del disco, lo realmente valorable es seguir manteniendo la posibilidad de expresarse frente al público. Esa experiencia del directo es, además, la razón de ser probablemente más importante del propio jazz.
Cuando Pedro Iturralde comenzó su carrera, realizando sus primeras giras en aquella España de 1948, eran muy pocos los intérpretes con los que contaba el catálogo del jazz local. Hoy, en cambio, este estilo musical es reconocido en escuelas y universidades y su difusión llega a través de múltiples canales: radio, televisión, discos, internet... La senda iniciada por Pedro Iturralde tuvo prolongación en sucesivas generaciones de músicos.
Nacido en Falces, Navarra, el 13 de julio de 1929, Iturralde no tardó en enamorarse, como decíamos, del emergente bebop de los años 40; esencialmente, música resuelta por un hatajo de negros errantes que, ante comentarios como el de la publicación «Down Beart» («No puede cantarse, tampoco se puede bailar, quizás no pueda ni siquiera escucharse: ¡es el bebop!»), decidieron cerrar sus oídos para seguir haciendo forja de un estilo que, hoy, todavía, se considera dominante.
Un par de décadas más tarde, las puertas del emblemático club Whisky Jazz, en Madrid, se abrían al paso del músico, que, por cierto, tenía la misma cadencia que el de Tete Montoliú y Vlady Bas, pioneros, como él, de las primeras sesiones enjundiosas de jazz hecho en España.
El jazz-flamenco
Y llegaron las primeras iniciativas de Iturralde, incursionando –como nuestros clásicos– en motivos muy diversos del folclore. El flamenco fue objeto de su atención en 1967, cuando grabó al lado de un joven Paco de Lucía aquellos dos volúmenes titulados «Jazz Flamenco», para la fonográfica Hispavox. Esa experiencia –ahora lo sabemos– fue precursora de un estilo preñado de posibilidades y futuro, además de servir para que ambos discos se distribuyesen en Estados Unidos, a través de la prestigiosa compañía Blue Note. Y, aunque no tan conocida la experiencia, conviene recordar que, en 1965, Iturralde publicó un EP titulado «Flamenco twist», en el que ya hacía síntesis entre nuestro flamenco y aquella cimbreante cadencia pop, popularizada en Estados Unidos por Chubby Checker.
El tiempo, ese juez ceñudo e insobornable, transcurrió raudo desde entonces y, con él, también los diversos episodios de un currículo que, como el de nuestro protagonista, atesoraba decenas de sesiones en foros culturales universitarios, centenares de sesiones de grabación para las más diversas figuras de la música popular, variadísimas colaboraciones materializadas con cualquiera de las grandes estrellas americanas de paso por España, e innúmeras comparecencias en festivales de todo el mundo. Merece citarse en este sentido la ocasión en que el musicólogo Joachim Berendt reclamó en 1967 la presencia de Pedro Iturralde en el Festival de Jazz de Berlín, al lado de figuras como Thelonious Monk y Miles Davis.
Predicamento
El premio a tan abrumadora constancia fue envidiable: un predicamento de primera magnitud y una jubilación muy poco aburrida. Y, por si esto les parece poco, Pedro Iturralde pasó su carrera alternando actuaciones y grabaciones de jazz con la creación de una obra sinfónica de evidente prestigio cuando se rememoran sus trabajos con la Orquesta de Cámara de Víctor Martí, la Orquesta Nacional de España y con las Sinfónicas de Tenerife y RTVE. Su obra «324 escalas para la improvisación de jazz» obtuvo, en 1990, el premio del Ministerio de Cultura por su contribución a la pedagogía y, dos años más tarde, otro de sus títulos, «Old friends», fue seleccionado para ser interpretado por la Big Band Europea de Maastrich.
Y, solo por completar el perfil, interesa saber también que la labor docente de este admirador confeso de Dexter Gordon, al frente de la cátedra de saxofón en el Conservatorio Superior de Música de Madrid, fue responsable de varias generaciones de saxofonistas de gran competencia. El nombre de Pedro Iturralde ya figura entre los verdaderamente grandes del jazz hecho entre nosotros. En adelante, va a ser una labor muy estimulante rebuscar su trabajo en bandas sonoras de películas como «El viaje a ninguna parte» o «Nuevas amistades», y en discos como «Etnofonías», «Una noche en el Central» o «Featuring Hampton Hawes», grabado en 1968, junto a aquel pianista de la Costa Oeste estadounidense.