Música y literatura

Bécquer, flamenco y olvido

Los cantaores, históricamente, se lo llevaron allí donde habita el olvido: pasando de él. Le han interpretado excepcionalmente, cuando su poesía es una de las más sencillas de adaptar a este género

Dibujo de Bécquer ABC

Luis Ybarra Ramírez

Una muerte temprana, el eco de un fantasma que tocaba el órgano con sus dedos inocuos y la palabra escrita desde la herida fueron motivos más que suficientes. El imaginario colectivo lo colocó, para los restos, entre el mito y el tópico , reduciéndolo al esqueleto de su poesía. A la cáscara. Gustavo Adolfo Bécquer nació el 17 de febrero de 1836 y murió el 22 de diciembre de 1870, hasta esa fecha, el día más frío de la historia de Madrid; o, al menos, desde que se tienen registros. Un eclipse, tras su pérdida, tapó el sol de Sevilla, hecho que acrecentó la nebulosa, además de que no publicara en vida el conjunto de sus textos, cosa que siempre gusta a los malditos. La etiqueta de romántico, que tan bien encaja en su perfil y que tanto le persigue, soslayó de algún modo la obra de aquel tipo que introdujo la asonancia en las letras en castellano, cierta sonoridad y redondez. Se nutrió de lo popular y creó sus propias estructuras. Fue un dandi. Aficionado a la música y a la jardinería, a los amigos y la prensa, su otra dedicación, a la literatura y al dibujo, nada quedó tras su muerte más que la idea de hombre romántico. La espina y la flor. Eso.

También escuchó cante flamenco , como revela en la leyenda 'La venta de los gatos'. El cante del Fillo, por ejemplo, un artista de garganta rota por el que se conocen las voces de este tipo como afilladas y cuyas seguirillas se mencionan en una de sus 'Rimas'. Pero los flamencos, históricamente, se lo llevaron allí donde habita el olvido: pasando de él. A Bécquer le han cantado excepcionalmente, cuando su poesía es una de las más sencillas de adaptar a este género, siempre relativamente, por su temática y contundencia. También por la rítmica.

El primero en hacerlo fue, curiosamente, Manzanita, aunque Los Hermanos Reyes, tiempo atrás, lo evocaran en una de sus sevillanas . Los escritos del poeta tomaron compás de rumba en 'Espíritu sin nombre' (1980). Más tarde, repetiría en el disco 'Talco y bronce' con 'Quién fuera luna' y en 'Cuando la noche te envuelve' (1982), canción que da título a un álbum. Calixto Sánchez también hizo algo en los 90: unas seguirillas y unas malagueñas en el trabajo 'Con la lírica del cante'. Y Enrique Morente , en 'El pequeño reloj', lo interpreta por bulerías.

En 2020, al fin, cuando se cumplieron 150 años de su muerte, un cantaor, José Valencia , conducido por el periodista y escritor Francisco Robles, se adentró en las 'Rimas' con una obra completa: 'La alta torre', estudio que presentó en el Teatro Lope de Vega en formato de espectáculo en el marco de La Bienal y en la Universidad de Sevilla ya como disco. También, cabe añadir, el joven cantaor Israel Fernández incluyó en el álbum 'Amor' unas soleares, 'del cariño', que así las tituló, firmadas por Bécquer. Por último, la arpista Ana Crismán , quien aún no cuenta con ningún disco, ha acompañado por tientos otra de las 'Rimas' en vivo, como María Terremoto , que se ha acercado a ese repertorio en directo, aunque no lo haya grabado en el estudio.

El catedrático Rogelio Reyes ha investigado la vinculación entre el autor de 'Leyendas' y el universo jondo, pero, hasta donde alcanzan mis oídos, no hay más por estos lares. Lorca parece omnipresente desde los años 70, aunque La Niña de los Peines, Pepe Marchena y Pepe Albaicín lo adaptaran mucho antes. Miguel Hérnandez es otro de los que más ha sonado en las voces de los flamencos. Pero Bécquer, reconocido por algunos investigadores como el primer poeta moderno , yace en la desmemoria. Posee algunos de los versos más populares en castellano, «Volverán las oscuras golondrinas», «Poesía eres tú»…, pero los tópicos que le rodean, tal vez, no han animado demasiadas lenguas. Algunos todavía creen que su poesía, como la glorieta que le dedicaron en el Parque de María Luisa, se arma de floritura y mármol.

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