Iggy Pop, el último mesías del rock'n'roll cumple 75 años
El legendario cantante, que actuará en el Teatro Real dentro de Universal Music Fest el próximo 26 de julio, sigue en forma después de haber vivido una vida al límite
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Cuenta la leyenda que la primera vez que Iggy Pop fue a ensayar con los Doors, para probar a ver si había química suficiente para sustituir a su ídolo Jim Morrison, se quedó por el camino tirado en plena calle en alguna parte de Los Ángeles. En un segundo intento, el grupo ya estaba preparado para recibir al enfant terrible en el estudio casero de Ray Manzarek cuando el teclista recibió una llamada de su representante, Danny Sugerman: «Vuestro cantante está en la cárcel de West Hollywood, no sé ni qué habrá hecho». Manzarek y Sugerman se dirigieron hasta allí, y los agentes les contaron que le habían detenido por escándalo público al desfilar completamente drogado y vestido de mujer por las calles de Hollywood. Manzarek pagó los ciento cincuenta dólares de fianza y se llevó a un todavía tembloroso Iggy hasta su casa en Wonderland Avenue, en el mítico barrio de Laurel Canyon, donde le dio un poco de agua para espabilarle. «Tómate unos minutos, y cuando estés listo cámbiate esa ropa, baja al estudio y empezamos el ensayo». Cinco minutos después, el ex Stooges bajó en pelota picada dejando a los Doors boquiabiertos, y desesperados. Era un personaje indomable.
Al cabo de un rato se presentó por allí un tal Gypsy Johnny preguntando por Iggy. Era un camello que también vendía consoladores eléctricos, al que Iggy inmortalizó como 'Johnny Yen' en la letra de su himno vital 'Lust for life' ('Here comes Johnny Yen again, with liquor and drugs and a sex machine') haciendo un guiño a su adorado William Burroughs, que usaba el término 'yen' para referirse al ansia por la heroína. Caminar por la delgada línea entre la vida y la muerte no era más que un juego para él.

En sus primeros años de adicciones Iggy ya se había metido suficiente droga como para dejar a Keith Richards a la altura de un aficionado, pero en aquel 1974 estaba iniciando su verdadero descenso a los infiernos. Los ensayos con los Doors fueron un desastre, y aunque llegaron a dar juntos un concierto en el Whiskey A Go Go que según las crónicas fue legendario (nadie lo grabó pero al parecer Iggy clavó 'L.A. Woman', 'Maggie M'Gill' y 'Back Door Man' de una forma impresionante), el inverosímil proyecto de reunión quedó abortado cuando Sugerman se vio obligado a ingresar al cantante en una clínica tras su enésima sobredosis.
Por aquella época fue cuando estrechó su amistad con Bowie, autor de las mezclas del último álbum de los Stooges, 'Raw Power', y a quien conocía desde 1971. «Él me resucitó», dijo Iggy en una entrevista con The New York Times. «Nuestra relación consistía básicamente en que este tipo me salvó de mi aniquilación profesional, y seguramente también personal. Así de simple». El rescate del abismo parecía tan real que incluso los padres de Iggy, que siempre fueron muy cariñosos con su hijo (incluso le apoyaron en sus inicios cediéndole su habitación de la autocaravana en la que vivían para que instalara su batería y pudiera practicar), le agradecieron personalmente a Bowie que le ayudara a escapar de una muerte casi segura. Sin embargo, en ese momento el Duque Blanco no era ningún santo.
Ese mismo año de 1974, Iggy Pop ya no confiaba en sí mismo para superar sus adicciones, y después de otro arresto, el tribunal le dio la opción de ir a prisión o rehabilitación. Iggy lo tuvo claro e ingresó en el Instituto Neuropsiquiátrico de la UCLA, donde descolocó a un tal Dr. Murry Zuker que le diagnosticó hipomanía casi para quitarse de encima un caso que consideraba perdido («no era falta de disciplina, no era necesariamente bipolar, era Dios sabe qué», declaró tiempo después). Unos meses más tarde, ya en 1975, Bowie quedó con Dennis Hopper y Dean Stockwell para hacerle una visita sorpresa a su amigo común en el hospital. Aparecieron disfrazados de astronautas gritando '¡Queremos ver a Jimmy!', montando tal escándalo que ni siquiera los cachearon antes de llevarles hasta la habitación de Iggy, donde sacaron de sus trajes espaciales un pequeño cargamento de cocaína para que su colega pasara más entretenido su estancia. «Estábamos locos, todos nosotros», confesó Bowie en una entrevista tiempo después. «Lo que hacíamos no estaba bien, eso lo sabíamos. ¡Pero pensamos que deberíamos llevarle algunas drogas porque probablemente no había podido meterse nada en días!».
Iggy Pop siguió diciendo sí a todo durante años, pero a principios de los ochenta dejó las drogas duras y se quedó solo con el vino y la marihuana, un logro espectacular teniendo en cuenta el caudal de tóxicos que había recorrido su organismo. Pero si parece milagroso que haya llegado a 2022 para cumplir 75 años, más impresionante aún es el legado musical que a día de hoy sigue construyendo, evolucionando desde el salvajismo más visceral y arrebatador hasta una madurez muy bien asumida que, no obstante, siempre mantiene entreabierta la puerta que lleva al lado oscuro del rock'n'roll. Y es que tal como él mismo dijo en su última entrevista con este periódico, allá por 2010, Iggy es probablemente «el único que dio el paso correcto después de los Rolling Stones».