En el espacio y el tiempo
Especial expectación ante la actuación de William Christie en el Teatro Auditorio de Cuenca
La actual Semana de Música Religiosa debe mucho a su capacidad para sorprender. Ante demasiados eventos musicales cuyo mérito se reduce a facilitar la comodidad del espectador, en Cuenca se anima a salir del entorno en el que todo acaba por hacerse monótono. Proponer nuevas aventuras estéticas es algo fundamental en un momento en el que es necesario atrapar al oyente. Hay convencerle de que existe todo un mundo que va más allá de lo evidente: el espacio y el tiempo en el que se mueve cómodamente la SMR.
La singularidad de los lugares siempre ha sido un argumento del festival y uno de los secretos de una ciudad que de apariencia adusta. Hará dos años que se restauró la Capilla del Espíritu Santo en la catedral, tumba del virrey del Perú, Andrés Hurtado de Mendoza. Allí se ha vuelto a instalar el órgano de finales del XVIII restaurado por Frédéric Desmottes. Un timbre excepcional, una acústica cristalina y un frío importante acabaron por arropar la música de Johann Jacob Froberger. Siempre hay en estas partituras un punto de misterio , una reflexión sobre alguien desaparecido. Necesita de intérpretes como Christian Rieger, al órgano y al clave, capaz de crear expectación, de entrecortar el silencio.
Entre los dieciséis conciertos de la SMR es lógico que provocase una especial expectación la actuación de William Christie en el Teatro Auditorio de Cuenca. Su acercamiento a Bach era una novedad, más aún ante la «Misa en si menor». Si el éxito fue importante debe mucho a una partitura, desde el pasado año declarada patrimonio documental de la humanidad, y que arrastra a poco que se haga con solvencia. Pero es difícil defender una interpretación desequilibrada en la forma y la ejecución: cuestión de planos, de proporcionalidad en el coro, de igualdad entre los solistas, de prevalencia de lo esencial frente a lo accesorio, de continuidad en el discurso, de regusto tímbrico... Desde Cuenca, Christie y Les Arts Florissants comienzan una gira de la que será interesante seguir el rastro.
Y de lo monumental a lo esencial . Puestos a hablar de una verdadera dimensión trascendente, nada mejor que recordar la sobrecogedora interpretación del coral «Der tag ist hin die sonne gebet» que sirvió de clausura a un concierto del Cuarteto Leipzig con Beethoven («Gran fuga» y Cuarteto 14) Kurtag («Offcium breve») en el Espacio Torner. Aquí no se habla de museo, de exposición sino de atmósfera. De otro de los lugares recónditos de Cuenca, construido sobre la antigua iglesia de San Pablo. El propio Torner ha cedido la imagen para la 55 edición de la SMR. En su obra también están presentes las referencias musicales. Un final coherente.