Críticas de los discos de la semana: Belle and Sebastian, Fontains D.C., Arcade Fire, Cariño, Bad Bunny, Scalping y Sharon Van Etten

Nuestros especialistas musicales hacen un repaso de las novedades discográficas más interesantes de las últimas semanas

Varios Autores

Belle and Sebastian: ‘A Bit Of Previous’

(Matador Records)

Por Israel Viana .

Un par de días antes de publicar este 'A Bit Of Previous', Stuart Murdoch advertía en su perfil de Twitter: «¿Cómo escuchar nuestro nuevo elepé si eres un viejo fan de la banda? 1) Tómate un refresco. 2) Comprende que este disco no es 'Tigermilk' (1996), 'If You're Feeling Sinister' (1996) o 'The Boy with the Arab Strap' (1998). 3) Entiende que no podemos llevarte de vuelta a esos días y a la forma en que te sentías entonces».

Con este comentario medio en broma medio en serio, el líder de Belle and Sebastian parece querer ponerse la venda antes que la herida. Una pullita a los seguidores, con cierto resquemor, sobre la pesada carga que supusieron aquellas tres maravillas por las que fueron elevados a la categoría de mejor grupo de pop (¿indie?) del planeta hace ya un cuarto de siglo. ¡A ver si os enteráis, ya no tienen 20 años… ni tú tampoco! Pero incluye una última y curiosa recomendación: «Escucha una pista, tal vez la 5». Curiosamente, esta ‘Do It For Your Country’ no solo es una de las más bonitas del álbum, sino la que más recuerda a aquellos años gloriosos.

Pero no creo que los «viejos» seguidores –aunque no estén en la flor de la juventud– se hayan olvidado de que los escoceses saben hacer bonitas canciones de pop, alcancen estas las cotas de antaño o no. El disco, de hecho, se abre con el tema más redondo, ‘Young And Stupid’, que marca el inicio de un viaje que transita entre las ganas de cantar, silbar y hasta bailar (‘Talk to Me Talk to Me’, ‘Reclaim the Night’, ‘Sea of Sorrow’ y ‘Working Boy in New York City’) y el desinterés por melodías un pelín manidas y previsibles que no terminan de llegarnos a la patata (‘If They’re Shooting at You’, ‘Unnecessary Drama’ o ‘Come on Home’). Una montaña rusa donde quedan algunos resquicios de magia en Belle and Sebastian… sigas los consejos de Murdoch o no.

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Fontains D.C. - 'Skinty Fia'

(Partisan Records / PIAS)

Por Fernando Pérez .

Nadie podrá acusar a la última esperanza irlandesa de abandonarse en la pereza ni de abrazar la repetición. Su tercer disco en apenas cuatro años es otro volantazo en un tránsito de vértigo que comenzó con el contundente y enrabietado ejercicio de post-punk de 'Dogrel', cobró otra dimensión en el estupendo 'A Hero’s Death', en el que desechaban moldes y sacrificaban energía sin ceder un ápice de intensidad, y va ahora unos cuantos pasos más allá con este crisol de oscuridades , aún más inquieto, inquietante y denso.

Los coros fantasmales de ‘In ár gCroíthe go deo’, que abren camino a una turbadora letanía en bucle (‘gone is the day, gone is the night'), ya posicionan el tono general de un disco en el que disertan con airada circunspección sobre el poder (más catastrófico que catártico) del amor y la destrucción de las identidades: la de Irlanda, un pueblo condenado a caminar entre esquirlas, y la de todo una generación que crece corriendo al borde de un abismo .

Ese primer corte, una ucronía en la que Liam Gallagher lidera a los Stone Roses, confirma además que la paleta expresiva y las influencias de la banda no dejan de crecer. El sonido Manchester se hace también perceptible en 'Skinty Fia' y en el single 'I Love you', una impactante diatriba política empapada en efluvios lisérgicos. Hay además ecos britpop en las guitarras a lo Bernard Butler de 'Roman Holiday' y en la adictiva ‘Jackie Down the Line', donde funden a Blur con los Wire de 'Chairs Missing' y el pop sesentero (son fans declarados de The Beach Boys, aunque nunca se haya notado demasiado más allá de la versión fantasmal de 'Wouldn't It be Nice' que grabaron para Deezer). Por supuesto, el espíritu de Ian Curtis sigue manifestándose de continuo , pero aquí ya hay tantas etiquetas que cabe incluso un apreciable guiño al folclore irlandés ('The Couple Across the Way', con su quejumbroso y doliente acordeón desnudo), superviviente de un proyecto inspirado en la música tradicional de la isla. No se han atrevido aún a llegar tan lejos, pero nada se puede descartar en el futuro de una banda capaz de abrir senderos personales incluso en las zonas más transitadas y de pulsar de forma convincente el 'zelgeist', confuso y oscuro, de un mundo que se desangra.

