Jonas Kaufmann, el «lied» compartido
A la sombra de su último proyecto discográfico, «Selige Stunde», el tenor Jonas Kaufmann ha actuado en el Teatro Real dentro del Festival Estrellas de la Ópera, compartiendo espacio con Joyce DiDonato y Javier Camarena . Kaufmann grabó el programa entre abril y junio, sorteando las dificultades del confinamiento, y en colaboración con su mentor, el pianista Helmut Deutsch . En realidad, debería considerársele el autor intelectual de un proyecto cuya confusa apariencia, con una veintena de autores y casi una treintena de obras, esconde una sutil argumentación musical. Ya puede ser el «lied» de Zemlinsky que da título al programa, alguna novedad como «Still wie die Nacht» de Bohm –que Deutsch descubrió en un antiguo álbum–, lugares comunes del repertorio como «Auf Flügeln des Gesanges», de Mendelssohn; extremos, casi en el límite de lo cursi, como «In mir klingt ein Lied» de Chopin/Melichar, y canciones innegociables como «Ich bin der Welt abhanden gekommen», de Mahler, en el final de un trayecto particularmente sensible.
Kaufmann reconoce que Deutsch le abrió lo ojos al «lied» en su juventud, y aún hoy sigue descubriéndole dimensiones inimaginables. Un buen cantante opera de forma muy distinta cuando actúa junto alguien capaz de sugerir con semejante elocuencia. Particularmente en el caso de Kaufmann, quien en este momento posee una expresión poderosa, más cálida y elocuente, una vocalidad amplia y evidente, lograda con mucho trabajo. No se trata de un voz impecable, sino de un instrumento que se construye nota a nota. Ver a Kaufmann en directo significa compartir el esfuerzo por igualar los registros, por procurar un emisión idéntica, por encontrar una comodidad en el fraseo. Cabe la absoluta inestabilidad en « Das Veilchen », incómodos enunciados al lado de estupendas medias voces en « Mondnacht », geniales conclusiones en el mismo « Selinge stunde », limpios fraseos y poderosos alegatos en « Zueignung » de Strauss. Todas ellas son músicas que hicieron respirar a los espectadores a través de emocionantes silencios, que llegaron después de que Kaufmann hablara y se dejara de aplaudir entre las obras. Al público no se le entrega programa físico, y si lo busca en la web del teatro solo ve una paupérrima hoja sin ninguna explicación. Se olvida que ya los ilustrados señalaron lo importante que es la educación del gusto.