Mad Cool: Cita de alto voltaje para los nostálgicos del grunge
The Smashing Pumpkins ofrecieron el mejor concierto del festival madrileño hasta este momento, en una noche en la que los de Ohio se repartieron los focos con The National y Vetusta Morla
Cuando a las 23.30 comenzó a sonar por los altavoces « Sarabande », la pieza compuesta por Händel a principios del siglo XVIII que Stanley Kubrick rescató para la banda sonora de «Barry Lyndon» (1976), la gran mayoría de los 48.936 espectadores que ayer acudieron a la segunda jornada del Mad Cool se agolpaban en el escenario donde The Smashing Pumpkins iba a dar el mejor concierto del festival hasta ahora. De hecho, muchos ya estaban allí a mitad de la actuación de The National, ese grupo «un poco moñas» para José Luis, que a sus 58 años esperaba impaciente a Billy Corgan y compañía para verlos por segunda vez. La primera fue en el Festimad, en 1996. «Hace un año parecía impensable que se fueran a juntar y aquí están», añadía, cerveza en mano y con la camiseta del grupo enfundada.
Cerca, más camisetas viejas de Nirvana, Pearl Jam, The Stones Roses y otros grupos afines como Teenage Fanclub, que se cayeron del cartel a última hora. Había ganas. Azahara se había comprado la entrada y había ido sola hasta el macrorrecinto de Valdebebas para hacer su particular «revival» de aquella misma actuación en el Festival madrileño hace más de veinte años. Y además, los Smashing no pasaban por Madrid desde 2011. En aquella ocasión, en la sala La Riviera, ni tan siquiera estaban los miembros originales del grupo, a excepción de Corgan, claro está, en un concierto que resultó duro y sin hits hasta el final . Por suerte para sus seguidores, anoche no tuvieron que esperar ni un minuto para ponerse saltar y mover la cabeza a ritmo de clásicos como «Siva», «Zero» y «Bullet With Butterfly Wings» o gritar la letra de «Disarm». Todo ello, cuando ni siquiera se había llegado al ecuador de la actuación, sonando potente, alto y muy bien.
Los de Chicago, que en los 90 llenaron sin problema el Palacio de los Deportes y la Plaza de las Ventas, se dejaron llevar ayer por la nostalgia, sin complejos. Y en su hora y media lanzaron temas antiguos como «1979», «Ava Adore» y «Tonight, Tonight», intercalados con otros más nuevos -véase, «Tiberius»- que no bajaron los decibelios, hasta la traca final con «Today».
Sobre el papel, esta esperada cita con el pasado no convertía a Corgan, el guitarrista James Iha y el batería Jimmy Chamberlin en los únicos reyes de la noche, aunque la sensación a la salida fue que acabaron imponiéndose. Puede que sea el concierto de este año, a la espera de lo que haga hoy The Cure y con permiso de la omnipresente Rosalía , reina indiscutible de la «Welcome Party», con esa estrategia tan cuca del Mad Cool de dejarla fuera del abono para hacer más caja.
The National
Los focos se los repartieron también The National y Vetusta Morla . Acostumbrados nos tienen ya los madrileños a luchar por la corona de cada festival en el que actúan, independientemente de que estén plagados de estrellas internacionales. Casi todo el recinto aguantó ayer hasta las 2.30 para corear hasta su último tema, mientras los australianos Wolfmother, con su rock inmediato y pesado, trataban de hacerles algo de sombra a la misma hora.
A diferencia de Smashing Pumpkins, The National no tuvo problemas en tirar de su último disco, «I Am Easy to Find», que presentaban en exclusiva, convirtiendo la primera parte de su cita en pasaje más bien frío con canciones como «You Had Your Soul With You», «Quiet Light» o «Hey Rosey». Los de Ohio, una de los grupos más consistentes de la generación indie del nuevo milenio, consiguieron levantar el vuelo con un Matt Berninger metiéndose a bailar y juguetear entre el público, mientras sonaban éxitos más animados de antaño como «Where Is Her Head».
Pero, sobre todo, cuando el tremendo bochorno les dio tregua a los presentes. El mismo bochorno con el que tuvieron que vérselas figuras como Miles Kane , George Fitzgerald , Marina , Sophie Hunger o una Sharon Van Etten que sonó bonito y muy bien, reuniendo a un buen número de asistentes, al principio tumbados sobre el césped (artificial) y disfrutando de su música incluso con los ojos cerrados, y a los que acabó levantando del suelo para bailar a ritmo de «Every Time The Sun Comes Up», «Seventeen» y «Serpents».
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