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Arcade Fire - 'WE'

(Arcade Fire Music)

Por Javier Villuendas .

Polarizan tanto como Más País, casi nada realmente. Pero en el micromeollo de los puristas de la cultura alternativa, Arcade Fire es un objeto apalizable con el cáncer de la épica. Como The National, Radiohead, U2… se les ama u odia, que reza el pegajoso cliché, pues también hay balcones de indiferencia o saloncitos de ajustado disfrute. Cuando salieron en 2004 con ‘The Funeral’ causaron sensación indie en un discurrir que ha ido llevándoles al entorno de los grupos antes mencionados, es decir uno cuyo prestigio y capacidad de sorpresa (salvamos a Radiohead, quizá) ha ido menguando a cambio de ir llenando recintos cada vez más grandes y sudados.

Cinco años desde su penúltimo álbum, vuelven con este ‘ WE ’, nosotros, sentimiento de comunidad salvador contra el ‘I’, yo y uno, de las primeras pistas, fórmula de nomenclatura que les emparenta con ese debut antes mencionado y que tenía en ‘Neighborhood #2 (Laïka)’ y otros tantos unos hits que se echan en falta aquí a nivel cuantitativo. También cae en la comparación con ‘Neon Bible’ o ‘Suburbs’, otros álbumes de la banda canadiense aunque recupera viejas esencias no satisfechas en su anterior 'Everything Now'. En este sexto caso de estudio discográfico, han regresado hablando de ansiedad, en este final de ciclo pandémico para los países ricos, un tema, las enfermedades mentales, que les vincula también con Errejón y que plena y felizmente está integrado en la conversación pública a niveles, conviene mencionarlo, de peligrosa banalidad, dicen los psicólogos.

Así, Arcade Fire observan el quebrado ambiente de la sociedad y, en su jordievolismo olfativo, dicen «esta es la mía» para lanzarse a cantarlo pero faltan más petardos en una mascletá correcta , un 6 como dijo Salvador Sostres de Carmelo Encinas, con apuntes electrónicos y su habitual mezcla de folk, rock y pop y cambios de ritmos trotones hiperrereconocible. Los fans lo disfrutarán sin duda, o sea que mantiene el nivel. Y tiene en ‘End of Empire IV (Sagittarius A+), una balada tipo ‘Creep’ de Radiohead (comparten acordes y coproduce Nigel Godrich) mezclado con Bowie, en donde hace un juego con darse de baja de la suscripción de la vida y sus tubos de escape, su algoritmo, sus cuerpos normativos y su quinta temporada vacua que te encinta en un álbum con sus buenos momentos pero no inolvidable en su pegamento de singles cerebral.

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Cariño - ‘Cariño’

(Sonido Muchacho - Universal Music Spain)

Por Fernando Rojo .

Tontipop. Una vez que hemos mentado la palabra maldita, es hora de tomarse en serio lo que tantos desprecian con un simple cliché . No parece que a María, Paola y Alicia les preocupe en absoluto tal etiqueta, porque de lo contrario no habrían hecho un disco tan aparentemente fresco y desenfadado, los ingredientes imprescindibles del tontipop. Sí, tontipop. ¿Y qué? Tontipop, tontipop, tontipop… Ya lo hemos dicho seis veces, más que suficientes, y no podemos prometer ni prometemos que no volvamos a hacerlo antes de que acabe esta crítica.

Añadimos el adverbio aparentemente a los adjetivos fresco y desenfadado porque así se apreciaría sin escuchar sus letras. Muchos de los espectadores del Coachella, donde acaban de actuar, pensarían al escuchar las composiciones de Cariño que las madrileñas hablan de días soleados, de paseos en bicicleta por la sierra y de qué felices somos todas juntas como hermanas. Y sin embargo hay más reproches y más rencor, ya sea mujer contra mujer o mujer contra hombre, en una canción de Cariño que en discos enteros de Pimpinela .

