Jane's Adiction, The Prodigy e incluso la selección española marcan el ritmo de la segunda jornada del Mad Cool Festival

El mercadillo a la orilla del río o las exposiciones paralelas agrandan las posibilidades del festival madrileño

Nieves Mira

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El segundo día del Mad Cool Festival había comenzado mal . Desde la organización prometían devolver el dinero que el día anterior perdieron los asistentes al no funcionar ni el parking ni la pulsera monedero ni el servicio de autobuses lanzadera … Pero la música (y también, más organización) lo arreglaron todo (o casi) para cuando empezaron las actuaciones del viernes. Muy potentes y desdeel comienzo, mantuvieron el ritmo marcado el día anterior por The Who, Vetusta Morla o Editors, entre otros.

A primera hora y desde uno de los escenarios más pequeños, Carmen Boza hacía bailar y cantar a su público. Sin parar de repetir, eso sí, «soy Carmen Boza». Ya no se nos va a olvidar. Hasta los guardias de seguridad movían las cabezas al ritmo de sus acordes y desenfadadas letras. «Espero que paséis un buen festival y que no tengáis que hacer muchas colas», bromeaba antes de despedirse.

Fuera, Bigott y su particularidad no dejaron indeferente a nadie. Mientras, la elegancia americana de los nacionales L.A. hacía disfrutar a sus entregados oyentes. Fuera había quien aprovechaba para hacer unas compras en el mercado de diseño. «Se pueden encontrar cosas muy bonitas», comentaba alguien que llevaba unas gafas de sol y una camiseta exclusiva estampada.

La sorpresa de la jornada la dieron unos entregadísimos Augustines , que chapurreando el español animaban a los de abajo, quizá, con la palabra equivocada («Mierda!»). «Bailad conmigo, ¿queréis algo sexy?», preguntaba un muy interactivo Billy McCarthy . Por los suelos, cantando al micrófono que había tirado él mismo, terminó.

Pero para hiperactivos los León Benavente . «¿Cuántos mayores estáis aquí? Habéis renunciado al revival de los 90 de Jane’s Adiction y estáis viéndonos» agradecía. A Abraham Boba el escenario se le quedó pequeño, y las baquetas (que rompió, tiró y lanzó), también. Al final, y para desesperación de su técnico, se bajó hasta el público. Poca gente más cabía, pero aún quedó para llenar el aforo, como sí hicieron Caribou .

También en la Caja Mágica jugó España

La tarde dio para más. Incluso para ver el fútbol. En las zonas de restauración se podía seguir el partido que terminó ganando España a Turquía. Algún aficionado confesaba que le interesaba más la Eurocopa que el cartel de ese momento y que se habían separado en el grupo de amigos para quedar más tarde.

En el escenario principal, Stereophonics mostró el rock que saben hacer, haciendo de teloneros a unos incombustibles Jane’s Adiction, que exhibieron su segundo álbum, «Ritual de lo habitual». Sobre el césped artificial de la Caja Mágica todos bailaban: veteranos «ya casi jubilados», universitarios y alguna que otra familia con hijos pequeños.

Pero aún quedaba lo mejor del día: The Prodigy , Die Antwoord y Bastille . Las fans (casi todas adolescentes) de la boy band rondaban el escenario desde cuatro horas antes. Sabían que aún quedaban por tocar Caribou y 091 para que llegara al fin el turno de Bastille. Una jornada de mezclas que sentaron muy bien al festival y que gustó al público madrileño.

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