Último adiós a una leyenda
La capilla ardiente de Camilo Sesto, un multitudinario duelo popular
Juan Pardo, Ángela Carrasco, Karina, María Teresa Campos, Encarnita Polo o Marta Sánchez se sumaron a los miles de fans anónimos
Ya lo encapsuló Mariano José de Larra : «"En este pais" es la frase que sirve de clave para toda clase de explicaciones» . Pero la explicación a por qué tanta gente esperó ayer colas de hasta hora y media para entrar a la capilla ardiente de Camilo Sesto desde las once –hora de apertura– hasta el atardecer, no entiende de un solo país, sino de muchos, pues se acercaron a la sede de la SGAE en Madrid todo tipo de nacionalidades a entregarle un beso y una rosa a, según muchos de sus asistentes, «la voz». Desde la muerte de Lola Flores no se recordaba tal congregación , entre la que hubo también personalidades como el ministro de Cultura en funciones, José Guirao ; la consejera de Cultura de la Comunidad de Madrid, Marta Rivera de la Cruz ; la delegada del área de Cultura del Ayuntamiento de Madrid, Andrea Levy ; y compañeros como Ángela Carrasco, Luis Cobos, Encarnita Polo, Marta Sánchez, Juan Pardo o Karina.
Fue tal la afluencia de seguidores a las 11.00 que tuvieron que esperar diez minutos más para poder entrar. «Somos fans desde que teníamos cuatro años», contaron dos hermanas, Maricruz y Paloma, mientras hacían cola a las cuatro de la tarde. La última vez que le vieron actuar fue en 2010 en uno de los dos conciertos que ofreció en el Palacio Municipal de Congresos de Madrid. Sesto fue su objeto de deseo e incluso motor de rebeldía durante su adolescencia; ambas recordaron cómo, al ser menores de edad, se subieron a cualquier proximidad de la sala de fiestas «Don Pepe», en Gandía, para verle actuar. Eso sí, para ser ambas hijas de Madrid, reniegan del «Mola mazo» que el cantante lanzó en 2002. Fuera también estaba Concha, que presumió de haber acudido a la primera y última representación de la producción teatral «Jesucristo Superstar» . «He soñado con él; que le conocía y le hablaba», reconoció.
En la sala Manuel de Falla, al féretro cerrado le acompañaron llantos sentidos, dos fotografías del cantante –una de joven y otra reciente–, un piano, un sinfín de coronas de flores (de Julio Iglesias, de clubs de fans como «Mi ángel azul» o del Ayuntamiento de su natal Alcoy) y de por favores : «¡No hagan fotos!» , «¡Tienen que ir saliendo!» ... Mientras sonaban temas célebres como «Sólo tú» ( «Hoy te quiero mas todavía» ) y «Querido amor» ( «Soy tan feliz que hasta voy a llorar» ), sus seguidores depositaban mensajes escritos en papel a los pies del féretro o en el libro de condolencias. Textos como el que a Óscar –natural de Colombia– le mandó por WhatsAp p, desde el otro lado del charco, su prima Melina, bautizada así por la homónima canción, del álbum «Amor libre» (1975). Otra seguidora contó que su nieto, ya de 17 años, se llama Camilo en honor al cantante.
Isabel, una de las afortunadas que pudo estar en la sala varios minutos, contó que se había acercado al velatorio «sin comer» tras salir del trabajo. Se enteró de la muerte del cantante a través de una amiga a primera hora del domingo. Era tan fan que incluso de joven iba a verle actuar en el mítico programa de radio «El Gran Musical». Somalia, de República Dominicana, también aprovechó la sobremesa para permanecer en la sala varios minutos. «Yo incluso celebraba su cumpleaños cada 16 de septiembre» , contó. «Le compraba una tarta, velas; le cantaba y le rezaba para que Dios le protegiera», continuó. Para Ana, el ritual era otro: dormir con una camiseta de Camilo Sesto . Aunque lleva más de treinta años en nuestro país, fue en su Perú natal, en la radio, donde le descubrió. Era tan fan que le vio cantar a los dos lados del Atlántico y como regalo de su 50 cumpleaños pidió a volver a su país solo para verle actuar.
Ya lo resumía una frase, a rotulador, en el muro de la entrada a la sede de la SGAE: «Camilo, siempre en mi corazón» .
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