Crítica de los discos de la semana: Alfred, Jimena Amarillo, Maria Rodés & La Estrella de David y Limp Bizkit
Nuestros especialistas musicales hacen un repaso de las novedades discográficas más interesantes de las últimas semanas
Alfred - '1997'
Cuando se trabaja la creatividad —la consecución de lo diferente— desde la obligación en vez de desde la desenvoltura, los resultados pueden quedarse a medias, como si se le vieran demasiado las costuras al tema. Y esto es un poco lo que ocurre con ' 1997 ', segundo álbum de estudio de Alfred García, artista catalán que se dio a conocer en la famosísima reedición de Operación Triunfo 2017 . Si la vuelta a las televisiones de reality musical por antonomasia ha dejado una interesante hornada de cantantes y artistas, muchos ya con grandes éxitos; otros con unas parcelas y direcciones bien definidas de hacia dónde va lo suyo, con Alfred no queda claro cuáles son sus derroteros.
En '1997', de producción y arte cuidadísimo (las cosas como son, los 'lyric video' que acompañan las canciones en YouTube son preciosos) se intenta abarcar demasiado. Durante 12 pistas Alfred le da una oportunidad a todo: una ecléctica intro, canciones en inglés en las que las reminiscencias a Harry Styles (referente del artista, también en lo estético) se hacen demasiado obvias, un pop español más 'clásico', ranchera, un intento indie con una colaboración con La La Love You, el colofón final lleno de quejíos del Niño de Elche ... y así podríamos seguir. Quien mucho abarca poco aprieta.
Aun así, Alfred evoluciona, especialmente como letrista, desde su anterior trabajo, 1016. Él mismo ha contado en multitud de entrevistas que su primer disco se hizo aprisa, y ahora se ha podido tomar un tiempo largo para contar y hacer justo lo que ha querido: mostrar 'al Alfred' que no conoce la gente. Tal vez por eso sea un álbum dispar, al que falta un hilo conductor más sólido; un reflejo de un chico de 24 años que sigue buscando su hueco, y todavía no lo ha encontrado exactamente.
Por María Alcaraz .
Maria Rodés & La Estrella de David - 'Contigo'
La esperada colaboración entre David Rodríguez y Maria Rodés tiene todo lo bueno que se le debe exigir a una alianza artística ocasional: se adentra en territorios a los que los protagonistas nunca se habían aproximado en solitario, el resultado es mucho más que la suma de las partes y, lo más importante, hay canciones de sobra para no sentir que estamos ante un simple y autoindulgente pasatiempo entre amigos. Trazando un insospechado puente entre Sant Feliu, Barcelona y Nashville , 'Contigo' se sumerge en el universo country con un respeto casi reverencial. Los dos protagonistas componen y se reparten la interpretación vocal, aunque es Sergio Pérez (productor habitual de La Estrella de David y de Joe Crepúsculo pero también de otro buen puñado de discos esenciales del reciente pop español) el responsable de crear un manto sonoro acogedor, sutil y elegante, plagado de detalles por descubrir detrás de su aparente sencillez. Es el ropaje ideal para unas estupendas canciones que, incluso en sus ocasionales accesos de ironía, están repletas de sensibilidad: Maria toca la cima de la expresividad en la maravillosa 'Eres' , un himno que perfectamente podría haber escrito José Alfredo Jiménez para Chavela, y David nunca ha sonado tan sincero y honesto como en 'Lo que yo quería' . Crónicas costumbristas que parecen esbozar, sin asomo de tremendismo o impostura, la crónica sentimental completa de una relación, desde la adictiva efervescencia pop de 'Venga Va' , donde flotan en el aire los fuegos artificiales del amor confirmado, hasta el desencanto resignado de 'Nos vamos a divorciar'. Expectativas cumplidas. Y superadas. Aunque esta aventura no acabe siendo más que un breve encuentro, parece destinada a dejar un recuerdo muy profundo.
Por Fernando Pérez.
Jimena Amarillo - 'Cómo decirte, mi amor'
El amor es universal, blablablá, pero cada uno tenemos un imaginario a través del cual lo construimos. Y el imaginario de la valenciana Jimena Amarillo es tiernísimo, y también cotidiano. Sobre él sostiene 'Cómo decirte, mi amor', su elepé debut, en el que la joven artista hace el viaje clásico (ya saben, estar muy enamorado, que nos rompan el 'cora' y volver a recoger los pedacitos) tal como ella lo vive. Si algo funciona en este álbum, que se enmarca dentro de esa escena pop emergente, llena de sonidos más electrónicos y comienzos autoproducidos, es la sencillez. Porque Jimena lo siente así, y así lo cuenta. Y ella se enamoró perdidamente de su novia ('Cafeliko'), después se quedó con el corazón a trozos (Tú manera de mirar', 'Resaca Sentimental', 'Cuando ya no me quieras', estas dos últimas con arreglos de cuerda de Chris Carmichael , colaborador de Taylor Swift ) y más tarde empezó a aceptar lo instaurado: que la vida es así. Se quiere mucho, y después pesa el desamor; se volverá a pasar por lo mismo, qué se le va a hacer ('Mandarinas en la cocina').
