Críticas de los discos de la semana: Las Dianas, The Beatles, Dean Wareham, Karen Peris y Coldplay

Nuestros especialistas musicales hacen un repaso de las novedades discográficas más interesantes de las últimas semanas

Varios autores

Dean Wareham - 'I Have Nothing To Say To The Mayor Of LA'

La melancolía hipnótica y atmosférica (definitivamente de otro planeta) de Galaxie 500 , las melodías brillantes enredadas en magnéticos juegos de mano instrumentales de Luna , la sofisticación sesentera de … Si has tenido la desgracia de deambular hasta ahora por la vida sin tener ni puñetera de quién es Dean Wareham, quizás no haya mejor atajo para acceder al mundo creativo de uno de los guitarristas más imaginativos y personales de las últimas tres décadas que su segundo disco en solitario. Una obra mayor, aún a estas alturas, que parece querer condensar todos los hallazgos de una carrera sin dicha comercial, pero sin apenas tacha artística. La maravillosa 'The past is our plaything', con su inconfundible aroma 'velvetiano', sirve de demoledor exordio nostálgico («vivimos dentro un hermoso sueño, un invierno donde duerme la memoria») a una estupenda colección de canciones en las que vuelve a reivindicar su categoría como ejecutante (lagrimones con la exquisitez arpegiada que cierra 'Crashing In') y artesano de las texturas, saca a relucir una desconocida vena política (en la que caben desde Eleanor Marx a la caza de brujas) y se sumerge en la reflexión sobre la madurez artística y personal sin ceder un solo milímetro a la complacencia o al exhibicionismo. Ni al desencanto: pudiendo estar de vuelta, se ha propuesto volver por la puerta grande.

Por Fernando Pérez .

The Beatles - ‘Let It Be’ (Super Deluxe Edition. Apple/EMI)

Qué decir de esta colección de cincuenta y tantas canciones. Ya se nos hizo largo el álbum original. Lo bueno si breve, toma tres tazas; o no querías sopa, dos veces bueno.

Por Jesús Lillo .

Karen Peris - ‘A Song Is Way Above the Lawn’

Hasta no hace tanto, el 15 de octubre se celebraba la festividad de Teresa de Ávila . Progresando y en gerundio, ahora conmemoramos el Día de las Escritoras , que como toda fiesta de guardar del nuevo catecismo -tenemos días mundiales del pescado azul, del perro lobo, del agua embotellada, de la judía verdina y del garbanzo pedrosillano- tiene un carácter reivindicativo y purificador. Por elevación, a la altura del éxtasis teresiano de Bernini , la jornada dedicada a las mujeres escritoras ha de servir de antecedente para comenzar a consagrar por lo laico el resto de oficios ejercidos por las profesionales de otros campos de la creación artística, especialmente en el mundo del pop, donde las mujeres han brillado más como intérpretes que como compositoras, por no hablar del fenómeno que en los últimos años las ha hipersexualizado hasta convertirlas en meros objetos carnales, cánidos y videografiados.

En este contexto, hay que reconocer que Karen Peris canta muy bien, algo que tiende a ignorarse en un mercado en el que la excelencia artística, mal entendida y peor valorada, suele ligarse a la composición y no a la ejecución. Karen Peris canta dulce, y bonito, y en familia, y de manera anticuada. Hizo un disco hace ahora nueve años y ahora presenta el resultado de su premeditada involución, fruto del aislamiento, el ensimismamiento y la fidelidad no solo a su marido, sino a una forma de interpretar la belleza que empieza por la voz femenina -un respeto, una tradición- y termina por el piano en el que remezcla el sonido de sus propias cuerdas.

Por Jesús Lillo .

Las Dianas - 'Lo que te pide el cuerpo'

Las Dianas , cinco chicas granaínas tan jóvenes que casi se torna inverosímil lo pronto que uno puede llegar a dominar un instrumento musical y hacer canciones de lo más solventes, hablan de las cosas que conocen, como es normal. Así, a ratos escuchar ' Lo que te pide el cuerpo ', su álbum debut, es un soplo de aire fresco. Basta ya de canciones sobre hombres atormentados, historias de amor ridículamente tortuosas y otras desavenencias existenciales. Son reflejo de ese grueso de población cuya realidad son los DM de Instagram, los tíos pesados con poca sal en el cuerpo que no te quitas de encima ni con agua caliente y las noches de fiesta que terminan en pequeños desastres.