Es el contraste entre las melodías luminosas y las letras del más furibundo desamor el que convierte el pop de Cariño en un artefacto diferente. Te odio, te llamo gilipollas, pero te quiero y no puedo vivir sin ti. De la adoración al odio (y viceversa) sin solución de continuidad, sin forzar, con la autenticidad de lo que fluye de manera natural. [Qué maravillosa esta reacción al pop intenso que dominó con mano de hierro -y una tonelada de letras barrocas- el indie en los últimos diez años. Frente a grupos que evitaremos nombrar, emergieron ya antes de la pandemia bandas desacomplejadas como Carolina Durante, Ginebras o estas Cariño que apetece más que nunca escuchar y bailar ahora que tenemos acorralado al bicho].

El pánico a la encrucijada del segundo disco -que tantas carreras musicales ha arruinado- lo ha resuelto este trío madrileño de una manera más que inteligente: insistiendo en la fórmula que las ha llevado hasta aquí, con una receta mejorada y picando en géneros como el techno maquinero (el espíritu de Paco Pil domina ‘Tamagochi’) o el reguetón (formidable ‘Bonus trap’). Hace meses que llevamos escuchando sin parar ‘Si quieres’, ‘No me convengo’ y ‘Llorando en la acera’, tres himnos imbatibles, a los que ahora se suman otros igualmente redondos como ‘Año de mierda’, ‘Sadmeal’ o ‘Antes’. La media hora larga se pasa sin que empalague esta ración de tontipop . Sí, de tontipop.

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Bad Bunny - 'Un verano sin ti'

(Rimas Entertainment)

Por Nacho Serrano .

El quinto disco de un joven del barrio Almirante Sur (Vega Baja, Puerto Rico) ya está batiendo récords en las plataformas de 'streaming'. Se trata de 'Un verano sin ti', un nuevo trabajo de la superestrella latina Bad Bunny que apunta alto con 23 piezas que conforman un puzle caribeño de pop para las masas. Es el álbum más accesible del puertorriqueño , ideal, como él mismo dice, para ponérselo en la playa de tranqui. Cuenta con colaboraciones de Rauw Alejandro (el noviete de Rosalía), Jhay Cortez, Tony Dize, Chencho Corleone, The Marias, Buscabulla y Bomba Estéreo, y su repertorio tiene una notoria diversidad (si no la hubiera en 23 canciones, apaga y vámonos). Hay bossa nova, dance, indie-pop, rocksteady, electro-balada, trap, mambo y por supuesto muchos reguetones, pero tan diferentes entre sí que consiguen que el disco no sea una planicie de sensaciones. Cada tema, además, guarda sorpresas bastante valientes que en algún caso roza lo experimental. Aunque la linealidad vocal seguirá siendo insoportable para quienes no se han interesado nunca por Bad Bunny , 'Un verano sin ti' es el álbum perfecto para adentrarse por primera vez en su universo sonoro.

Grabado entre la costa este de Puerto Rico y República Dominicana, 'Un verano sin ti' tiene un amplio abanico de productores formado por Tainy, MAG, Hassi, Richi López, Zulia, Byrd, Hide Miyabi, Magicenelbeat, Haze o La Paciencia (este último, un viejo conocido de sus primeros años de carrera) y cuenta con algún requiebro de crítica social como el de 'El apagón', que habla de los apagones que se produjeron en su país después de que una empresa privada se hiciera con el control de la energía eléctrica de la isla el año pasado, y a la que dedica este mensaje: 'Que se vayan ellos, que se vayan ellos / Lo que me pertenece a mí se lo quedan ellos / Que se vayan ellos / Esta es mi playa, este es mi sol / Esta es mi tierra, esta soy yo'. En esta canción además lanza otra pulla sin disimulo alguno, esta vez dirigida a los gringos que se están subiendo al carro del reguetón: «Ahora 'todo' quieren ser latino', no / Pero les falta sazón, batería y reggaetón». En esto, el nuevo disco de Bad Bunny es absolutamente coherente al no contar con colaboraciones de la esfera ‘anglo’.

‘Un verano sin ti’ puede verse como la penúltima batalla de Benito en su conquista del pop global, una batalla de la que sale claramente victorioso porque vuelve a demostrar -dando un paso más en un camino ya iniciado en ‘El último tour del mundo’- que tiene una asombrosa capacidad para tocar los palos que le dé la gana con más o menos acierto, pero sin estrellarse en ningún caso. Entretener durante una hora y pico, como lo hace este disco, no está al alcance de todas los divos y divas de lo urbano. Quizá la respuesta a ‘¿qué tiene Bad Bunny que no tengan otros?’ sea así de sencilla.

