Cantantes muertos por la droga: una generación que vivió al filo de la navaja
Grandes talentos del pop español como Antonio Vega, Antonio Flores o Enrique Urquijo cayeron por sus adicciones
«Son compañeros de un viaje que solo ellos y yo entendemos». Con estas palabras se refería Manolo Tena, en una entrevista a Efe, a Antonio Flores (1961-1995), Enrique Urquijo (1960-1999) y Antonio Vega (1959-2007). Todos ellos eran amigos, y todos ellos cayeron en el infierno de las drogas. En ellos se hicieron realidad los versos de Allen Ginsberg en «Aullidos»: «He visto las mejores mentes de mi generación destruidas por la locura, histéricos famélicos muertos de hambre arrastrándose por las calles, negros al amanecer buscando una dosis furiosa».
El autor de « Sangre española » era, sin embargo, el superviviente. Hace unos años a nadie le hubiera sorprendido que también sucumbiera al pinchazo fatal. Vivía, al igual que el resto, en un constante tira y afloja con la muerte. Había burlado su destino y la vida le ofrecía ahora una segunda oportunidad, tras exorcizar sus fantasmas en el documental « Un extraño en el paraíso » (2015): «Yo era el poeta y el fantoche, el filósofo y el perro loco. El mismo tío que podía hacer soñar, y el que fastidiaba la noche. Algo así como la mala noticia en una fiesta de cumpleaños. Haciéndole trampas a la muerte . A quien arruiné completamente la vida fue a mí mismo», decía.
La heroína privó al pop español de algunos de sus mejores representantes, y a Manolo Tena le nubló la inspiración en su mejor momento. Joaquín Sabina le dedicó una canción en «Física y química» (1992), «Conductores suicidas», cuya letra podía aplicarse a cualquiera de los músicos aquí citados: «No voy a negarte que has marcado estilo / que has patentado un modo de andar / sin despeinarte por el agudisimo filo / de la navaja de esta espidica ciudad. / Salías a hacer turismo al borde del abismo / pero creo que de un tiempo a esta parte / te has deslizado al lado marron (...) / Buscando en la basura un gramo de locura».