Jorge Drexler: «Con las canciones aprendo de mí mismo y de la realidad»
El uruguayo presenta su último disco, «Salvavidas de hielo», la próxima semana en el teatro Nuevo Apolo de Madrid
El último disco de Jorge Drexler , «Salvavidas de hielo», fue grabado con guitarra, pero no es un disco acústico de voz y guitarra. Se trata de un ensayo experimental, con una catarata de percusiones, baterías, loops y sintetizadores creados partiendo del instrumento y sus materiales: las cuerdas, la caja de madera, la piel de un banjo, el metal de un dobro. «Con todo eso, y la tecnología que tenemos en 2017 para añadir filtros, variar ganancias y reverberaciones, he esquivado la idea de alcanzar el infinito a través de la acumulación, y lo he alcanzado a través de la reducción. He encontrado el infinito en un solo instrumento, como el que encuentra el infinito en el intersticio entre dos números», explica el artista uruguayo.
Esa premisa «estética y ética», que «apuesta por la frugalidad y la economía de medios», fue muy importante como punto de partida. Pero en realidad, «más importantes son las canciones» porque sin ellas el concepto quedaría hueco. «De hecho todas las composiciones nacieron en un sofá, para ser defendidas solas, y al principio creí que me quedaría un disco como algunos de los trabajos de Silvio Rodríguez o de João Gilberto , que se basan en la grabación austera de la guitarra, la voz, y nada más». Pero al entrar al estudio, Drexler comenzó a jugar. «Casi por instinto, empecé a golpear la guitarra, a probar cosas extrañas, y ya no paré. La cosa fue creciendo y creciendo, hasta quedar algo completamente distinto a lo que había pensado, mucho más rítmico».
El efecto rebote
Presenciar la traslación de este álbum al directo debe ser toda una experiencia, no sólo por la complejidad inherente, sino porque ninguno de los discos de Jorge Drexler está terminado «hasta el momento en que han llegado al escenario», asegura. «Para mí, las canciones son el sonar que utilizo para ver la realidad. Con ellas aprendo de mí mismo, pero también de la realidad, por la manera en que rebotan en las personas cuando las escuchan. Lo que me vuelve es sutilmente diferente de lo que mando, y con esa diferencia aprendo a mapear mi entorno».