Así, tal vez no todos empaticen con la imaginería propuesta por Jimena Amarillo («Yo no sé si me lo invento o llevamos dos meses jugando a los Sims»), pero estamos ante un primer disco solvente, a medio camino entre lo pop y lo urbano y con una narrativa, como lo describe la propia Jimena de canciones «moñas sin complejos». Lo dicho, a lo mejor no se tienen 20 años y una exnovia que «siempre estará la primera en búsquedas recientes de Instagram», pero que el amor es universal, blablablá.
Por María Alcaraz .
Limp Bizkit - 'Still Sucks'
El nu-metal es una de las notas a pie de página más diminutas de la historia de la música popular (salvo para algún analista con suite acolchada en el Elizabeth Arkham Asylum para criminales dementes). Pero también, por ello, por lo aberrante, una de las más entrañables. Estamos a mediados de los 90 principios de los 00s. Y Korn, Deftones, System of a Down, Linkin Park, Slipknot, Ill Niño, POD y una largo etcétera son las bandas que arrasan en el ámbito músical extremo (no sé Ana Iris Simón con cuánta nostalgia pondera este fenómeno), grupos bandera formados por hombres (algunos en su treintena) trajeados con pantalones cortos XXL, camisetas de basket, rastas, gorras y tatus, siempre saltarines, y que buscaban materializar en su máximo potencial aquello de Jorge Ilegal de que «el rock es una señal sonora y electrónica que induce a la violencia». Música para pogos. Música para hacer el bestia. Música para torturar a padres por parte de adolescentes horteras. ¡Música para Guantánamo! Y, de nuevo, Limp Bizkit is in da house, queridos presos, con un nuevo disco. Porque la banda comandada por Fred Durst no solo no se ha separado sino que acaba de lanzar obra después de 10 años sin noticias discográficas. Por Halloween. Miedo.
En Limp Bizkit siempre han convivido varios grupos a la vez, todos ellos horripilantes; diferentes preferencias estéticas que en este ' Still Sucks ' ('Aún damos asco') continúan incluso acentuadas tal como ellos mismos reconocen. El nuevo álbum les ha llevado años de desavenencias, de hecho. «Creo que a todos nos gustan cosas tan diferentes que hacer un disco de Limp Bizkit es un poco difícil», decía hace un año Wes Borland , guitarrista de la banda de Florida y que siempre tuvo el gusto de ir disfrazado de una manera trabajosamente absurda. Otra declaración ilusionante de este miembro fue: «Es extraño estar en una situación en la que nadie quiere escuchar material nuevo de todos modos, vienen a los shows por nostalgia y quieren escuchar las viejas canciones». Así, con esta lucidez que reconocemos, los rapmetaleros han hecho el disco de siempre, al que han sumado algún sinte novedoso, pero sin los temas pegadizos que los encumbraran en su día. A falta de un ' Nookie ', ' My Generation ' o ' My Way ', es llamativo que la canción que abre se llame ' Out Of Style '. Las modas cambian, y los que fueran punta de lanza de la vanguardia sónica para chavales perdidos ahora son dinosaurios con la carrera creativamente cuasi extinta. Scratches, graves trotones, fraseos rapeados con la voz reverberada y estridente de Durst, baladas excesivamente melosas y eficaz 'savoir faire' para el crossover rap-metal son los ingredientes que ofrece este trabajo en el que echamos en falta las intros y outros que fueran marca de la casa y que, ojalá, hubieran dominado artísticamente por ese juego marciano de texturas oscuras un poco entre Aphex Twin y John Carpenter . Les queda graciosa, eso sí, y reveladora, la tontería de la penúltima canción con una llamada-entrevista a un mohíno Borland en donde afirma que sus grupos favoritos son o Ween , en una desconcertante escucha, de paso, para los oyentes pues estas bandas no se atisban nada en los Bizkit (¿estará frustrado el guitarrista?) para cerrar con la refrescante por contraste 'Goodbye', un tema, quizá, con cierta literalidad y que lleva a preguntarse: ¿puede una pesadilla acabar siendo un dulce sueño?
Por Javier Villuendas .