Pero si hay veces en las que la sencillez eleva la narración y la evitación consciente de la grandilocuencia verbal es la clave del éxito (a Amaia , o a las Cariño , les funciona la fórmula), otras el exceso de cercanía juega en contra. Y en canciones como ‘Todos mis amigos tienen Covid’, o ‘La lista de la compra’ a la formación la cosa se le queda a medio gas. El disco gana fuerza cuando entra en juego la sorna y la mala leche. «Si estás bailando conmigo así a lo mejor no somos tan amigas», cantan en 'Hetero', la canción en la que mejor combinan el humor y lo mordaz; «Sois el grupo que la gente usa en los festis para ir a mear», se regodean en 'Beef Mac'.

Voces bien empastadas y pop gamberro son las claves de este LP que habla sobre decir que hay que ponerse a estudiar y no hacerlo; de catalogar la vida propia de «cuadro barroco», de borrar grupos de Whatsapp, del karma, de salir de ’tranquis’ y terminar volviendo a las seis y de esas cosas que pasan cuando uno es ridículamente joven. Un disco naíf y divertido a partes iguales que, aunque no termina por aterrizar del todo, es una prometedora previa de lo que Las Dianas tienen todavía por enseñar.

Por María Alcaraz .

Coldplay - 'Music Of The Spheres'

En 2019, convertidos ya en despampanante franquicia de U2 para el siglo XXI y acampados a placer en el Olimpo del pop tecnicolor y bienintencionado, Coldplay tuvieron la feliz idea de salirse por la tangente con ‘Everyday Life’, un disco que era todo lamento de cuerdas, electrónica con sordina, guiños africanos y colaboraciones de Stromae y Femi Kuti. Un inesperado volantazo tras la sobredosis de neón de ‘A Head Full Of Stars’ que mejoró su reputación artística, sí, pero fracasó estrepitosamente a la hora de pasar por caja. Un batacazo memorable (‘Everyday Life’ es, de largo, su disco menos popular en términos comerciales) tras el que tocaba sanear cuentas, recuperar las ventas perdidas y regresar a la carretera con las alforjas bien surtidas de canciones ‘tiktotkeables’, ‘instagrameables’ y, en fin, maravillosamente accesorias e intercambiables.

Dicho y hecho, Chris Martin y los suyos han fichado a Max Martin, rey Midas del pop sueco, y han recalibrado la brújula del éxito para acabar dándose una atracón de sí mismos. ¿No queríais Coldplay? Pues ahí van dos tazas. O, mejor aún, la olla entera. Todo Coldplay, con su mística de boutique exclusiva y esa deliciosa empanada mental de ciencia ficción y universalismo, embutido en un disco que anda casi tan corto de inspiración como de minutaje. Marchando, pues, otra de coros vitalistas, sintetizadores que sólo saben mirar hacia arriba, baladas afectadas y estribillos diseñados con tiralíneas.

¿‘Higher Power’? ¿‘Humankind’? ¿Ese espanto llamado ‘People Of The Pride’ que no habría pasado el corte ni de los peores Muse? Si el algoritmo de Spotify hablase y fuese capaz de componer, seguro que habría balbuceado algo parecido a esto. Porque Music Of The Spheres’, con sus letras párvulas y su catálogo completo de trucos de magia al descubierto, es la banalidad hecha pop; el frívolo arrimarse al ascua que más calienta, llámese BTS o Selena Gómez, para ver si la sardina resucita. Al final, ni siquiera su sonada colaboración con BTS destaca (cualquier hit de la banda surcoreana queda a años luz de esa medianía de funk vistoso que es ‘My Universe’) en un disco que busca agradar desesperadamente y lo máximo que consigue es no molestar demasiado.

Por David Morán.

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