Muere Jerry González, uno de los referentes del «latin jazz», tras un incidente doméstico en Madrid

El músico residía desde 2000 entre nosotros, detalle que, a menudo, permitió disfrutar de su música en directo en los clubes de nuestro país

Jerry González ABC

Luis Martín

Hoy fallecía en Madrid el músico estadounidense Jerry González . La muerte se produjo por inhalación de humo, a consecuencia del incendio que se declaró en su vivienda del barrio de Lavapiés. El legendario trompetista neoyorquino arrastraba una frágil salud y no soportó el incidente. González residía desde 2000 entre nosotros, detalle que, a menudo, permitió disfrutar de su música en directo en los clubes de nuestro país. En años recientes no se prodigaba tanto, y una de las últimas ocasiones que pudo vérsele fue cuando actuó como invitado del contrabajista Javier Colina en la edición de 2016 del festival de jazz de Madrid.

Estas estancias en nuestros escenarios destapaban una verdad palmaria: regresar a Nueva York, donde había nacido el 5 de junio de 1949, no le importaba demasiado. Y esbozar ahora, con su muerte, un rastreo somero de su existencia, es lo más parecido a enredarse en un océano de sorpresas artísticas que bate récords de compromiso con la evolución del jazz, además de ofrecer inequívocas razones del porqué Bobby Hutcherson o Chico O'Farryl quisieron que estuviese en sus grupos.

Atraído desde niño por la tradición musical afrocubana, detalle que, desde su debut con Dizzy Gillespie y Eddie Palmieri , no dejó de alimentar, Jerry González lucía un estilo en el que la calidez expresiva y el dominio de las sonoridades más amplias, monopolizaban el fraseo de su trompeta. La culpa la tuvieron el productor René López que le inició en la música cubana, invitándole a integrar un grupo con su hermano Andy y el trompetista Kenny Dorham , y el baterista Rashied Ali , al que González calificaba como su primer guía en el jazz avanzado.

El definitivo salto a la titularidad de sus proyectos no llegó hasta que, en las postrimerías de los 70, Kip Hanrahan le ofreció la posibilidad de grabar un disco en su fonográfica American Clavé . El álbum, « Ya yo me curé », se convirtió así en un valioso pretexto para armar su veterana Fort Apache Band . Con esta formación, pudo vérsele en el film de Fernando Trueba , «Calle 54», rodaje que a González le sirvió de pretexto para quedarse entre nosotros.

Por sugerentes que fueran sus discos –y no es difícil que la memoria se recree en « Rumba para Monk » o en « Crossroads »–, no siempre fueron capaces de mostrar su talento. En directo el músico se hacía cumbre con las intensas descargas de su trompeta y la temperatura del parloteo de las percusiones en las que doblaba quehacer. Y, con todo ello, hacía patente su condición de jazzista «bilingüe». Es la misma que le hizo declarar: «Hablo español e inglés; puedo, en consecuencia, expresarme en clave de blues y acometer la rumba sin problemas». Los diccionarios de jazz le definían como el más avanzado de los jazzistas latinos.

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