Los ecos orientales de Tan Dun

¿Por qué la música de Tan Dun es un fenómeno extraordinariamente popular? La Biennale de Venezia, a través de su Festival de Musica Contemporanea, ha buscado respuestas en el habitual encuentro celebrado antes del acto de entrega del Leone d’Oro

Biennale de Venezia

Alberto González Lapuente

¿Por qué la música de Tan Dun es un fenómeno extraordinariamente popular? La Biennale de Venezia , a través de su Festival de Musica Contemporanea, ha buscado respuestas en el habitual encuentro celebrado antes del acto de entrega del Leone d’Oro en reconocimiento a una carrera consolidada. Haciendo historia, se recordó que en 1996 el New York Times le nombraba músico clásico del año. Luego vinieron gestos multitudinarios como la composición de la música para la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Pekín en 2008; la de aquella «Internet Symphony» encargada por Google/YouTube y vista por más de quince millones de personas; algunas bandas sonoras incluyendo «Tigre y Dragón» que le valió un Óscar en Hollywood, además de los encargos de grandes intérpretes que habitualmente promocionan su obra en el ámbito del concierto. En ese contexto hay que situar proyectos significativos como la «Water Passion after San Mateo» compuesta en coincidencia con el 250 aniversario de la muerte de Bach .

Pero lejos de cualquier vanagloria, el discurso teórico de Tan Dun transcurre con extraordinaria humildad. Él mismo recuerda cómo fue su infancia en plena Revolución Cultural china , en la región de Hunan a orillas del río Liuyang, educando el oído con el crujir de las ramas bajo los pies descalzos, pendiente del rítmico chapotear de agua durante el baño o atento al transcurrir susurrante del río y el viento. Su música orgánica es un eco de aquellos años vividos bajo la resonancia del monasterio zen, la música popular y el influjo de la cultura chamánica, en una época en la que el país prohibía la contaminación de los instrumentos occidentales.

Para los muchos niños reunidos en el gran salón de actos del palazzo Ca’ Giustinian, sede de la Biennale, escuchar todo ello en la voz timbrada, grave y serena de Tan Dun suponía poner los ojos como platos. Pero también algunos mayores atendían con mucho interés a otras palabras más solemnes con las que Tan Dun explica que el artista lo es porque piensa de manera diferente, profundiza en la vida de forma diversa y se sirve, en su caso de la música, para establecer vínculos de comunicación con sus semejantes. Hoy la vida de Tan Dun toma como base de operaciones la privilegiada atalaya de Nueva York donde fija su residencia y, desde donde propaga una música que congenia bien con el mercado globalizado. Palabras como ecologismo, conservación del medio, naturaleza y espiritualidad (que no religión) sirven para contextualizar un proyecto artístico donde el agua, las piedras, el papel y muchos otros materiales interactúan con instrumentos en una mezcla de tradición e innovación, historia y actualidad, además de tecnología.

Un ejemplo inmediato es « Secrets of Winds and Birds », la primera de la obras interpretadas en el acto de entrega del Leone d'Oro en el Teatro alle Tesse, en interpretación de la Orchestra Sinfonica Nazionale della Rai, dirigida por el propio Tan Dun. Aquí el uso tecnológico es en realidad algo decorativo y un punto ingenuo, pues apenas sirve para la breve introducción de un minuto en la que los móviles de los espectadores hacen sonar un audio con el canto de un pájaro que previamente ha sido descargado. La mezcla de todos, obviamente desincronizada, dibuja el bosque del que nace la obra. «La primera música es la de los pájaros», explicó Tan Dun antes del concierto. Y en lo posterior hay mucho del más prototipo Tan Dun: música con apuntes de sesgo minimalista, repeticiones temáticas sin desarrollo, reiteraciones, homofonías, descomplejidad armónica, una orquestación consistente y de moderada calidad tímbrica.

La reunión hábil de recursos y la diversidad de efectos con visos de modernidad también se da en «The Tears of Nature», concierto para percusión escrito pensando en el soberbio Simone Rubino, joven percusionista italiano que interpreta la obra de memoria, recorre la orquesta subiendo a los timbales, manejando piedras y otros elementos antes de volver a situarse ante la marimba en el proscenio. Su esfuerzo es ímprobo pero necesario ante una partitura que se sirve del aspecto visual. A la postre, porque Tan Dun maneja soluciones con muy distinto origen a las que dota de una razonable base ideológica: «¿cuál es la orquesta del futuro?». Se lo preguntó en su día ante la composición del «Concerto for Orchestra» basado en la ópera «Marco Polo» con sus muchas aproximaciones hipotéticas a Venecia, a la ruta de la seda y a China, y un desarrollo capaz de promover una audición de cómoda y perspicaz penetración. Tan Dun tiene muy clara su misión y en la Biennale la ha reiterado: « El juez es el público: si me entienden he triunfado ».

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