'Changüí, the sound of Guantánamo', la increíble odisea musical del Alan Lomax de Cuba

Entrevistamos a Gianluca Tramontana, productor y periodista que ha publicado una fascinante recopilación de grabaciones de campo con músicos tradicionales del extremo oriental de la isla

Nacho Serrano

Más allá del clásico 'Guantanamera' y de la infame prisión militar estadounidense, del extremo oriental de Cuba conocemos poco y nos perdemos mucho. ¿Han oído hablar del changüí? Ninguna música cubana está al margen de la influencia de África, pero este estilo folclórico de la provincia de Guantánamo es aún más africano que la mayoría, y aunque quizá no sea tan popular como la rumba o el son, es uno de los sonidos más bellos y divertidos de la isla. El término changüí se deriva de dos palabras congoleñas que significan 'saltar por diversión' o simplemente 'fiesta', y es fácil escuchar por qué: esta tradición musical viva es un alegre conjunto de ganchos, riffs y estribillos tocados con el único propósito de celebrar, unir y compartir.

Gianluca Tramontana , un productor y periodista de Nueva York enamorado de Cuba, se ha propuesto descubrírsela al mundo y lo ha hecho al estilo Alan Lomax, realizando grabaciones de campo y entrevistas con músicos locales para dar forma a un recopilatorio titulado 'Changüí, the sound of Guantánamo' que ofrece una visión completa y profunda del género. «El proyecto se desarrolló de forma bastante natural y casi accidental», explica Tramontana, que en un viaje a la provincia de Guantánamo en 2017 observó que de la escasa documentación que existe sobre el changüí, apenas había grabaciones en localizaciones en el campo o en aldeas donde esta música se sigue interpretando, bailando y disfrutando cada día. «Mi intención original era reunir material para una pieza de radio corta que se iba a llamar 'Guantánamo, no solo la Bahía', que iba a emitir en la emisora NPR o la PRI. Había escuchado quince temas de changüí tradicional hace años, en una vieja cinta de casete que me regalaron durante uno de mis viajes a Cuba. Pero no pude averiguar demasiado sobre él ni encontrar a nadie que supiera algo al respecto. La mayoría de la música cubana está en clave y en tiempo directo, en lugar de en tiempo sincopado, como el swing. Pero el changüí tradicional no está ni en clave ni en tiempo directo, está lleno de síncopas y de swing. Cuando comencé a conocer más changüiseros, obtuve un conocimiento más y más profundo y me enamoré de la música. Cambié mis planes y me quedé dos meses en mi primer viaje. Como la mayoría de los músicos que conocí nunca habían sido grabados, comencé esta especie de misión para averiguar todo lo que pudiera sobre esta increíble música. ¡Y al final nunca se emitió ni en NPR ni en PRI! (risas)».

Tramontana hizo más de doscientas grabaciones de campo a lo largo de un viaje iniciático que le demostró que aún queda muchísimo por explorar en Cuba, incluso para los expertos. «Sí, fue extraño para mí descubrir que hay música que aún vive en las sombras. ¡Especialmente en una de las islas más pequeñas y estudiadas del mundo! En Cuba, este changüí tradicional es poco conocido fuera de Guantánamo, incluso por los cubanos. Cuando mencionas 'changüí', la mayoría de la gente en Cuba pensará en Elio Revé y su hijo Elito Revé, así como artistas como Los Van Van. Pero eso es changüí progresivo con batería, teclados e instrumentos de viento, etc. Si dices 'música blues' hoy, muchas personas pensarán en Eric Clapton o The Allman Brothers en lugar de Robert Johnson o Son House, que son las raíces de esa música. Lo mismo pasa con el changüí. Ciertamente no fui el primero en descubrirlo o registrarlo, aunque esta sea la primera colección de este tipo. Pero generalmente se ha pasado por alto, de la misma manera que el blues fue ignorado por los estadounidenses hasta que los británicos lo adoptaron en los años 60».

Las excursiones de investigación emprendidas por Tramontana fueron toda una odisea caribeña salpicada de anécdotas casi heroicas. «Llegar a los lugares era muy difícil... porque no hay infraestructura. A veces tenía que levantarme al amanecer y meterme en un camión averiado para llegar a lugares que, aunque estaban a sólo diez o veinte millas de distancia, se tardaba medio día en llegar. Otras tenía que subirme a la parte trasera de un tractor para llegar a una aldea en medio del campo. Y en muchos de esos viajes hubo olas de calor sudoroso de más de 38 grados que pusieron a prueba mi aguante», cuenta el musicólogo, que una vez arribado a su destino, se encontraba con otro tipo de dificultades. «Desde una perspectiva creativa, en lo que respecta a la grabación, la mayoría de los músicos nunca habían grabado nada en su vida, por lo que no tenían ni idea de lo que estaban haciendo. Ellos se sentaban donde fuera que tuviera sentido para ellos sentarse, generalmente en círculo, lo que no es ideal para la grabación. También tocaban cuando estaban listos, tuviera mi grabadora encendida o no . Yo quería ser periodista y no productor, quería capturar y no crear, así que tuve que adaptarme».

