Muere la voz española de Il Divo
Carlos Marín, un barítono con alma de 'crooner'
El artista desaparecido combinó en su carrera la ópera, la zarzuela, el teatro musical y la canción popular
La catarata de elogios y lamentos que ha inundado en las últimas horas las redes sociales tras la temprana muerte del cantante Carlos Marín , uno de los integrantes del grupo Il Divo , ha sido unánime al destacar, más allá de su voz, su sentido del humor, su generosidad, su sonrisa imborrable, su cercanía...
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Y es que, antes de entrar a formar parte del cuarteto creado por el productor británico Simon Cowell, Carlos Marín había formado parte de los elencos de musicales, óperas y zarzuelas, donde había dejado muestras de su talento y de su bonhomía.
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Carlos Marín, de padres españoles, había nacido en la ciudad alemana de Rüsselsheim el 13 de octubre de 1968 de padres españoles. Su carrera artística comenzó pronto: grabó su primer disco, ' El pequeño Caruso ', con tan solo ocho años (lo produjo Pierre Kartner, el 'Padre Abraham'). Volvió a España con doce años, y estudió canto y solfeo en el Conservatorio de Madrid, trabajando con voces ilustres como Alfredo Kraus, Montserrat Caballé o Jaume Aragall.
Aunque los 'crooners' como Tom Jones o Frank Sinatr a , eran su principal inspiración, se enfocó en un principio en la lírica: poseía una sedosa, dúctil y comunicativa voz de barítono. Con solo 19 años ganó el concurso de TVE 'Gente Joven' y fue premiado en distintos certámenes líricos: Jacinto Guerrero, Francisco Alonso o Julián Gayarre, por ejemplo.
Participó en diversos montajes de zarzuela antes de que, en 1992, fuera elegido para interpretar el papel de Marius en el estreno español del musical ' Los miserables '. Eva Diago , que compartió escenario con él en aquella producción, ha recordado en Instagram: «Me viene a la cabeza la primera vez que te oí en el ensayo de 'Los miserables' tu primera frase como Marius. 'Oye 'Ponine, ¿adónde vas? Solo esa frase, y se se presuponía que cuando te escucháramos el 'Sillas y mesas vacías' íbamos a babear escuchándote. Y así fue».
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A partir de ahí, Carlos Marín entró en la gran familia del teatro musical español -que le ha despedido en redes con un cariño extraordinario- y participó en distintas producciones. Fue el alternante de José Sacristán en ' El hombre de La Mancha ' (1997), donde encarnó a Don Quijote junto a Paloma San Basilio. Dos años después, y de la mano del productor Luis Ramírez (que también falleció muy joven), intervino como Vince Fontaine en una produccion de ' Grease ' en la que era también el director musical junto a Alberto Quintero, con el que seguiría trabajando durante muchos años.
No abandonó el teatro Lope de Vega de Madrid (donde se estrenaron los dos montajes anteriores), porque fue el protagonista de ' La bella y la bestia ', la producción de Disney que supuso el desembarco en España de lo que hoy es Stage Entertainment.
Al tiempo que se afianzaba como una de las grandes figuras del teatro musical español, seguía interpretando ópera y zarzuela : 'La traviata', 'Il barbiere di Siviglia', 'La bohème', 'Lucia di Lammermoor', 'Madama Butterfly', 'La verbena de La Paloma', 'La Gran Vía', 'La Revoltosa'...
«Son mundos muy diferentes, todos me gustan y en todos me siento cómodo -confesaba a este periódico-. L a ópera es poderío , tienes que estar todos los días al cien por cien porque no tienes la ayuda del micrófono... El musical y la zarzuela tienen la dificultad de que además de cantar has de hablar, de bailar... Y si usas además un vestuario y una caracterización como la que yo tenía que llevar en 'La bella y la bestia', 34 kilos encima de mí... No es nada sencillo. Y el estilo crooner me ha gustado desde siempre, me permite un contacto directo con el público, algo que no se consigue en el teatro».
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En 2003, tras varias pruebas en Londres, el productor Simon Cowell le cambió la vida al elegirle para formar el cuarteto crossover ' Il Divo ' junto a Urs Bühler, David Miller y Sébastien Izambard . «Somos como los del chiste -decía en 2006 a ABC-; un francés, un suizo, un americano y un español. Pero esa mezcla de nacionalidades y de maneras de entender la música es uno de los secretos de nuestro éxito. Y, además, los cuatro teníamos experiencia, no somos cantantes de karaoke».
La tersura de su timbre baritonal, su expresividad y su personalidad le convirtieron en el líder del grupo, que además cantaba a menudo en español. «Hemos ido combinando el idioma para ver en cuál quedaban mejor las voces -recordaba en la citada entrevista-; y el español es una lengua que suena muy dulce y que es muy generosa con las voces . Las vocales son abiertas y para las voces líricas es un idioma que va muy bien. Se ha demostrado, además, que no disminuye el mercado, sino todo lo contrario, porque ahí estamos, en el número uno de listas pop con estas canciones. La música no tiene idioma».
En 2004 se publicó su primer disco , 'Il Divo'; le siguieron 'Ancora', 'The Christmas Collection', 'Siempre', 'The Promise', 'Live in Barcelona', 'Wicked Game', 'The Greatest Hits', 'A Musical Affair', 'Live in Japan', 'Amor & Pasión', 'Timeless' y 'For once in my life: A celebration of Motown'. De ellos se han vendido más de 40 millones de ejemplares.
«Yo estoy flipando -decía a ABC-; al principio he de confesar que no confiaba demasiado en el proyecto , pero ahora es alucinante. Hubo un casting similar al de OT, pero no funcionó, y contactaron con diversos agentes de ópera. Yo estaba en Londres y me presenté a la prueba un poco sin ganas. Pero luego conocí a Simon Cowell y me convenció».

En los últimos diez años, en paralelo a su actividad con 'Il Divo', inició su carrera como solista. «Llevaba siete años -decía en 2011- pensando en montar un concierto de este estilo, un concierto tipo crooner. He preparado un espectáculo con mucho glamour, con una big band de veinte músicos, doce bailarines; la primera parte está dedicada al musical, con bloques de distintos títulos; la segunda parte estará dedicada a Frank Sinatra y Tom Jones, y habrá un bloque de baladas latinas. Y contamos con Innocence, con la que cantaré tres dúos, y que interpretará canciones de su último disco. Mi intención es recordar Las Vegas, el music-hall. Va a ser un espectáculo a lo grande... por lo menos caro».
Innocence -Geraldine Larrosa- ha estado al lado de Carlos Marín durante décadas . Coincidieron pronto en los escenarios, y tras varios años juntos, se casaron en 2006 en Disneyland, en Miami. El barítono llevó engañada hasta allí a la novia -le dijo que iban a protagonizar un reportaje gráfico y que llevara un vestido blanco-, y una vez allí le propuso matrimonio un día antes. Sus familiares más cercanos conocían la sorpresa y se encontraban allí. Tres años después se separaban, pero han continuado una amistad muy estrecha -ella ha pasado sus últimas horas junto a él- y una colaboración profesional, que llevó a Carlos Marín a producir los últimos trabajos de Innocence.
La expresividad y comunicatividad de la voz de Carlos Marín ha sido, probablemente, el elemento que distinguió al artista y el que le hizo sobresalir. Su canto era extraordinariamente flexible, su dicción clara y su timbre cálido. Todo ello, unido a su carisma -«especial capacidad de algunas personas para atraer o fascinar.», según la RAE-, hicieron de él una estrella .