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Scalping - ‘Void’

(Houndstooth)

Por Jesús Lillo .

Lo que hace Scalping es algo parecido a lo que suena o debería sonar en la discoteca del Viña Rock cuando cierran los escenarios y al público comienza a darle lo mismo ocho que ochenta. Lo que hace o intenta hacer Scalping es algo muy viejo -la fusión de guitarrazos de metal, bajos de infrafrecuencia y rítmos sintéticos-, pero narrado a una violencia que lo hace atractivo. Lo que hace Scalping podría ser el resumen, en diferido y rebobinado deprisa, de la banda sonora de ‘Judgment Night’, aquella película de 1993 en la que confluyeron Cypress Hill, Faith No More, Helmet, Run-DMC. Slayer o Ice-T, juntos y revueltos. Para habernos matado, que en inglés ahora se dice ‘Void’.

Scalping son de Bristol, como unos Massive Attack de los que heredan la mala leche y la manipulación de la gravedad sonora, aquí desarticulada por las guitarras, sin la elegancia de los silencios que en sus últimas obras ha sondeado la banda de Robert del Naja, pero con una carga tecnológica, y esa es su mayor virtud, que consigue sublimar y atemperar la vulgaridad de su base melódica, hecha con guitarras marrulleras y chabacanas. Hasta ahora de naturaleza exclusivamente instrumental, el cuarteto británico añade voces invitadas -las del californiano Daemon y de su paisano Grove- para ponerse a prueba como una banda capaz de estimular las áreas nerviosas que despiertan cuando cierra la discoteca del Viña Rock y el público comienza a distinguir entre ocho y ochenta.

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Sharon Van Etten - 'We’ve Been Going About This All Wrong'

(Jagjaguwar )

Por David Morán .

El socorrido tópico de que sus penas son nuestras alegrías, deplorable frase hecha que, tanto monta, lo mismo sirve para celebrar gestas deportivas o políticas que para aplaudir a creadores tocados y hundidos en la miseria, cobra pleno sentido a la hora de acercarse a ‘We’ve Been Going About This All Wrong’, el nuevo disco de Sharon Van Etten. Porque la de Nueva Jersey las ha pasado canutas y, vaya, nosotros que nos alegramos. Pero no porque los últimos dos años se le hayan hecho especialmente cuesta arriba por culpa de una pandemia que, entre otras cosas, la pilló recién aterrizada en Los Ángeles y trajo de vuelta, a través de las grietas del confinamiento, traumáticos fantasmas del pasado, sino porque de ahí, de esa tragedia que la sorprendió justo cuando creía que su vida empezaba a remontar, ha salido un disco dolorosamente hermoso.

Un álbum oscuro y fracturado en el mejor sentido del término -el vinilo, a juego con las emociones, es de color mármol ahumado- en el que el pop sintetizado de ‘Remind Me Tomorrow' se codea con el rock espartano y confesional de sus primeros discos y en el que parsimoniosas cajas de ritmos avazan con rictus lúgubre bajo un chaparrón de confesiones codificadas. Voz desmayada, guitarras desnudas y atmósferas envolventes y pegajosas para cantar, casi suplicar, cosas como “Baby, don't turn your back to me” (‘Headspace’) o “Come back, come back / Once wild and unsure and naked and pure” (‘Comeback’). Estribillos que remontan para buscar a Roy Orbison en el más allá y cicatrices que no desentonarían junto a las de Lucinda Williams.

En el menú, un completo retablo de gozos y miserias adultas (maternidad, vida en pareja, ansiedad, depresión postparto) se enreda con la tristeza endémica del country ( Patsy Cline no debe andar muy lejos) y la épica expansiva del rock. Se entiende que Van Etten no haya querido adelantar ningún single ni dar pistas de por dónde iban a ir los tiros: ‘We’ve Been Going About This All Wrong’, con sus subidas y bajadas, con sus picos de intensidad y sus coros exhaustos, es un disco pensado y grabado para escuchar del tirón. De ‘Darkness Fades’ a ‘Far Away’. De la oscuridad que se extiende como una mancha de alquitrán a la belleza vaporosa, puro dream pop escuela escocesa, con la que se despide el disco. Del lamento quebrado de ‘Darkish’ (“It's done darkish inside of me”) al ímpetu de ‘Mistakes’, su canción más abiertamente pop y cima desde la que sentarse a contemplar la dimensión de un disco grandioso y arrebatado. Los restos del naufragio, siempre bellos y deslumbrantes.

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