Una de las grabaciones que Tramontana recuerda con más emoción fue la de un hombre «de setenta y tantos años» llamado Pedro Vera, que creció con el changüí en las montañas de Monte Ruz. Su padre, Eugenio, era un gran tresero que le llevaba a caballo hasta aldeas donde hacían fiestas de tres días cuando tenía ocho años. «Eugenio tenía 97 años y vivía con su hija porque estaba enfermo», cuenta Tramontana. «Pedro y yo fuimos a visitarlo para que me contara algunas historias de su juventud. Eugenio se vistió para la ocasión y algunos familiares se acercaron para escuchar a su frágil y anciano pariente hablar sobre su vida. Parecían realmente felices de que alguien estuviera interesado en ellos . Después de eso, Pedro sacó su tres y padre e hijo cantaron juntos un par de canciones. La canción 'Hace falta una negra' que hay en la recopilación es un son montuno y no un changüí, pero ver a padre e hijo cantar juntos fue muy conmovedor para la familia y para mí». Gianluca también visitó a un changüisero de 90 años conocido como 'Yu', que vivía en un bohío de las montañas sin luz ni agua corriente. «Su comunidad lo apreciaba como un changüisero puro, de raíz. Tocó cada minuto que pudo en su vida, fue el portador de la vieja tradición y enseñó a muchos jóvenes músicos a tocar. 'Yu' no pudo encontrar cuerdas para su tres y no lo había tocado durante varios meses, pero lo visité con un changüisero más joven llamado Mikikí que trajo su tres y estuvo encantado de volver a tocar. Puedes escucharlos a los dos en el disco».

Durante su periplo, Tramontana hizo otro descubrimiento menos feliz. Aunque sabía que era un estilo tradicional muy poco conocido fuera de la región oriental de Cuba, comprobó que incluso en el mismo Guantánamo seguía siendo considerada música hecha «por y para campesinos sin educación ». El historiador José Cuenca, que ha escrito un ensayo para el libreto que acompaña a la recopilación, ha estado haciendo campaña por esta música durante muchos años, y en 2018 solicitó al gobierno cubano que dé al changüí la consideración de Patrimonio Cultural Inmaterial. Pero tal como asegura Tramontana, el hecho de que el changüí tradicional sea poco conocido fuera de Guantánamo no ha cambiado. «Los jóvenes siguen pensando que el changüí es música para viejos», lamenta el musicólogo.

Según algunos estudiosos, los orígenes del changüí se remontan a finales del siglo XIX. Pero hay cierta controversia con respecto a si fue un género creado inmediatamente después de la importación de sonidos africanos, o si se deriva del nengón , considerado también un precursor del son. «Bueno, esa cuestión debe ser respondida por etnomusicólogos», opina Tramontana. «Ambas formas tienen una línea de tiempo similar, y Baracoa podría ser un poco más antiguo que la ciudad de Guantánamo. Los historiadores cubanos aseguran que cada forma musical es una 'célula' de otra forma musical que se ha desarrollado de forma distinta. Personalmente no estoy convencido de que la música se desarrolle en línea recta, de la 'a' a la 'z', creo que más bien brota como los hongos, como en las polinizaciones cruzadas. Se superpone y se entrelaza a menudo al azar... pero no soy etnomusicólogo. La respuesta rápida, sencilla y muy general es que el changüí está más alrededor de la ciudad de Guantánamo y las colinas y montañas que la rodean. Nengón y Kiribá son más hacia Baracoa en la costa, donde hay más vibraciones indias y caribeñas. Aunque la música en Baracoa y El Güirito tiene mucho en común con el changüí de Guantánamo, incluyendo repertorio y instrumentación, son técnicamente diferentes. Además, en esas zonas es menos probable que te encuentres con ceremonias africanas como las de Guantánamo y alrededores. La música alrededor de Baracoa y El Güirito suena más afrocaribeña, con más énfasis en lo caribeño que en lo africano, mientras que la música de la ciudad de Guantánamo suena posiblemente más afrocubana, con el énfasis más en el lado 'afro' . De hecho, muchos de estos músicos, especialmente los que tocan el bongó, salen de una de las tres antiguas tradiciones espirituales africanas que se practican en los zonas 'afro' de Cuba. Cuando los changüiseros tocan, no sólo quieren hacerte hacerte bailar. Quieren perforar un agujero hasta el centro de la tierra para sacar fuera sus espíritus». Otro factor que explicaría la conexión entre el nengón y el changüí, según Tramontana, es que antes de que construyeran la carretera interior entre Baracoa y Guantánamo, solía haber una ruta comercial por el norte de la isla entre Baracoa y las montañas de los alrededores de la ciudad de Guantánamo. «En ese camino la gente se mezclaba e intercambiaba canciones, música e historias. Por eso hay muchas canciones que se tocan en changüí y en nengón».

