Bruce Springsteen, un torbellino eléctrico en contra de las nucleares

Un disco y una película recuperan las legendarias actuaciones de la músico junto a la E Street Band en el 'No Nukes' de 1979

Springsteen y la E Street Band, durante su actuación en 1979 en el Madison Square Garden ABC

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Explota 'Badlands', con su orgía de teclados y esas guitarras al trote, y Bruce voltea su guitarra, se la cuelga a la espalda como si en vez de una Telecaster fuese una espada ninja y, como atravesado por un cable de alta tensión, agarra el micrófono para cantar, casi bramar, aquello de «Badlands, you gotta live it everyday / Let the broken hearts stand / As the price you've gotta pay». A su espalda, el siempre imperturbable Max Weinberg, ejemplar metrónomo de la E Street Band, sacude platos y timbales mientras su flequillo cobra vida propia.

Solo es la segunda canción y el Madison Square Garden ya es un desmadre. Una olla a presión que bulle de placer y gozo mientras Bruce brinca , Clarence Clemons gira sobre como propio eje como un derviche aquejado de gigantismo y Steve Van Zandt, el fiel escudero, amaga con reanimar a su jefe cuando este se desploma teatralmente durante la volcánica 'Quarter To Three'. «No puedo soportarlo más. No puedo seguir así. ¡Tengo 30 años!», suelta Bruce, guasón y despendolado, en uno de los frenazos que interrumpen la maratoniana y febril versión de Gary U. S. Bonds. Pero sí que puede. Claro que puede.

 Ahí está, para demostrarlo, esta antológica y arrolladora actuación; un concierto que durante cuatro décadas había permanecido bajo llave y que ve ahora la luz en forma de película y disco en directo. Dos por uno para rememorar la aplastante participación de Springsteen y la E Street Band en un concierto benéfico en contra de las nucleares orquestado por el colectivo   MUSE (Musicians United for Safe Energy) en septiembre de 1979. Una maratón actuaciones motivada por el accidente de meses antes en la central nuclear Three Mile Island, en Pensilvania, y a la que Springsteen, poco dado a dejarse ver en este tipo de saraos, acudió para echarle un cable a su amigo Jackson Browne.

Él sería el encargado de cerrar con dos conciertos en el Madison Square Garden una semana de activismo marcada por las actuaciones de Crosby, Stills & Nash, James Taylor, Carly Simon, Chaka Khan,Gil Scott-Heron y Tom Petty, entre otros. Ninguna tan memorable, sin embargo, como la de Springsteen y la E Street Band. ¿El mejor momento del autor de 'Jungleland'? Si no lo es, se le parece bastante. «A la hora y siete minutos, que es cuando empieza 'The Detroit Medley', se llega a un nivel de energía rara vez visto. Bruce se transporta a un espacio donde las endorfinas se han liberado por completo. Está flotando en pura energía. Es espectacular», recordaba en 'Rolling Stone' Jon Landau, histórico mánager del de Nueva Jersey.

No es para menos: tras nueve meses encerrados trabajando en lo que sería 'The River', esa bacanal de rock and roll de patillas afiladas y vientos gloriosos, la E Street Band era una locomotora sin frenos; un volcán en erupción que alcanzó su punto justo de ebullición el 21 y 22 de septiembre de 1979 en el Madison Square Garden. Una bacanal que, de 'Prove It All Night' a la rotunda versión de 'Rave On', se despedía de los setenta utilizando las brasas de 'Darkness On The Edge Of Town' para prender fuego al akelarre rock que espera a la vuelta de la esquina. La cita, además, tenía algo de rito de paso y de explosiva fiesta de cumpleaños, ya que Springsteen se despedía de la veintena y cumplía 30 años el día 23. Sobre el escenario, un pastel recuerda lo señalado de la fecha, aunque, cosas del rock and roll, no tarda en salir disparado de vuelta al público.

Grabaciones originales

De tamaño festín de endorfinas da buena cuenta ahora un documental que el editor Thom Zimny, colaborador habitual de Springsteen y responsable, entre otros, del montaje del también legendario 'Hammersmith Odeon London' de 1975, ha ensamblado a partir de las señales originales de cada una de las cámaras que grabaron las dos actuaciones. El despliegue técnico fue notable, pero en aquel momento a Springsteen no le entusiasmaba la idea de que sus conciertos llegasen filtrados a través de cámaras y pantallas, por lo que sólo tres grabaciones han circulado durante estos años: 'Thunder Road', 'Quarter To Three' y 'The River', canción que estrenó aquellas noches para pasmo de su hermana Virginia, presente en el recinto y protagonista nada velada de la letra.

Springsteen, en su mejor momento ABC

La energía es tal que, por momentos, más que tocar parece que la banda se sacude de encima las canciones a manotazos. Es el caso de una vertiginosa 'Born To Run' servida a toda velocidad y, sobre todo, de la pletórica y extenuante 'Rosalita' , 12 minutos de espasmos y vientos en estado de gracia. «Es una banda que estaba explotando en la pantalla», reconocía en una entrevista Zimny, cuyo trabajo ha consistido en seleccionar lo mejor de las dos noches y condensarlo en hora y media de ensalmo eléctrico. Ahí está, por ejemplo, la aún inédita 'Sherry Darling' o una versión de 'Stay' servida junto a Jackson Browne y Tom Petty.

De lo que no hay ni rastro es del tenso momento en el que Springsteen localizó a su exnovia Lynn Goldsmith haciendo fotos entre el público y la expulsó del recinto. Un momento incómodo que Zimny ha dejado fuera del metraje por, asegura, carecer de interés musical en la narrativa de una actuación con la que Springsteen, hasta entonces un llanero solitario, empezó a interesarse por la política.

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