Música

Dúos, tríos, cuartetos y otras perversiones... del flamenco

En una lista de Spotify, recuperamos algunas de las mejores interpretaciones que se han grabado a lo largo de la historia por varios artistas en conjunto

Los músicos Paco de Lucía, Al Di Meola, John McLaughlin Peter Mazel

Luis Ybarra Ramírez

El título, vaya por delante, parte de un robo amistoso a Ariel Rot, que allá por el 2007 nos sorprendió con un aluvión de colaboraciones en sus canciones más emblemáticas. Estos son los dúos, tríos, cuartetos y otras perversiones... del flamenco. Una enorme contradicción que caminando a la contra de lo que se supone que es el arte cabal, individualidad, expresión, diálogo interior, nos deja algunas delicias sonoras. Raras, en su mayoría. Precisas y presas de un momento, otras. También encuentros que se transformaron en hitos. Cantaores con rockeros, fandangos de verso compartido, clásicos y calós, rondas de tonás con afán de hacer historia y fiestas por bulerías que definitivamente la hicieron.

¿Y por qué el flamenco se ejecuta desde el yo individual y no de forma colectiva, como sucede en otras músicas? Pues porque en su razón de ser, lo que le diferencia del folklore, precisamente, está ese ritual del dolor que no evoca a la calle de un pueblo, una Virgen o un lugar, sino a una concepción personal del mundo. Al sentir máximo: «A la orilla de un río/yo me voy solo/y aumenta la corriente/de lo que lloro». Eso es el flamenco, que a causa de su relación con la música popular en sus orígenes también recoge en su repertorio letras con otras temáticas. En el libro de relatos 'Cante y cuento', un aficionado de edad avanzada lo explica a la perfección con una pregunta retórica que directamente atenta contra los coros: «¿Quién se cree que a todos les duele la misma muela?». De nuevo, eso es el flamenco: manifestación de algo en primera persona, no en conjunto.

'Rock encounter', de Sabicas con Joe Beck abc

Lo interesante, por tanto, llega cuando dos artistas con diferentes dolores intercambian sus duquelas. Paco de Lucía , en 'Sevillanas', de Carlos Saura, se acomoda sobre la silla de eneas. Sonríe cómplice a Manolo Sanlúcar y dejan juntos un paisaje de música y río. Pasaje a dos guitarras con dos cursos que como haces se van enlazando entre sí. Sabicas y Joe Beck , quienes protagonizaron la primera toma de contacto entre entre el rock y el flamenco a mediados de los 60, compusieron sin embargo dos discursos distintos en una misma pieza. La farruca, por ello, parece natural o heterodoxa en función del minuto en el que la escuchemos y las manos que nos la devuelvan. Todo varía según el prisma. Y de nuevo Paco de Lucía, esta vez con Al Di Meola y John McLaughlin, alcanzó las cotas más altas de originalidad en la improvisación en sus múltiples conciertos en compañía. Eran un trío entre muchas aguas que se fraguó de forma paralela al Sexteto. Los binomios Rafael Riqueni y Jose María Gallardo, Tomatito y Michel Camilo , Chano Domínguez y Diego Amador son otros de los muchos que se han creado a partir de estéticas desiguales.

Varios al cante

Cantar a dúo por alegrías no parece del todo frecuente. Pero la miel que derrochan La Perla de Cádiz y María Vargas , tan gaditanas, al toque de Antonio Arenas, primero en acompañar en un disco a Camarón, resulta adictiva. Como los fandangos, mano a mano, del Carbonerillo (¿canta o llora?) y Pepe Pinto, Juanito Valderrama y José Palanca, Pepe Marchena y Niño Fanegas y El Niño de la Huerta con su hermano, Antonio Montoya. Qué riqueza lírica la de estos últimos. Ópera Flamenca, virtuosismo, lucimiento.

Pero quizá sea la bulería, por su fertilidad en lo festivo, el palo que más se ha interpretado por un buen ramillete de voces conversando. Y así disfrutamos hoy de formaciones espontáneas que nunca volverán a repetirse: Perrate, Fernanda, Bernanda y Pepa de Utrera al oído, casi en privado; El Lebrijano, Loli de Melchor, Indio Gitano, José Gálvez y Miguel El Rubio en 'Ven y sígueme'; el cierre del álbum 'Canta Jerez' con Terremoto como estandarte; y Camarón, Sordera y Juan Cantero jadeando en sintonía.

Álbum coral de cantaores jerezanos ABC

A todo ello hemos de añadir las rondas de tonás, esos estilos a palo seco, sin acompañamiento de guitarra y con su raíz entre las fraguas y los campos, cantes, por tanto, de las labores, con los que a veces se clausura un espectáculo. Y por ahí podríamos rescatar varias entregas: El Torta y su hermano, Manuel Moneo, con Luis El Zambo y Manuel Agujetas nos deja un plantel de lo mejor por estos lares de densa oscuridad.

De lo clásico y experimental

Más cositas, ya más raras: José Mercé y Jorge Drexler en la 'Milonga del moro judío', oda a la igualdad y el valor del hombre, Carlos Cano y José Menese lorquianos en la 'Gacela del amor desesperado' y El Pele con Raimundo Amador en su 'Zambra blues'. Granada, el delta del Misisipi, un cactus y una cueva recogida de misterio se pintan aquí por los mismos trazos. El sitar de Gualberto con Agujetas, Rocío Márquez o Arcángel con la violadagamba de Fahmi Alqhai y Morente codeándose con quienes todavía sostienen la etiqueta del indie en Andalucía: Largatija Nick, Los Planetas, Sr. Chinarro… También, más clásicos, Pansequito y Aurora Vargas, marido y mujer, con El Rocío extendiéndose por sus amígdalas en 'De romería vamos', Camarón y Ana Belén , Emilio Caracafé herido con El Vareta en las Tres Mil de Sevilla, Pepe de Lucía y Manzanita rumberos en los estribillos de 'Buana buana kin kon', la lebrijana Inés Bacán con el brillo mortecino de la cuerda frotada, Maye Martín jugando al minimalismo con el piano de Amargós y La Niña de la Puebla junto a Luquitas de Marchena allá por las serranías de un lejano Brasil son algunas de las parejas que agrupamos como si de una gran orquesta se tratase.

Gozosa esta aparente contradicción que todavía disfrutamos y que he de cerrar con un texto de Mario Benedetti en la voz de María Jiménez rondando sobre mi mente. El duende que en estos cortes se reparte surge cuando eclosiona una afirmación popular del amor: «Somos mucho más que dos». Esa es la idea: que la suma no reste . Y que haga a los oyentes felices aunque no tengan permiso. Exploradores perversos, aficionados a lo fronterizo, curiosos de postín cuando una música accesible pero del todo oculta se descubre. Que de eso va Spotify, reproductor de posibles revelaciones.

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