Buscando el origen

El changüí siempre fue una música para hacer fiestas en las casas de las aldeas, y en realidad no fue considerado un género musical hasta mediados de la década de 1940 cuando el músico, compositor y musicólogo Rafael Inciarte Brioso formó el Grupo Changüí de Guantánamo . «Una de las primeras recopilaciones de grabaciones fue realizada por Benjamin Lapidus para su libro 'Changüí - Orígenes de la música y la danza cubanas'. El Museo Smithsonian tiene algunas grabaciones en sus archivos, y algunas pequeñas compañías discográficas europeas han lanzado algunos CD», cuenta Tramontana, que evitó tomar esos registros como referencia para no contaminar su proceso de aprendizaje con los propios changuiseros. Fue así como descubrió repertorios ignotos que hablaban de changuiseros legendarios como Tabera, Cambrón o Juan Logát, que no pudieron grabar como sí hizo el mencionado Grupo Changüí de Guantánamo, aún en activo. «Son los únicos que han tenido recorrido comercial, y los únicos que han viajado fuera de Cuba, incluso a los Estados Unidos. Siguen publicando discos, ¡y el año pasado fueron nominados a un Grammy! Pero es el único grupo que realmente se conoce. Hay otra formación, el Grupo Estrellas Campesinas, que se inició en la década de 1980 y también han grabado, aunque en un nivel menor ya que en realidad no se les conoce fuera de Guantánamo. Viven en las montañas de Yateras, y se les considera los portadores de un estilo montuno más suave, que probablemente era la forma en que sonaba el changüí en el campo hace más de cien años».

De vuelta en Nueva York, Tramontana compartió algunas de las grabaciones con un viejo amigo y colega, el productor Steve Rosenthal, ganador de cuatro premios Grammy y conocido por sus trabajos de archivos y restauración de obras de Woody Guthrie, Les Paul y Jelly Roll Morton (proyecto junto al propio Alan Lomax, con el que ganó uno de esos Grammy). Rosenthal reconoció de inmediato que las grabaciones digitales de Tramontana eran especiales , y que habían logrado capturar la energía y la emoción de las fiestas de un lugar casi inexplorado. «Steve Rosenthal es la razón de que exista esta recopilación», confiesa Gianluca. «Sin él, estas grabaciones estarían en una vitrina acumulando polvo. Mi intención original era, como te decía, conseguir algo de material para una pieza de radio. Pero hubo una grabación, de El Guajiro y su Changüí, que tenía unas maracas un poco ruidosas, así que se la envié a ver qué podía hacer. Me respondió con un correo electrónico diciendo que la grabación era increíble, y que por favor contactara con él tan pronto como pudiera».

Una vez finalizado el trabajo de limpieza con Rosenthal, Gianluca buscó la forma de editar el resultado de su fascinante aventura. «Yo ya había pagado a los músicos de mi propio bolsillo antes de tener la menor idea de cómo sacarlo a la venta. El negocio de la grabación es un desastre, y Steve Rosenthal y yo creíamos tanto en el proyecto que estábamos considerando recaudar dinero para lanzarlo nosotros mismos. Pero John Sopkia de Petaluma Records dio un paso adelante y nos permitió concentrarnos en lo nuestro. Como periodista musical, he conocido muchas historias terribles sobre compañías discográficas que interfieren en la visión del artista. John Sopkia no lo hizo. Realmente nos permitió a mí y a Steve hacer el mejor producto posible. Una vez que comencé a escribir sobre la cultura del changüí y mis experiencias, unas cuantas páginas de notas se convirtieron en un fotolibro y John me dejó seguir avanzando con el nuevo proyecto. En el último año y medio, John tuvo muchas buenas razones para reducir su apoyo, pero nos apoyó al cien por cien a pesar de pandemias globales, recesiones y cinco cambios en las fechas de lanzamiento . Él cree en el proyecto tanto como Steve y yo. También sé que esto casi nunca sucede en el negocio de la música y que realmente somos muy, muy afortunados de tener a Petaluma apoyándonos».

