Daniel Pinteño y Carlos Mena recuperan las 'Cantadas para Alto' de Antonio Literes

Director y contratenor protagonizan un concierto, 'Obscura noche', en el Festival de Música y Danza de Granada

Daniel Pinteño y Carlos Mena Diego Martínez
Julio Bravo

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El contratenor Carlos Mena y el violinista y director de orquesta Daniel Pinteño forman desde hace algún tiempo un fecundo tándem. Hoy, 11 de julio, tendrán ocasión de demostrarlo en un concierto junto al conjunto Concerto 1700 (su nombre desvela ya en la música de qué época interpretan), titulado 'Obscura noche ', dentro del marco del Festival Internacional de Música y Danza de Granada . En los atriles, cantadas de Francisco Hernández Illana, Arcangelo Corelli, José de Torres, Giovanni Bononcini y Antonio Literes.

A este compositor mallorquín, que vivió entre 1673 y 1747, han dedicado Mena y Pinteño un disco, en el que recuperan sus Cantadas para Alto al Santísimo. Compuestas entre 1728 y 1733, las hallaron en el Archivo Histórico Arquidiocesano de Guatemala , las estudiaron y decidieron embarcarse en el proyecto, apoyado por la Fundación BBVA.

Se trata, cuenta Carlos Mena, de candadas escritas para un castrado alto. Fueron compuestas para ser interpretadas en la Capilla Real de Madrid , pero «en aquella época la música se componía para ser consumida en el momento -explica Pinteño-, y probablemente unos años después pasaban de moda y se vendían a las catedrales de la América española. En Guatemala, concretamente, hay mucha música; hay también en México, en Perú, en Colombia...»

«En estas Cantadas Literes ya ha asimilado totalmente el estilo italiano que imperaba en la época -añade Carlos Mena-, y ya no es impedimento para expresar su propio carácter. El entendimiento del estilo es pleno y no se le notan las costuras ».

Estructuralmente, las Cantatas italianas eran recitativos y arias da capo, explica el contratenor; «en el Barroco español no siempre era así; había unos números que se llamaban graves, coplas, seguidillas... Eran pequeñas formas musicales dentro de las Cantadas, con las arias también intercaladas, que tenían formas diferentes. Las que nosotros presentamos en este disco ya no tienen, salvo una de ellas, ese estilo español. Literes es el compositor de la plenitud de entender el estilo italiano y llevarlo a su máxima expresión con el idioma español y también con retazos de música francesa, gustos napolitanos, venecianos... Pero no le causa una cortapisa, sino que le da alas. Y eso es algo que yo no había visto en los compositores españoles».

El Barroco ha sido el período de mayor esplendor de la pintura, el teatro y la literatura en España, no así de la música. Cree Carlos Mena que no ha habido un gran interés por esa música hasta los años 90 del siglo XX. «Han pasado treinta años y ha habido que traer estas Cantadas desde Guatemala. Si nos vamos a Alemania, Austria o Suiza, en esos mismos años 90 estaba toda su música catalogada. No es tanto que no haya ese esplendor en la parte como que no se ha estudiado ».

Entona el mea culpa Daniel Pinteño. «Hemos pecado también nosotros desde la historiografía y hemos dado el siglo XVIII por perdido, al creer que sucumbió frente a las corrientes extranjeras y se perdió la 'esencia mágica' de la hispanidad que tenían por ejemplo Luis de Victoria o los compositores del siglo XVII. Pero yo creo que se ha superado ya».

El castrado Giuseppe Gallicani , que se hiciera famoso cantando óperas en Roma y decidió venir a España a trabajar, fue seguramente el primer intérprete de las Cantadas recuperadas por Pinteño y Mena. Existe una gran literatura sobre los castrados. «Se tiende a pensar que tenían una voz inmensa y que eran capaces de grandes florituras. Pero esos eran solo alguno de los aspectos». A la luz de la partitura, Carlos Mena explica que «tenían una gran capacidad de fiato, de tesitura, de virtuosismo, pero tenían también profundos estudios sobre la cultura clásica, un gran concepto de teatralidad, eran compositores... Eran cantantes completos. En la partitura se ve rápidamente por el fraseo, los saltos de tesitura, y que eran virtuosos también en la parte afectiva, en la elocuencia».

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