CRÍTICA DE ZARZUELA
«La malquerida»: zarzuela con arrestos
Los teatros del Canal recuperan esta obra de Manuel Penella sobre el texto de Benavente, que no se representaba desde 1935
En 1935 la zarzuela estaba cerrando su ciclo vital. El declive fue lento aunque forzado por las circunstancias. La Guerra Civil recondujo la historia encargándose de quebrar la «normalidad» del proceso. Manuel Penella lo vivió de cerca y hasta lo sufrió. Fue un autor pintoresco, un personaje de leyenda, decía de él Luis Sagi-Vela , que como el viejo Lamparilla de Barbieri ejerció muy diversos oficios, sobre todo, en América, desde camarero a payaso o torero. A México marchó poco después del estreno de «La malquerida», su última obra.
«La malquerida» (***)
Autor: Manuel Penella
sobre la obra de Benavente. Dirección musical: Manuel Coves. Dirección escénica: Emilio López. Escenografía: Nathalie Deana. Vestuario: Gabriela Salaberri. Iluminación: Sergio Gracia. Intérpretes: Cristina Faus
En la historia del teatro hay ocasiones en las que se produce una curiosa disfunción: el éxito de las obras no garantiza su continuidad en el repertorio . Es el caso de esta zarzuela desaparecida al poco de estrenarse en Barcelona y recuperada ahora gracias a la iniciativa de los Teatros del Canal con apoyo del archivo SGAE, donde se conservan la fuentes. « La malquerida » se inscribe en las postrimerías del drama rural desde una sólida trama que, apurando su fama, toma como modelo el famoso texto de Jacinto Benavente estrenado en 1913 y adaptado con estupendo estilo por el propio Penella.
Nada tiene que envidiar «La malquerida» a « La rosa del azafrán » o « La del soto del parral » de las que asume una estructura formal prototípica, incluyendo los correspondientes números cómicos, y a las que enriquece en efectismo teatral, en arrebatamiento. Radica ahí la dificultad que asume ahora un grupo de intérpretes cuya presencia se formaliza con más rotundidad en lo musical que en lo gestual, apoyados por el director Manuel Coves y la Orquesta Verum , quienes diseccionan con buena intención la partitura. También el resultado de lo que se ofrece debe mucho al director Emilio López , quien permite en exceso el arbitrio expresivo de los intérpretes y contextualiza decorativamente la obra en un México que, desde el respeto al texto original, soporta el anacronismo de algunas palabras sin apenas añadir una sustancia relevante, ya sea el mariachi de entrada o la ejecución sumarísima final. Son pequeños detalles en referencia a la interpretación actual de una antigua «Malquerida» con la que se enriquece el perfil creativo del autor de « Don Gil de Alcalá » y « El gato montés ».