«Hasta siempre»: Bunbury arranca su gira de despedida en Nueva York

El que fuera líder de Héroes del Silencio se desgañitó durante dos horas de reloj. Su voz, como siempre, lo llenaba todo

Enrique Bunbury durante su concierto en el Kings Theater de Brooklyn Javier Ansorena

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Si Enrique Bunbury sigue haciendo conciertos como el de este viernes por la noche en Nueva York, nadie va a creer que se retira. El artista zaragozano anunció a finales del mes de febrero que dejaba los escenarios. «He tomado la decisión, muy meditada y consciente, de abandonar mi actividad interpretativa, en los conciertos y tours. Los conciertos que quedan pendientes de aquí a septiembre de 2022 en Estados Unidos y España serán los últimos que realice», dijo en un comunicado en sus redes sociales, en los que hablaba de problemas en su garganta. «Lo que normalmente era un placer y deleite, se ha convertido en fuente de inmenso dolor y sufrimiento».

En las tablas del Kings Theater de Brooklyn la procesión iría por dentro. Porque Bunbury fue el animal de escenario de siempre, con una energía y una entrega en las que nadie podría sospechar esos problemas. El que fuera líder de Héroes del Silencio se desgañitó durante dos horas de reloj. Su voz, como siempre, lo llenaba todo. Por detrás, una banda, los Santos Inocentes, de esas para tocar en estadios de fútbol y engrasada como la Naranja Mecánica de la Holanda de los ochenta. Si esto es una retirada, tiene que ser de las de Curro Romero.

El anuncio del adiós fue tras un mes de conciertos en México, donde Bunbury es primera figura desde hace décadas. Entonces, la gira tenía el nombre de '35 años', en referencia al tiempo que lleva en la carretera con el rock. Tras el anuncio de retirada, se llama ‘El último tour’, y le llevará por ocho grandes ciudades estadounidenses este mes y por España en julio, agosto y septiembre. Tenía previsto que arrancara en Chicago el pasado martes. Pero los retrasos en la tramitación de los visados de parte de su equipo forzó la cancelación. Y que el principio del fin de la carrera escénica de Bunbury fuera en Nueva York.

'Sold out', entregadas agotadas, decía el luminoso fuera del Kings Theatre. Era un cine suntuoso de la época dorada de Hollywood, con casi cuatro mil butacas. Operó hasta finales de los setenta, y se recuperó en 2012 como sala de conciertos. Sus interiores ampulosos y barrocos, una cascada de dorados y cortinajes, se entendían a la perfección con la presencia excesiva de Bunbury.

«¡Nueva York! Muchas gracias por acompañarnos esta noche», dijo al público que llenaba el teatro hasta la bandera, hasta una bandera de Guatemala que se percibía al fondo del gallinero. Todas las comunidades hispanoamericanas están representadas en Nueva York y Bunbury las citó en el Kings. Se veían banderas de Venezuela y se escuchaba acento chilango. Henry y Moisés, dos neoyorquinos dominicanos, aseguraban en la cola para comprar cerveza que se habían encontrado con amigos de la infancia venidos desde la isla caribeña solo para el concierto. «Esto es muy emotivo, inolvidable», decía Henry sobre asistir al primer concierto de la gira de despedida de Bunbury, al que conoció en los noventa, con la canción 'Héroe de leyenda', de Héroes del Silencio. «Me la puso un amigo y me encantó. Ojalá vuelva algún día con Héroes», pedía.

Enrique Bunbury, durante el concierto Javier Ansorena

Cerca de allí, David, ecuatoriano, pronosticaba que Bunbury «regresará en dos o tres años». Se perdió su último concierto en Nueva York por una laringitis del cantante y ahora estaba encantado por la entrega del cantante: «Está claro que siente amor por la fanaticada».

Bunbury lo demostró con derroche de contorsiones y con un repaso generoso de toda su carrera, desde los tiempos de Héroes hasta sus discos recientes. Se abrazó de forma literal al público, sudó el traje bermellón y no paró de abrir los brazos ante su público, como crucificado, a medio camino entre la inmolación y la invitación a ser idolatrado.

Tras un bis generoso, con un 'Maldito duende' de apoteosis, se fue sin saludar. Poco antes había dicho las únicas palabras que sonaron a despedida: «No se olviden de nosotros. Hasta siempre».

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