Gabinete Caligari: todos los caminos del pop llevan a Soria

Un libro y una reedición celebran el treinta aniversario de «Camino Soria», cima creativa de la banda madrileña

Gabinete Caligari, en una imagen de febrero de 1990 GONZALO CRUZ
David Morán

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«¡Qué coño Río de Janeiro, Tokio o Nueva York! ¡Camino Cuenca!». Porque, en efecto, hubo un momento, más o menos entre el alocado trasiego de cerveza Mahou , J&B con cola y solisombra y el volcado al español de esas letras que Jaime Urrutia canturreaba en «spanglish» como «pauta provisional más asequible a la métrica del rock», en que Gabinete Caligari no iban camino Soria buscando «un lugar donde el tiempo pasa, cadencioso sin pensar», sino que habían tomado un desvío.

El problema es que Cuenca no rimaba prácticamente con nada, menos aún con historia, que es precisamente lo que se disponía a hacer la banda madrileña después de convertir el sublime «Cuatro rosas» (1984) en el primer disco de oro de una discográfica independiente y colar una tarantela en las listas de éxitos con «Al calor del amor en un bar».

Unos cuantos kilómetros más allá, sin embargo, la cosa cambiaba. «Allí en Soria se agolpaban las rimas consonantes y asonantes a manos llenas, Machado y Bécquer a tutiplén. Así que nos trasladamos a Soria y santas pascuas», recuerda Edi Clavo, batería de la banda y autor de un libro que repasa el proceso de creación y grabación, así como el paisaje y los alrededores del disco que dinamitó lo que se había bautizado como rock torero y consagró a Jaime Urrutia (voz y guitarra), Ferni Presas (bajo) y el propio Clavo como punta de lanza del pop español de los ochenta . «Nos definió como grupo de música pop. Está en la estantería de los clásicos, y no muchos discos pueden llegar a ser un clásico del pop español», destaca Clavo.

Buena prueba de ello es que, además de este libro de título homónimo publicado por Contra Ediciones , EMI prepara una completa reedición conmemorativa de «Camino Soria» que verá la luz el 9 de marzo y que incluye una nueva edición del disco remasterizada por Jesús N. Gómez, productor de la grabación original, un libreto con fotografías inéditas de Alberto García-Alix y Domingo J Casas; y textos actuales de Jaime Urrutia, Edi Clavo, Alberto García-Alix, Pablo Sycet y Loquillo , entre otros.

«"Camino Soria" es un chasquido de genialidad y es hoy, treinta años después de su publicación, un artefacto de pop audiovisual cuyo discurso conceptual han trascendido los embates del tiempo», escribe Clavo sobre un disco que apareció en el momento justo, cuando la explosión original de la Movida empezaba a esfumarse y el calendario daba paso a un «periodo menos virulento, mucho menos alocado» en el que «la propia decantación de los sedimentos ejerció de selección darwiniana».

De la tasca a la lista de ventas

El pop pedía paso como expresión artística de primer orden y ahí estaban Gabinete Caligari , a punto de fichar (sin saberlo) por una multinacional y a punto también (sin saberlo) de entregar un álbum conceptual que perfeccionaba su pasión por los clásicos anglosajones de los sesenta y los arrimaba a una tasca de la que lo castizo y lo chulesco salieron reinventados entre inyecciones de jazz y bossa nova y poderosos pellizcos de pasodoble disfrazados de soul.

«Era nuestra propia mirada al pop que habíamos mamado», apunta Clavo sobre unas canciones que buscaban en los Kinks, Lou Reed , los Rolling Stones , Bob Dylan y, claro, los Beatles , los mejores modelos de conducta. Unas canciones anudadas por cierto «halo de melancolía otoñal» que refleja que, pese a la euforia del momento y a la línea ascendente que dibujaba su discografía, Gabinete Caligari llegaron a las puertas de «Camino Soria» tocados y hundidos. No en vano, la gestación del disco estuvo marcada por la muerte en diciembre de 1986 de Ulises Montero, saxofonista de la banda, y un desengaño amoroso de Urrutia. «En ese caldo de cultivo nacieron unas canciones más melancólicas», recuerda el batería.

Primera división del pop

¿Resultado? Más de 300.000 copias vendidas y un rincón garantizado en el panteón del pop de los ochenta. «No éramos Mecano , que vendían un millón de copias, pero nos situó en la primera división del pop», destaca un Clavo que desmenuza minuciosamente fechas, lugares y nombres propios para narrar desde la grabación del disco en los estudios Doublewtronics de Madrid a las maratonianas jornadas de promoción pasando por las giras sin fin, los platós televisivos o esa última madrugada de mambo tras la que nada volvió a ser lo mismo. La culpa, ya se sabe, fue del cha-cha-cha, un «hit definitivo que supondría el principio del fin de Gabinete Caligari », como escribe Clavo.

El batería, de hecho, reconoce que no le ha resultado nada fácil conciliar su doble faceta de historiador y protagonista directo de aquella gesta discográfica para reconstruir el momento de máximo esplendor de una banda que, apenas una década después, en 1999, implosionaría de forma irremediable. «Me interesaba más la parte técnica que la humana de vicios y enfrentamiento. Ante todo, tenía claro que tenía que ser un libro hecho desde el respeto y la justicia y también desde un sentimiento de cariñ»”, explica. Nada fácil, teniendo en cuenta que desde que bajaron la persiana a finales de los noventa, ni Clavo ni Urrutia han vuelto a dirigirse la palabra.

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