Mariza: «La música es, para mí, como una religión»

La fadista comienza hoy en La Mar de Músicas, de Cartagena, el primero de sus tres conciertos en España para presentar su disco «Mundo»

Mariza ISABEL SALDAHNA

FRANCISCO CHACÓN

Mariza es la voz de la Mouraria, el barrio donde se fraguó la mejor esencia del fado. Ahí sigue viviendo su familia, mientras ella abraza a su hijo en la zona de Belém , sin perder nunca de vista sus raíces en Mozambique . Son los enclaves donde se hace fuerte su canción con alma, la misma que proyecta hacia el exterior con la autenticidad por bandera.

Después de haber visto a la mismísima Björk pinchando su música y de llevar a Mika a la Casa de Linhares, se afana en defender su trono de reina del fado actual, en competencia con su «rival» Ana Moura . La avalan himnos como «Gente da minha terra» o «Chuva».

«Mundo», su segundo disco bajo la producción de Javier Limón, la trae a España para una gira que arranca el 21 de julio en Cartagena (La Mar de Músicas), continúa en la localidad gerundense de San Feliú de Guixols un día después –dentro del festival Porta Ferrada– y culmina el 23 en las Noches del Jardín Botánico de Madrid.

En vísperas de sus actuaciones, recibe a ABC en su céntrica oficina de Lisboa, a las puertas de la Avenida da Liberdade y de la concurrida Rua Portas de Santo Antao.

Usted acaba de sorprender grabando uno de los temas de «Mundo» junto a Sergio Dalma.

Sí. Es una voz muy diferente a la mía. Me ha encantado compartir esta experiencia con él. Creo que, como ser humano, es una persona increíble.

¿Le invitará a cantar con usted en esta gira?

Me gustaría mucho, pero no sé si será posible. Ya sabe, problemas de agenda. Esta es una gira más intimista: hablo mucho de mí.

El álbum retrata sus últimos cinco años de vida, desde que dio a luz a un niño sietemesino, como usted.

En realidad, mi hijo es seismesino. Pero sí, este disco refleja que mi estilo de fado es cada vez más propio. Y cada vez me siento más una cantante de escenario, ése es mi hábitat natural.

Alma y ritmo parecen constituir sus dos ingredientes principales. ¿Está de acuerdo?

Necesito alimentar mi alma, pero para mí todo tiene un ritmo. La verdad es que me encanta sentir el ritmo de la ciudad.

¿Cómo es, para usted, el ritmo de Madrid?

Madrid tiene algo que la convierte en distinta. Su ritmo es muy visceral e intenso. En cambio, Lisboa posee una atmósfera mágica, llena de melancolía. Hoy tiene mucho turismo, pero pienso que nunca va a perder su esencia. Por ejemplo, en la Mouraria se sigue respirando fado. Lisboa es como un árbol: sus raíces son inquebrantables.

Y Madragoa, Barrio Alto, Alfama...

Ahí continúan intactas sus tradiciones, como también en Oporto.

Pero sus influencias van más allá del fado, proceden de ámbitos muy diversos.

Mi madre me ponía discos de Mahalia Jackson, de Nat King Cole, de cantantes brasileños o de Cabo Verde. Pero, como a cualquier chica de mi edad en los años ochenta, también me gustaban A-HA o Duran Duran.

El fado es Portugal, y también Brasil o África, las otras patrias de la «saudade».

Exacto. Me fascinan los orígenes del fado, cuando lo cantaban y bailaban prostitutas y mafiosos. Los fadistas eran como los periodistas: contaban en su canciones lo que pasaba a su alrededor porque... no sabían leer. Casi a finales del siglo XIX Lisboa tenía la poesía popular más importante de Europa.

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