Las cifras y la letra de la Quincena Musical

«A los 82 años, la Quincena Musical será recordará por la continuidad de un modelo de programación que remira el repertorio canónico con la seguridad de proporcionar algo probable y complaciente»

El director de la Orchestre Philharmonique du Luxembourg, Gustavo Gimeno EFE

Alberto González Lapuente

Los fenómenos musicales se han instalado en la Quincena Musical donostiarra en una edición inevitablemente construida sobre dudas, conciertos sin descanso, formatos reducidos y aforos limitados. Se habla de un festival de estrellas y se cita a Yuja Wang, Grigori Sokolov, Gustavo Gimeno, Julian Rachlin, Elisabeth Leonskaya, Mitsuko Uchida, Anne-Sophie Mutter, Leonidas Kavakos, Stephen Hough, Ivan Fischer… Todos ellos dan forma al punto culminante de una programación en la que diversos ciclos, desde lo antiguo a lo contemporáneo, perpetúan una estructura que tras muchos años de rodaje sigue aún bien fondeada. A los 82 años, la Quincena Musical será recordará por la continuidad de un modelo de programación que remira el repertorio canónico con la seguridad de proporcionar algo probable y complaciente.

Los dos conciertos inaugurales sirven de ejemplo a la totalidad. Los ha protagonizado la Orquesta Filarmónica de Luxemburgo cuyo titular, Gustavo Gimeno , prospera en el ranking internacional a punto de debutar con la Filarmónica de Berlín, además de presentarse en San Francisco y Cleveland. La presencia en Donostia, en calidad de director residente, afianza una relación que todavía se redondeará con el trabajo junto a la Joven Orquesta de Euskal Herria (EGO), poco después de su cambio de modelo de gestión y del equipo gestor ahora encabezado por Germán Ormazábal. Tras participar en la Quincena junto al violinista Julian Rachlin, la EGO se presentará en el Otoño Soriano y Musikaste con Gimeno reafirmado en su labor de entrenador musical, que tan buenos resultados está dando con Luxemburgo.

Gimeno significa vitalidad, energía y congruencia. Es esa la semilla que ha servido para que la orquesta luxemburguesa sea en este momento una agrupación con posibilidades, todavía pendiente de ganar en calidad en algunas familias instrumentales y dibujar una sonoridad característica. Ya el primer concierto demostró que la mejoría es importante, con una muy afirmada y expresiva frase de arranque en la sinfonía 8 de Dvorák, a punto de que surgieran desajustes en espacios más comprometidos rítmicamente. A un ágil primer movimiento, a un reservado segundo, a un uniforme tercero, siempre evocador de un lugar amable, siguió un brillante final con un cierto afán de heroismo. El compositor checo sirvió como cierre al programa, y con él Gimeno reconfirmó su personalidad musical primando la continuidad del discurso, la preferencia por las conclusiones pujantes antes que la degustación de una musicalidad seductora. Es mejor recordar la sensatez del ' Concierto rumano ' de Ligeti que, tanteando el terreno, sonó con particular claridad en el arranque.

En un tiempo como el actual, tan interesante desde la perspectiva crítica, Gimeno marca la distancia con su imagen tradicional, evidente en el gesto y en la actitud, en el repertorio y en la configuración de los programas. Ahondando en el carácter, merece la pena detenerse en la quinta sinfonía de Beethoven interpretada a partir de soluciones musicales hoy definitivamente discutibles. El interés por la superficie de la partitura antes que por la inquietante interioridad de una composición que hierve en un continuo juego temático pone de manifiesto el estilo ampuloso con preferencia por lo panorámico. En Donostia, Gimeno incidió en el relato premioso (revelador desde el mismo tema inicial), en lo firme y taxativo como herramienta con la que integrar a una orquesta no siempre bien conjuntada. De nuevo, el mérito de la versión radicó en la capacidad para sostener la obra con vigor, y tras un primer movimiento bien mantenido, se esforzó ante las variaciones del 'andante con moto', convirtió el 'fugato' del tercero en una mezcolanza y concluyó afirmativamente.

Y junto a Luxemburgo y Gimeno se ha presentado en Donostia la muy afamada Yuja Wang , pianista de moda para un teatro musical en el que el artificio es parte fundamental del espectáculo. En la gracia de Wang está el vestuario de fiesta, ya puede ser un breve vestido rojo al borde de lo imposible o un largo azul capaz de ocultar los vertiginosos tacones de sus Louboutin. Son detalles para una imagen sofisticada, muy propia de una intérprete ilusoria, cuya hiperlaxitud en los saludos es equiparable a la portentosa agilidad que demuestra ante el teclado mientras finge el mensaje musical. El primer día se enfrentó al enorme concierto 1 de Liszt que apoyó con un pedal desorbitado y una sonoridad áspera. Tras la rutilante fachada quedó una historia musical que sonó vacua, banal por la orientación efectista y desproporcionada por lo extemporáneo. Una gran ovación seguida de minutos de espera (sus salidas al escenario siempre están precedidas por una absurda espera) concluyeron con un lied de Schubert en transcripción de Liszt, música que ha hecho muy frecuente en sus programas.

En otro territorio más diáfano, el concierto 20 de Mozart sobresalió por su expresiva horizontalidad, por una desequilibrada presencia de la mano derecha frente a la corpulenta izquierda, por una ideación demasiado desfasada y falta de fundamento global. Wang forzó el carácter vituosístico del segundo y agitado tema de la 'Romanza' y sobre él pivotó una interpretación sobrecargada de malabarismos e insignificancia musical. Todavía abordaría con la gracia justa el mix de Fazil Say y Arcadi Volodos sobre la 'Marcha turca', al que precedieron muchos aplausos, aunque menos entusiastas que el primer día. Y, de nuevo, el éxito de su actuación debió mucho a Gustavo Gimeno, un colaborador imprescindible, no siempre exacto aunque seguro y particularmente robusto; un digno representante del propósito programático de una Quincena Musical anunciada elocuentemente bajo el lema de '75 conciertos, 6 espectáculos de danza, 5 estrenos y 2 orquestas internacionales durante 27 días en más de 35 escenarios'.

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