Cuando los ritmos afroamericanos llegaron a España
El libro «¡¡Bienvenido Mr. USA!!» demuestra que hubo mucho baile antes del rock&roll
Aunque a muchos les parezca increíble, antes de la aparición de y Elvis Presley en los años cincuenta hubo mucha vida y mucho baile. También en España, donde, lejos del oscurantismo que se da por supuesto, estábamos bastante al día en cuanto a los ritmos que nacían al otro lado del Atlántico. Para arrojar un poco de luz sobre este asunto está « ¡¡Bienvenido Mr. USA!! », escrito por Ignacio Faulín Hidalgo (Logroño, 1961) y cuyo subtítulo es «La música norteamericana en España antes del rock and roll».
Según su autor, licenciado en Ciencias de la Información, profesor de la Universidad de Deusto y con una experiencia como programador musical de más de treinta años, «en el último tercio del XIX, el mundo del espectáculo y la propia industria estaban lo suficientemente desarrollados para crear redes nacionales , europeas y transatlánticas (agencias, circuitos de teatros), por no hablar del negocio creciente de las partituras que reproducían todas las modas, corrientes y géneros del momento. La prensa escrita (diarios, revistas) también ejerce de importante altavoz ».
Con ellos llegó el escándalo
A los jóvenes de aquella época, como a los de cualquiera, les gustaba bailar y enamorarse bajo el influjo de las melodías de moda, y, como en un ritual que se repite generación tras generación, sus mayores se escandalizaban ante los nuevos hábitos musicales, encontrando los ritmos sincopados que se introducen a principios del siglo XX como una auténtica degeneración.
Aunque, claro, tampoco todo el mundo tenía acceso a la diversión: «La música llegaba a un sector reducido inicialmente -continúa Faulín-, una élite social y económica joven que gustaba del baile y las nuevas corrientes que llegaban del exterior. Pero este público inicial se verá ampliado por los medios de comunicación , las partituras, los discos, las orquestas que lo interpretan o el incluir lo norteamericano en espectáculos nacionales (zarzuela, revista, determinados cuplés) que se valoraba siempre mucho porque daba una nota de cosmopolitismo y modernidad».
El vals y la polka dejan paso a ritmos más trepidantes, como el cakewalk , el one step , el two steps , el Boston vals , el fox trot , el charleston , el ragtime dance y, más tarde el jazz . Todos ellos conviven y se mezclan con estilos patrios como el chotis (de origen alemán), la copla o la zarzuela, además del tango, que arrasa en toda Europa. El éxito de Josephine Baker en París ayuda a la divulgación de los bailes de origen afroamericano. Y todo ello se reflejaba en los diarios, con más críticas que alabanzas: «Hubo defensores de lo norteamericano como Ramón Gómez de la Serna , José Moreno Villa o Jardiel Poncela , y movimientos pictóricos como Dau al Set en la Barcelona de los cincuenta ( Tàpies, Guinovart ...) entre otros. A ellos habría que sumar los Hot Club de Barcelona y Madrid que impulsaron el jazz y, de paso, lo norteamericano. Pero en el reverso hay muchos escritores,intelectuales y periodistas que denostaron abiertamente lo norteamericano: Jorge Guillén , Rubén Darío y unos cuantos más. No es extraño: habría que preguntar hoy en día a Francisco Rico o Félix de Azúa sus impresiones sobre buena parte del rock. En aquella época pasaba lo mismo».
Comentarios
Algunos comentarios resultan hirientes, como este publicado en la revista « Blanco y Negro » de 1903: «El cake walk (pronúnciese si se quiere keik wolk) es invención ridícula. Más con esta invención pollos elegantísimos dan solemne mentís a la doctrina erronea del amigo Darwin. De los antropopitecos no descendemos, sino ellos de nosotros». Asimismo, un artículo de ABC de 1904 informa del Cuarto Congreso Internacional de la Danza en Berlín , en el que los congresistas piden que «los poco graciosos, antielegantes y ridículos saltos adoptados por el esnobismo queden suprimidos. Solo se debe bailar la pavana y el minué».
Respecto a la época de posguerra, Faulín concluye que «la música popular transita sin que los poderes políticos de cada momento interfieran en su desarrollo. Todo se basa en la oferta y demanda. Hay muchas actuaciones en la Guerra Civil y en los años cuarenta, aunque hay escritos oficiales que denigranlos sonidos norteamericanos. Gusta mucho, desde el presente, dibujar un país negro maniatado por una censura sin pausa pero hay muchas Españas y eso el libro lo explica detenidamente».