Muere Dr. John, el gran icono musical de Nueva Orleans

El hechicero del blues-rock sufre un ataque al corazón a los 78 años

Dr. John, durante uno de sus conciertos en Nashville AFP / Vídeo: Muere Dr. John, el músico que inspiró a los Rolling Stones
Francisco Chacón

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Nueva Orleans está de luto y, por extensión, el planeta blues-rock también… porque la leyenda de Dr. John se ha apagado a los 78 años a causa de un ataque al corazón. Basta una imagen gráfica para definir la importancia de su legado: sin su inconmensurable acervo mestizo, no habrían existido los Rolling Stones.

Malcolm John Rebennack Jr. (tal era su verdadero nombre) cruzó la esencia pantanosa con el rock y el resultado ha marcado a las generaciones posteriores de la ciudad musical por excelencia, capital del jazz, del blues, del cajún, de la fusión con reminiscencias diabólicas.

Decían de él que había vendido su alma a Satanás, y quién sabe si como mínimo pactó con él fuera de foco. ¿Se refería a su figura ‘Sympathy for the devil’, de la pareja Jagger-Richards? Se supone que eran solo rumores, pero a nadie le podía haber extrañado.

El boogie-woogie más sucio corría por sus venas y su ‘look’ de hechicero loco le otorgaba una singularidad inconfundible. De ahí que su apodo le retratara en toda su dimensión, como el genio sin prejuicios como era.

Así puede rastrearse en las decenas de discos que, afortunadamente, deja para la posteridad, comenzando por aquel ‘Storm warning’ de 1959. Desde entonces, una avalancha de sonidos aguardentosos sin destilar: ‘In the right place’, ‘In a sentimental mood’, ‘Television’, ‘Aferglow’, ‘Funky New Orleans’ o ‘Lock down’.

Su último álbum, de hace solo cuatro años, quedará para siempre en la memoria colectiva como el que tal vez mejor contenía su espíritu indomable de ‘High priest of psychedelic voodoo’ (Sumo sacerdote del vudú psicodélico). Una increíble colección de canciones subterráneas a mayor gloria del también mítico Robert Johnson y otros iconos del género que abarcaba casi todos los géneros.

Las numerosas visitas de Dr. John a los festivales de jazz de Vitoria y San Sebastián daban cuenta de su conexión con el público del sur de Europa, el mismo que lo adoraba (y adora) desde los tiempos en que solo era un adolescente y tocaba la guitarra.

Sus primeras habilidades instrumentales tenían que ver con el mástil que anticipó la explosión del rock, pero se vio inmerso en un tiroteo y uno de sus dedos se resintió. De modo que cambió al piano para continuar con su expresión musical a contracorriente.

El entrañable Dr. John pasa a ingresar en el olimpo de Nueva Orleans, una ciudad que defendió a capa y espada cuando se vio afectada por aquellas graves inundaciones. Ahí estaba él para desplazarse por los rincones de Bourbon Street, para dejar su huella en el Barrio Francés mientras invocaba a Duke Ellington.

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