Brian Jones, en el 75 aniversario de su nacimiento, visto por Keith Richards

El guitarrista de los Rolling Stones habla en su libro «Vida» acerca de cómo él y Mick Jagger conocieron a este músico que ya era una pequeña estrella en la escena local londinense

Brian Jones y Keith Richards ABC
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La admiración que sentía Keith Richards por su compañero Brian Jones pasó de la admiración a un profundo desprecio. El segundo fue perdiendo influencia en los Rolling Stones a medida que la banda iba adquiriendo fama y, al mismo tiempo, el guitarrista y Mick Jagger se convertían en los líderes y forjadores de su sonido.

En su libro «Vida» , Richards habla en repetidas ocasiones de este músico que fue cayendo en las garras de las drogas, en parte debido al desprecio cada vez más evidente de sus «amigos». De esta forma su carácter se iba volviendo cada vez insoportable, lo que se convertiría en una espiral de difícil salida. Por si fuera poco, el hombre que más adelante esnifaría las cenizas de su padre le birló la novia, Anita Pallenberg . O más bien ella huyó de aquel músico atormentado y violento.

En la primera referencia que hace Richards de Jones en su autobiografía es ciertamente reverencial, pero no puede evitar el sarcasmo: «A Brian Jones lo conocimos en el Ealing Jazz Club. Por aquel entonces se hacía llamar Elmo Lewis (quería ser como Elmore James): "Pues tío, te vas a tener que poner al sol y crecer unos cuantos centímetros"». A continuación comenta que Jones utilizó la técnica del slide guitar, algo nunca visto en Inglaterra, y que les dejó impresionados, a él y a Mick Jagger. «Tocaba de maravilla» .

Como recuerda el autor de riff de «(I Can't Get No) Satisfaction», por aquel entonces Brian ya había comenzado su carrera de conquistador: ya tenía tres hijos de tres mujeres distintas. En cualquier caso, a. Además, se dio una curiosa circunstancia: Jagger fue un día «completamente borracho» a casa de Brian, y este no estaba, así que «se tiró a su parienta». Aquello provocó, lógicamente, una crisis que terminó en separación poco amistosa de la pareja y, encima, a él le echaron de su piso.

Así que el cantante le buscó un piso y allí se fueron los tres a vivir. Fue en esa casa donde un día Brian estaba telefoneando a una revista, «Jazz News», para avisar de que iban a tener como banda su primer bolo. Le preguntaron cómo se llamaba el grupo, y los tres músicos se miraron desconcertados: no habían pensado en ello. La llamada costaba dinero, así que carecían del tiempo necesario para reflexionar en profundidad sobre la cuestión. «¡Muddy Waters, ven a rescatarnos¡», exclama Keith en el libro. Por el suelo estaba la funda del disco de «The Best of Muddy Waters», y la primera canción era «Rollin' Stone». «Gracias a no pensárnoslo mucho nos ahorramos seis peniques». Todo esto ocurría en 1962.

Luego, en 1967, llegó el célebre viaje a Marruecos en que Richards le quitó la novia a Brian. Primero pasaron por Francia, donde Brian sufrió un ataque de asma y tuvo que ser hospitalizado . El resto de la expedición, Keith, y Anita y una amiga suya llamada Deborah Nixon, siguió su camino hacia el sur pasando por Barcelona, donde, a la salida de un tablao, se vieron envueltos en una trifulca en la que unos cuantos viandantes estaban arremetiendo contra su coche, un Bentley que no pasaba desapercibido. Fueron arrestados todos los implicados y «cuando me quise dar cuenta estaba metido en un juicio de charanga y pandereta en plena noche».

Cuenta que la policía, delante del juez, empezó a repartir «mamporros» entre los cerca de cien detenidos: «Me dio la sensación de que era el procedimiento habitual». Él salió ileso, y solo tuvo que pagar una multa de aparcamiento, aunque pasó la noche detenido. Tras aquello, Deborah decidió que «ya había tenido bastante tensión» y abandonó la aventura. Así que se quedaron solos Keith y Anita Pallenberg y pasó lo inevitable, «entre Barcelona y Valencia».

Después llegarían las continuas bromas de mal gusto de Mick y Keith contra Brian, su arrinconamiento en la producción de canciones, la caída cada vez más profunda de este en las drogas y, finalmente, la expulsión del grupo. Poco después, el multiinstrumentista, el hombre que ofrecía una dimensión más abierta y experimental a la música de los Rolling Stones, moría ahogado en su piscina el 3 de julio de 1969.

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