La excelencia a la luz de la historia
Este año los conciertos del Festival de Granada se agrupan bajo la denominación «Cantar y tañer. Sones antiguos y barrocos» apuntando a la voz como «pasión del ánimo» y, de manera implícita, al patrimonio musical español menos transitado u olvidado
El espacio sostiene la programación del Festival de Granada cual coloso Atlas sustentando el mundo: rincones en la Alhambra, desde el palacio de Carlos V al patio de los Arrayanes, sedes singulares (Corral del Carbón, Carmen de los Mártires…) y escenarios monumentales aportan, excelencia y exclusividad mientras reparten el festival por la ciudad. El lugar es un actor históricamente imprescindible por su capacidad para trabajar silenciosamente y al tiempo provocar un efecto de inusitada fuerza. Entre todos los ciclos que habitualmente dan forma al Festival de Granada el dedicado a la música antigua ha sabido siempre alojarse en sitios emocionantes.
Este año los conciertos se agrupan bajo la denominación «Cantar y tañer. Sones antiguos y barrocos» apuntando a la voz como «pasión del ánimo» y, de manera implícita, al patrimonio musical español menos transitado u olvidado. Destaca el estreno moderno en la catedral del ' Oficio de la toma de Granada ' (hacia 1493) escrita por fray Hernando de Talavera , jerónimo, confesor y consejero de Isabel la Católica, que alcanzó el cargo de arzobispo de la ciudad. En una dimensión también sobresaliente están el concierto de Forma Antiqua con Nuria Rial en el Hospital Real y el Concerto 1700 con Carlos Mena en el Monasterio de San Jerónimo; los dos colocados como extremos de una cronología que parte de la definición de la ópera y concluye ante el repertorio español que acompaña la llegada de la dinastía borbónica al comenzar el siglo XVIII.
Forma Antiqua ha inaugurado el escenario del patio de los inocentes, en el Hospital Real, hoy ocupado por la universidad pero dedicado desde su fundación por los Reyes Católicos al cuidado de locos e «inocentes». Una pequeña fuente en el centro y varios cipreses decoran un lugar de notable sobriedad, en uno de cuyos frentes se sitúa una tarima que eleva a los músicos. Nuria Rial ha sustituido a la mezzo Anna Caterina Antonacci , retenida por cuestiones sanitarias, y pese a la urgencia ha mantenido casi íntegro el programa dedicado al «setecento» con varias obras ordenadas en forma de «ópera imaginaria», con prólogo y cinco actos. La idea es del clavecinista y director Aaron Zapico quien también se ha ocupado días antes de la dirección musical de la escenificación de 'The Fairy Queen' hecha por la directora Rita Cosentino .
De inmediato llama la atención muchos detalles ejecutados con una dimensión estilosa: el cuidado vestuario de los músicos, la estudiada realización de los cambios y las evoluciones escénicas, el gesto de todos y la actitud de cada uno sumando a favor de la música y del programa. «Una ópera imaginaria» es una recreación inteligente y muy bien ordenada con música de Marini, Frescobaldi, Caccini… y Monteverdi . Pero es, ante todo, un aliento común en el que siete músicos participan de una misma manera de entender los afectos: el desprecio, la melancolía, la batalla, el lamento y el perdón.
Porque la ópera del diecisiete depende de la agitación del espíritu. Y es fácil entenderlo dejándose llevar por Nuria Rial, cuya extraordinaria calidad vocal sobrecoge en alternancia con otras composiciones instrumentales: la impresionante 'Moresca' del 'Orfeo' de Monteverdi , con los dos violines y la tiorba rozando el silencio; la tiorba de Pablo Zapico , otra vez, con Rial y 'Amarilli mia bella ' de Caccini ; la agitación desprendida en el acto dedicado a la batalla; o, de nuevo Monteverdi y el referencial 'Si dolce è'l tormento' , suprema realización apoyada en la flauta de Alejandro Villar . Son algunos puntos de referencia de un concierto que concluyó ya entrada la noche, repitiendo este Monteverdi y 'O bellissimi capelli ' de Falconieri.
Si el patio de los inocentes ha sido un descubrimiento, el monasterio de San Jerónimo es un viejo conocido del Festival de Granada. Allí se ha celebrado la sesión protagonizada por Concerto 1700, grupo de Daniel Pinteño con el que ha estado el contratenor Carlos Mena . Los dos han explicado estos días a Julio Bravo en ABC la novedad de su última grabación dedicada a cantadas de Antonio Literes procedentes de Guatemala. El estudio de la música española escrita en los albores de siglo XVIII está de moda y el mérito lo comparten musicólogos e intérpretes: entre los primeros están Raúl Angulo y Toni Pons , responsables de varias ediciones usadas en el concierto granadino, y entre los segundos Concerto 1700 asumiendo la calidad y el sentido afectuoso demostrado en el concierto anterior por Forma Antiqua. El propio Pinteño y otros músicos han participado en ambos grupos lo que quiere decir que se entienden desde un estilo similar. Al menos a la hora de que las palabras se hagan "dueñas de la armonía", es decir cuando habitan el territorio al que Carlos Mena siempre sirve con elocuencia, claridad y poesía. En este caso, además, confirmando la autoridad de una voz que no ha dejado nunca de estar atenta a proponer novedades.
Está la recuperación obras de Francisco Hernández Illana (' Obscura noche ' y ' Ese infante nace ') y otras de José de Torres y de Literes , fuente de inspiración, fantasía y regocijo. Y alternando con ellas las composiciones instrumentales de Giovanni Bononcini y Arcangelo Corelli , esta última escuchada a partir de una copia de la catedral de Jaca y ejemplo de la importancia que el violín está adquiriendo en la música religiosa española de la época. Podría resumirse el concierto en la 'Cantada al Santísimo' de Literes donde lo elevado y lo íntimo se suceden. Es el caso del recitado ' Repite, ave canora ' y el aria ' De su aplauso en el empleo ', brillante final para un concierto en el que hacer música y escucharla fueron sinónimos de disfrutar. Completarlo con el aria "No se extravíe" de la cantada ' Bello pastor ' del José de Nebra sirvió además para confirmar que lo excepcional sirve de marca al actual ciclo de música antigua del Festival de Granada.