Lola, nuestro Jagger
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Joaquín Sabina me lo dejó dicho para siempre: «Lola Flores es nuestro Mick Jagger». Efectivamente, Lola se gastaba una cosa rebelde, surrealista y a contracorriente, como de Rolling Stone de Cádiz, incluyendo la voz de entornada ronquera, que no deja de ser otra singularidad de la desobediencia, o bien otra desobediencia de la singularidad.
Lola va desde sus amores broncos con Manolo Caracol, de zagala, hasta la boda de Lolita, donde acuñó aquello de «si me queréis, irse». Lola va desde el reportaje en Interviú, un desnudo con la melena en llamas y los senos de bronce, hasta sus programas de televisión, como presentadora y entrevistadora, donde decía a veces a la redacción que estaba harta de que le llevaran «filósofos». A Lola la sacabas del tablao y las juergas concéntricas, y todo le sonaba más bien a filosofía. Pero recitaba a Lorca con un hechizo único. Lola va de Lola a Lola Flores. Y al revés. En vida, y hoy mismo, cuando lleva la nueva vida de la eterna.
Hizo un himno sentido, y cañí, al mundial del 82. Y hasta se ocupó de la letra, que era una coplilla de alegre ingenuidad, donde salían los famosos de la época. Pongo aquí una estrofa: «Pues tengo a Florinda Chico en la izquierda colocá,/ en el centro, Lina Morgan, y esto no puede fallá,/ y para furia española, en la derecha total,/ Lola Flores con el carro que se le perdió a Manolo Escobar». La letra es una letra insólita, y una rareza freak , y no la recojo aquí entera porque se me acaba la glosa. Era un poco el himno de la furia española, pero la furia con volantes. Lola era amiga de estas iniciativas un tanto febriles, y luego bordaba el proyecto de promoción llevando el protagonismo con figura y con genio.
Como artista no sabemos aún muy bien qué género practicaba, pero no ha habido otra. Todo, en ella, va aupado a su personalidad enfática, salvaje y entrañable. Lola, por lo general, era mujer contenta, y ponía a menudo esa cara medio embrujada, tan suya, de ir a echarle las cartas por sorpresa a algún reportero. Tuvo siempre mucho entusiasmo de estar bronceada también por dentro. O sea, que el sol interior y flamenco se le salía por los ojos, sobre todo si ese día tocaba presentar elepé, o elogiar a un hijo.
Lola Flores hizo un género de sí misma, y enseguida le salía por el escote la gitana de jaleo, pero una gitana con el bronceado de codearse con los ricos. Para Hacienda hizo, sin pretenderlo, el mejor spot del género, allá en los ochenta, porque la condenaron por cuatro delitos fiscales. A la Faraona se le olvidó presentar la declaración de la renta entre los años 1982 y 1985. Aquello fue un trueno de disgusto, y un show también. Lola, tan a su aire, hizo cuentas y le salía que una peseta por español en curso saldaba su deuda. Pero la peseta por cada español caritativo, o solidario, no llegó nunca.
Lola va de Lola a Lola Flores. Nuestro Jagger, sí. Hoy, y siempre.Todo lo ponía perdido de lunares.