Los maestros del cante en activo

Con El Lebrijano se va uno de los grandes mitos del flamenco, pero todavía quedan veteranas voces que es posible escuchar en directo

Pansequito RAÚL DOBLADO

DAVID CALZADO

El flamenco se nos va deshojando como los almendros en otoño. Cada uno de los artistas que perdemos, como Juan Peña El Lebrijano , es único e irrepetible, porque antes los brotes salían con personalidad propia, con espejos en los que mirarse pero sin moldes de producción en serie. A pesar de tanta necrológica jonda, todavía podemos consolarnos con un ramillete de cantaores veteranos que nos hacen disfrutar con su arte. Siempre que los programadores reparen en ellos, claro está, algo que no es habitual.

Pansequito (La Línea, Cádiz, 1945) es una referencia clara del cante por derecho y sigue mostrando unas excelentes facultades, como dejó patente el pasado sábado en la Reunión de Cante Jondo de La Puebla, Sevilla. Allí estaba anunciado también, pero no pudo asistir por problemas de salud, José Menese (La Puebla, Sevilla 1942), un nombre imprescindible del flamenco ortodoxo. Lo es también José de la Tomasa (Sevilla, 1951), un excelente cantaor que ha mantenido ese eco rancio que heredó de su tio-abuelo Manuel Torre. Aunque con las facultades algo mermadas, la elegancia flamenca de Carmen Linares (Linares, Jaén, 1951) suele estar presente en las principales citas.

El Pele (Córdoba, 1954) representa hoy el flamenco de arrebato y vive un momento dulce, con una expresión difícil de encontrar. Diego Carrasco (Jerez, Cádiz, 1954), un cantaor impar que llena de compás los lugares por donde pasa. Los artistas más jóvenes lo buscan cada vez más para impregnarse de su genialidad y disfrutar de su compás único.

José El Cabrero (Aznalcóllar, Sevilla, 1944) ha alcanzado cotas de popularidad que superan las lindes del flamenco. Sus letras comprometidas y sus maneras diferentes siguen hoy contagiando a un público que acude en masa a sus conciertos. La Cañeta de Málaga (Málaga, 1932) es la decana de los cantaores en activo. Esta octogenaria sigue llenando de gracia los escenarios con sus cantes y sus bailes.

Con este elenco –y otros artistas más que no se han nombrado– el flamenco, a pesar de las bajas insustituibles, tiene disfrute para rato.

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