Con el apoyo de Petaluma Records, Rosenthal y Tramontana contrataron al ingeniero de mezclas Ed McEntee y al ingeniero de masterización tres veces ganador del Grammy, Michael Graves, para completar la producción de esta colección de 3 CD de 50 pistas, seleccionada a partir de las más de 200 grabaciones realizadas en Guantánamo. La diseñadora gráfica Barb Bersche (también ganadora de un Grammy) creó el diseño de la caja recopilatoria y del extenso libreto que la acompaña, y Arturo O'Farrill, de la Afro Latin Jazz Orchestra, se sumó para escribir este prólogo: «Si la música es el tejido de la vida en el resto de Cuba, entonces Changüí es la existencia misma. Es como si los guantanameros hubieran sido creados únicamente con el propósito de compartir la música de Changüí, para el mejoramiento del resto del mundo». El proyecto cuenta con el análisis de otras figuras esenciales de la música cubana como Nick Gold, productor ejecutivo de Buena Vista Social Club , que dice: «Me enamoré de Cuba, su gente y su música mucho antes de hacer el Buena Vista Social Club con Ry Cooder. Desde Punta de Maisí en el este hasta María la Gorda en el lejano oeste, el país tiene tanto que ofrecer que incluso después de casi treinta años de viajar por la isla, siento que solo me he quedado en la superficie, porque hay tanta música para escuchar... Este gloriosa recopilación es un ejemplo de ello. La región de Guantánamo tiene mucha cultura por descubrir. Muchos musicólogos consideran a changüí como el antecesor del 'son' que grabamos en Buena Vista Social Club, y yo también puedo escucharlo».

La caja 'Changüí, the sound of Guantanamo', que contiene tres horas de grabaciones y un libro de 80 páginas con textos y fotografías, ve la luz como un lanzamiento histórico que revela una cultura viva vibrante y apenas documentada, y que sin duda se puede equiparar a los logros de la familia Lomax. «Gracias por la comparación, ¡es un gran cumplido!», exclama Tramontana. «Es imposible que un saxofonista toque bebop y no toque algo de Charlie Parker, o que un guitarrista clásico no toque algo de Andrés Segovia. Además, el coproductor Steve Rosenthal no solo conocía a Lomax personalmente sino que ha trabajado en la restauración de sus archivos. Sin Lomax, tanta música de tantas culturas se habría perdido por completo, y sin sus enseñanzas, yo no sabría que incluso fuera posible hacer un proyecto así. Las similitudes de mi trabajo y el suyo es que muchas de las personas que grabé nunca habían tocado ante una grabadora. Es más, muchos de los músicos nunca se habían escuchado tocar antes, así que cuando les reproduje las grabaciones saltaron de alegría, algo que leí que le había pasado a Lomax . Otra similitud es que la colección se basa en un cien por cien en los changuiseros y guantanameros, y no en mí. No agregué nada ni tomé nada de distancia. Solo capturé un momento, los changuiseros lo crearon. Lomax demostró que hacer este tipo de cosas era posible y su sombra se cierne enormemente sobre este proyecto, que por otro lado tiene aspectos diferentes a los que él desarrolló. Lomax era etnomusicólogo y tenía una clara misión de preservar y estudiar, y obtuvo fondos de instituciones culturales para su investigación. Yo soy un periodista musical que se enamoró de esta música y la grabó de forma independiente. Mi misión también se parece a la de Lomax en el sentido de analizar, preservar y educar. Esta cultura refleja la admirable e importante historia de la música de una comunidad que ha sido pasada por alto. En el dialecto de Guantánamo, cuando vas a una fiesta, dices 'vamos a una changüí' . Y eso es lo que Steve Rosenthal y yo quisimos mantener presente durante el proceso. Mi intención era intentar transmitir la alegría y emoción, el elemento participativo que sienten los músicos cuando lo tocan y los juerguistas y bailarines cuando lo escuchan, esa magia que se puede conjurar cuando alguien toca una cuerda de tres o sacude una maracas. Es la forma en que hemos hecho música desde el principio de los tiempos, y la forma en que las comunidades se mantienen unidas. Tuve mucho cuidado de poner la música en su contexto histórico, y espero que los que compren la recopilación puedan conectar con estos músicos más allá de las sombras en el fotolibro, y con suerte, sentirse iluminados o al menos bien informados. Esta música es genial y pegadiza, llena de fuego y vida, y para hacer honor al verdadero espíritu de changüí, he querido hacer una colección de música que puedas ponerte a todo volumen para bailarla».

¿Y qué piensan los propios changuiseros de este lanzamiento?« Estoy en contacto todo el tiempo con los involucrados, y les he mantenido informados sobre todo el proceso», explica Gianluca. « Los changuiseros y la gente de Guantánamo están emocionados y súper felices de que su la música se escuche fuera de su comunidad. Ha habido algunas grabaciones antes, no muchas, pero esta es la primera colección completa. Ellos están muy felices de que los tomara tan en serio, y de que amara su música y cultura lo suficiente como para pasar dos años yendo y viniendo allí, quedándome semanas enteras para investigar. Están deseando que vuelva a Guantánamo para llevarles algunos ejemplares de la recopilación».

La caja recopilatoria 'Changüí, the sound of Guantánamo' puede encargarse en la web de Petaluma Records .

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