Críticas de los discos de la semana: Stromae, Wolfgang Flür y La Plata
Nuestros críticos musicales hacen un repaso de las novedades discográficas más interesantes de esta semana
Stromae - 'Multitude' (Universal)
Por David Morán.
Los más cursis del lugar, siempre alerta y siempre dispuestos a poner a prueba los límites del ridículo, hablarán de ‘dance confesional’ o, Dios no lo quiera, de bailar con lágrimas en los ojos. De exorcizar demonios a golpe de caderazo y sacudirse penas y tragedias hermanando cuerdas y sintetizadores. La realidad, sin embargo, menos lírica y mucho más prosaica, nos habla de depresión y problemas mentales; de malaria y coronavirus; de agotamiento y paternidad; de éxito descomunal y frenazo en seco para intentar procesarlo. De pensamientos que, como canta en ‘L'enfer’, nos hacen vivir en un infierno. Ahí estuvo Paul Van Haver y de ahí ha salido el Stromae de ‘Multitude’, álbum en el que personaje y persona, astro pop y padre primerizo, se funden como el acero recién templado. “A veces tuve pensamientos suicidas / Y no estoy orgulloso de eso”, reconoce en la misma canción que, para pasmo generalizado, interpretó en directo a principios de año en el informativo francés de TF1 mientras lo entrevistaban.
Nueve años ha tardado el belga en recuperar el disfraz de superhéroe del pop afrancesado y, sobra decirlo, cada minuto de espera ha merecido la pena. En todo este tiempo, el autor de ‘Papaoutai’ ha surfeado la miseria, se ha casado y ha tenido un hijo y se ha lanzado a una exploración musical que, de punta a punta del globo, cristaliza ahora en el arrollador relevo de 'Racine Carrée’. Texturas electrónicas, pinceladas de chanson y un amplísimo abanico de músicas del mundo en el que caben charangos bolivianos, cuerdas asiáticas y tramas rítmicas cercanas al afropop conforman un disco que concentra el nuevo mapa del pop global en 35 minutos de pulso vibrante y confesiones a flor de piel. Un álbum que bascula entre el cielo del pop optimista de ‘Bonne journée’ y ese infierno que, como en ‘Fils de joie’, siempre son los demás; entre los pañales sucios y vómitos de la casi cómica ‘C’est que du bonheur’ y la herida aún abierta de ‘Mauvaise journée’. Un disco en el que, seamos cursis, sus penas sigue siendo nuestras alegrías.
Wolfgang Flür - ‘Magazine 1’ (Cherry Red)
Por Jesús Lillo.
Muerto Florian Schneider y metido Ralf Hütter a comisario de la exposición universal, itinerante y remezclada del catálogo de Kraftwerk , quedan como activos creativos y deslocalizados de la banda alemana, hoy pieza de museo y festival, alarde de comunicación telemática y no presencial, dos de sus disidentes. Uno es Karl Bartos y el otro, Wolfgang Flür . El segundo aparca sus frivolidades -alguna tan grata como ‘Beat Perfecto’- y elabora en ‘Magazine 1’ un ensayo sobre la doble lectura que la obra de Kraftwerk generó desde los primeros años ochenta a ambos lados del Atlántico: lo que en Estados Unidos fue el ‘electro’, ingrediente del primer ‘hip-hop’ y base del rigor maquinero de las escuelas de Detroit y Chicago, en Europa fue ‘techno-pop’, mucho más llevadero y asimilable extramuros de los clubes. En ‘Magazine 1’, Flür trata de conciliar las dos ramas que parten del tronco de Kraftwerk. Eso es todo. Casi nada.
El compositor alemán aporta su cacharrería naíf, casi infantil, a la altura de un parque de atracciones -volvemos a su ‘Beat Perfecto’- y sus colaboradores proporcionan la seriedad que merece el experimento. En ‘Magazine 1’ abundan las colaboraciones y las estrellas invitadas, pero son las contribución de Juan Atkins , Carl Cox y U96 las que mejor funcionan en este casamiento, matrimonio de interés, de los dos extremos hacia los que fluyó la producción de Kraftwek. Todo es reciclado y contrahecho. A la integridad de Ralf Hütter, prejubilado en su estudio, reformador de la maqueta de su propia obra, responde Wolfgang Flür con un disco de reencuentros, nostalgia y reconocimientos mutuos, de aquí a Detroit.
La Plata - 'Acción Directa' (Sonido Muchacho)
Por María Alcaraz.
Tras la publicación de su primer elepé, 'Desorden' (2018, Sonido Muchacho), La Plata vuelve con 'Acción Directa', de nuevo con la misma editorial. Y si en aquel disco prepandemia la bruma sonora que caracteriza a esta formación valenciana estaba presentísima, en 'Acción Directa' se escapa por los bordes.
Es caer en lo fácil tomar 'Desorden' como referencia para analizar 'Acción Directa', pero seguramente también sea la manera más visual de explicar la evolución del grupo. Este desarrollo toma dos vertientes: la sonora y la temática. Sobre lo primero, La Plata trasciende del sonido que les consolidó como el presente y no una promesa y prueba algo nuevo: más sintes, más sonidos eléctricos y nuevas melodías, más rupturistas. Sobre lo segundo, si en 'Desorden' el existencialismo propuesto era demoledor, y los planteamientos del disco eran bastante bajoneros –como están las cosas, lo normal, vamos–, en 'Acción Directa' siempre hay creencia y cambio; ganas de avance. Hablan de ello en 'Aire Nuevo' («Un aire de calma / Un aire nuevo / Avanza con fuerza / Avanza sincero»), en 'Movimiento Infinito' («La fortaleza por el mañana / Ahora es mi fuerza») o en 'Sigue caminando Pt. 2' («Déjalo llegar / Míralo crecer / Y siéntelo tuyo»). Hablan de la mejora desde la consciencia de que las cosas no suelen ir bien y toman como punto de partida la fortaleza colectiva; es un elepé plagado de esperanza. Y luego está 'Volver para verte', en la que se permiten regresar un poco a los códigos de su 'Desorden' y hablar del desamor («Cómo quisiera recordar aquello / Cómo quisiera bailar como entonces») con el sonido con el que lo hacían en 2018. Una delicia.
La formación valenciana, a la que se le atribuyen muchas calificaciones, que si post punk y que si new wave, aunque ellos mismos se describen como un pop un poco fuera de la línea de este, en realidad son solo ellos. Porque hay pocos que suenen así; es uno de esos grupos que reconoces al momento. Un haz de luz en medio de una bruma. Eso es La Plata.
